Fran Carles, eterno capitán
La noticia de la muerte de Fran Carles me pilló en Pamplona, celebrando los sanfermines.
Recuerdo que la perplejidad vino antes que la tristeza. Éramos casi de la misma edad y teníamos amigos en común. No, aquello no podía estar pasando; no tenía ningún (puto) sentido.
Recuerdo también que dibujé un 8 y escribí su nombre en el reverso de mi camiseta blanca sanferminera. Al verla, unos aficionados del Alavés aplaudieron y alzaron sus vasos de kalimotxo. Os juro que no los conocía de nada.
Aquella temporada todo el mundo fue un poquito del Linares y el equipo bajó a Tercera. La grada de Linarejos comenzó a aplaudir durante el octavo minuto de cada partido, un ritual que continúa varios años después, ahora en 2ª RFEF.
Cuentan quienes lo vivieron que más de 4000 personas acudieron al estadio a despedirse del féretro. Si algo nos enseñó aquella desgracia es que solo muere aquel que cae en el olvido. A día de hoy, sigo convencido de ello.
Pero ojalá lo hubiésemos aprendido de otra manera.
