Excusas atractivas

A sabiendas de que no nos podemos ver a rienda suelta déjame verte de lejos mientras sueño con tenerte cerca.

Déjame verte entre líneas y rectas, incluso me bastaría el mero asomo de tu silueta.

No lo sé, solo son alternativas, también podemos vernos si me atasco en alguna pesadilla, en mis recuerdos o en alguna muletilla de la vida.

Podemos ingeniarnos excusas bastante atractivas: jugar al tonto y decir que es mentira, que nuestras manos no se encontraron a propósito mientras disfrutábamos la vista; que nuestros ojos no se miraron solo porque sí sino porque era temible la cima y que no nos intercambiamos sonrisas, que solo fueron muecas de pura cortesía.

Que las cartas de mi puño llegaban a tu buzón por error del cartero, de mi letra o de tu dirección. Y que la correspondencia se mantuvo en su sazón porque tú las respondías… solo por educación.

Y aunque no me interese sonar renuente ante la idea de no verte, déjame con la idea de que tú también lo intentas, de que ves alternativas, de que excusas también pintas, de que mucho más que eso cuestiones a la negativa.

De que no buscas fisuras
porque el muro lo derribas.

…