ESTAMBUL
“Estambul” es una interpelación a mi misma de la cultura musulmana. La obra implica una transgresión, desde el arte, a aquello que me llamó la atención de la ciudad y su cultura, cuando estuve en septiembre del año 2013. La obra lleva mis ojos, que son quienes fueron testigos. “Estambul” muestra un ideal; seguramente el mío, sobre una convivencia armónica entre símbolos de diversas religiones, tatuados en el pelo suelto de una mujer turca, en mi creencia sobre que eso implica libertad y decidir sobre su apariencia y cuerpo.
Los símbolos de la obra están inspirados en fotografías que tomé de las cúpulas, paredes y techos de las mezquitas, de la parte oriental y occidental; se trata de figuras otomanas, musulmanas y laicas. El dorado es un color que prevalece en los techos y lámparas de aquella ciudad, que está presente en la obra también. Los símbolos también tienen ojos, que es algo recurrente en la cultura turca, observar en las entradas de las casas el ojo azul, símbolo de protección.
“Estambul”, implica un puente entre oriente y occidente.
