El niño en el sótano
Un diálogo sobre la infancia, el tiempo, y las frases en cursiva.
Hoy he decidido ir al sótano. Nunca voy ahí. Pero la puerta ha aparecido de repente. Justo delante de mi nariz. No podía hacer otra cosa, salvo abrirla…
Los escalones crujen bajo mis pies. Una vez abajo, cuando mis ojos se acostumbran a la oscuridad, descubro una pequeña silueta. Es un niño de cabellos rojos y rizados.
Que ocurra algo así no tiene nada de corriente pero, en cierta manera, siento algo familiar en todo ello. Nuestras miradas se encuentran. Nos observamos curiosos el uno al otro…
Hola.
Su voz remueve el polvo que flota en el ambiente.
Pausa
Hacía tiempo que no venías a verme.
Lo siento. He estado ocupado.
Pero hoy has bajado.
Hoy era el momento de hacerlo.
¿Por qué mis frases están en cursiva?
Para distinguirlas de las mías.
Ah.
Es un recurso literario. Nada más. Si quieres, puedo poner las mías entre comillas. Mira… ; “Así. ¿Te parece bien?”
El niño respira hondo y da un pequeño paso. Su rostro queda iluminado por la única bombilla de la estancia. Puedo ver restos de sangre seca bajo su nariz. También en el cuello de su camisa.
“¿Qué haces aquí abajo?”
Me escondo.
“¿Él te ha hecho esto?”
Pausa
“No tengas miedo.”
Todo el mundo tiene miedo.
“Tranquilo. Ahora ya no está. Hace más de diez años que murió”
Y, sin embargo, a veces aún le echo de menos.
Silencio
“Me gustaría que vinieses arriba, conmigo”
No.
“¿Por qué no?”
Porque me da miedo.
“¿Miedo?”
Sí. No quiero que se rían de mí. Me da miedo que me juzguen. Tengo miedo de no ser lo suficientemente bueno. De defraudar. De fallar, de hacer el ridículo. Miedo de ser rechazado, de que me hagan sufrir…
“¡Cuántos miedos!”
Sí. ¿Tú no tienes miedo?
“Todo el mundo tiene miedo.”
Silencio
“No te preocupes. Esta vez voy a estar a tu lado”
La gente siempre dice cosas así…
“No pienso abandonarte”
…También dicen eso. Pero luego siempre se acaban yendo. Y nunca vuelven.
Pausa
“A mí también me han abandonado. Fue alguien a quien quería muchísimo. Y ella a mí…”
Si te quería ¿por qué se fue?
“No lo sé. Algo relacionado con unas mariposas…”
¿Mariposas?
“Cuando te vuelves adulto todo se vuelve bastante complicado”.
Lo siento.
Silencio
Pues yo soy un niño y no considero que las cosas sean muy fáciles…
“Creo que a todos nos abandonan en algún momento. La gente viene y va. Y eso es algo inevitable. Como el hecho de sentirse solo”.
Yo siempre he estado solo
“Puede ser. Pero cuando seas mayor habrá momentos en los que no lo estarás. De hecho, en ocasiones, estarás muy bien acompañado. La gente cambia. Las cosas cambian. A veces a mejor, a veces a peor. Pero nada permanece inalterable, ni perdura para siempre”.
Me cuesta entender ese tipo de cosas… todavía soy un niño.
“Tienes razón. Por eso he venido aquí y quiero que subas conmigo”.
¿Subir?
“Subir. Arriba está la vida. Aquí en el sótano no hay nada.”
¿Y si alguien se rie de mí?
“Le partiré los dientes. Tengo un buen crochet de izquierda”
Silencio tenso
“Es broma. Jamás haría algo así. Pero hay ocasiones en las que me puede la rabia. Sobre todo cuando has convivido mucho tiempo con ella.
Yo también tengo mucha rabia. Aquí, en el pecho. Y a veces no me deja respirar.
No te preocupes. Yo estaré a tu lado en todo momento. Voy a cuidarte. Porque, ¿Sabes…? En el fondo solo estamos tú y yo. No queda nadie más. Tenemos que cuidar el uno del otro. Y con eso hay más que suficiente”.
¿Y qué me dices de la mediocridad?
“¿…Qué?”
Dices que vas a protegerme. Pero no eres más que alguien del montón. O incluso peor: No destacas en nada en especial. No tienes casa propia, tus trabajos son cada vez más precarios. Y también estás solo. En el fondo eres efímero, como un verso escrito sobre el agua.
“¿Y quien no lo es?”
Silencio
“¿Sabes…? Para ser un niño, a veces dices cosas muy duras.
Soy un niño especial.
“Lo sé. Yo también soy especial. A mi modo de ver, todos tenemos algo que nos hace especiales. Y eso es lo maravilloso de las personas.”
Silencio
“Yo soy creativo. Creo historias. Soy músico. Me gusta cantar cuando estoy triste. Tengo muchísimo sentido del humor. Y sé querer con toda el alma.”
Yo no sé si soy capaz de todo eso
“Lo serás. Aún eres pequeño.”
¿Me prometes que no me vas a dejar solo?
“Te lo juro.”
Vale.
El niño se acerca y me abraza. És un abrazo cálido, reconfortante.”
Te agradezco la visita. Me ha gustado hablar contigo. Pero aún no voy a subir arriba. Creo que necesito tiempo. Y no me gustan los finales felices…
Lo entiendo.
No le sueltes ningún crochet de izquierda a nadie, ¿vale?
“Lo intentaré.”
Y si vuelves otro dia… ¿podrías poner mis réplicas en negrita?
“Eso está hecho”
