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Guerra de Dioses

No importa quien gane, quien pierde es la humanidad

Geovanni May
Published in
10 min readJul 24, 2024

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Te voy a contar esta historia únicamente porque eres una de las dos o tres personas que me leen; y como seguramente no eres de México, es probable que la encuentres tan peculiar, tan surrealista y tan ridícula, que te prometo que te va a ser entretenida. Agárrate de donde puedas porque esto se viene intenso.

La llegada de un falso rey

A finales de mayo de este año, el Ayuntamiento de Progreso — ciudad portuaria vecina de donde vivo en el estado de Yucatán — pensó que sería buena idea instalar a la orilla de la playa una escultura de una importante deidad griega de 3 metros. Por lo que cierta mañana, los habitantes de la mencionada ciudad despertaron con una enorme estatua de Poseidón que, en teoría, esta “cuidaría” del mar y de sus habitantes. Este acto no fue una mera ocurrencia del alcalde; más bien fue para complementar el cierre de una obra pública. Dos meses atrás, muy cerca del lugar donde instalaron la estatua, se había inaugurado un centro deportivo conformado de varias canchas para practicar fútbol, básquetbol, voleibol y hasta skate. Aquel espacio deportivo fue nombrado precisamente como “Poseidón”.

Imagen de la estatua instalada

Pese a la sorpresa y asombro de los locales, rápidamente vieron con buenos ojos el gesto de la administración y la aceptación no se hizo esperar.

Durante los primeros días, como si se tratase de una celebridad, decenas de personas comenzaron a acercarse a la orilla de la playa para admirar el afilado tridente, la espesa barba, el impresionante abdomen y la espectacular corona de la nueva atracción de piedra.

La noticia corrió como pólvora encendida y cada vez más y más personas llegaron de lugares cercanos, aprovechando el excelente clima soleado que teníamos, para admirar a la imponente figura y así tomarse algunas fotografías a sus pies.

Ese fue un grave error, un error que traería grandes consecuencias…

¿Y bueno, eso qué tiene de malo? — pensarás. Es que ese es el punto, todo está mal en esta aparente e inocente acción. A la gente (y al alcalde) se les olvidó que esto es Yucatán, tierra maya sagrada donde existen energías ancestrales que no son fáciles de comprender, pero que se deben respetar.

La traición de un pueblo

La antigua cultura maya cubría una gran extensión territorial que abarcaba varios estados de México, toda la Península de Yucatán, y algunas partes de Mesoamérica. Esta primitiva civilización tenía adoración por más de 250 dioses. ¡Una locura!

Con el paso del tiempo y la llegada de la modernidad se fue perdiendo la fe por estas deidades. No obstante, a la fecha, se siguen mencionando los nombres de los dioses más representativos de esta cultura como señal de respeto. Un respeto que hace poco rompimos sin darnos cuenta de que eso desataría sobre nosotros una terrible profecía, ocasionando miedo, terror y mucha angustia. No, esto no es para nada una exageración, ni mucho menos una broma.

Hay un Dios en específico al que ofendimos sin medir las consecuencias de esta horrible traición a nuestras raíces: Chaac, el Dios de los relámpagos y la lluvia.

Pero antes de hablar de las impactantes repercusiones a las que fuimos sometidos, te platicaré brevemente sobre los protagonistas de esta historia.

¿Quién es Poseidón?

En la mitología griega, Poseidón es reconocido como el dios de los mares. Es hijo de los titanes Cronos y Rea, y hermano de Zeus y Hades. Poseidón es una de las deidades más poderosas del panteón griego, y su símbolo distintivo es el tridente, con el cual puede agitar los mares y desencadenar tormentas.

Hace algunos años Poseidón vino a hacer destrozos a la Tierra bajo su reencarnación en Julián Solo, un muchacho de clase alta que intentó conquistar nuestro mundo. No lo consiguió, puesto que los Caballeros de Atena lo impidieron. Fue una dura y gran batalla que aún recuerdo.

¿Quién es Chaac?

Pese a que Chaac aún no cuenta con su propia serie animada, eso no le resta en nada la importancia en nuestra comunidad.

Chaac es el dios maya de la lluvia, fundamental para la vida y la agricultura en la región. Chaac carga todo el tiempo con un hacha que simboliza el trueno, y se dice que con ella golpea las nubes para hacerlas llover. Su dominio principal es la lluvia y las tormentas eléctricas. Culturalmente, es una figura de provisión y sustento más que de control y dominación, pero eso no omite el venerarle todo el respeto que se merece.

La blasfemia se paga muy cara

Como comenté, luego de que apareciera la estatua en cuestión, los habitantes de Progreso comenzaron a rendirle tributo al Dios Poseidón. Quizá en la antigüedad rendir tributo significaba arrodillarse y hacer ofrendas, pero en la actualidad, al parecer, basta con tomarse unas cuantas selfies para que un Dios se ponga celoso y tóxico.

Es más que evidente que al Dios Chaac no le gustó nada todo el revuelo que le hicimos al tal Poseidón. Se habrá sentido desplazado, menospreciado y aminorado. Por lo tanto, pensó que era necesario recordarnos quién es el jefe de esta zona y que no debimos enaltecer a un dios extranjero.

A los pocos días de las fanfarrias, las risas y las fotografías a la escultura, de la nada, el sofocante sol que nos cubría desapareció por completo; en cambio, una ráfaga de lluvias comenzó a atormentar a todo el estado. Con el paso de los días, las precipitaciones se fueron intensificando. Los del servicio meteorológico nacional le llamaron “frentes fríos” y “depresiones tropicales”, pero el único que estaba deprimido por la traición de su gente era Chaac.

Las lluvias no cesaron, por lo que provocó calles inundadas, autos y casas bajo el agua, techos con filtraciones, ropa sin poder lavarse. Todo el panorama era caótico, pero aún no llegaba lo peor…

Golpe y remate

Al Dios maya no le bastó con los escarmientos enviados en aquellos días, por eso decidió mandar refuerzos. Sin previo aviso, el huracán Alberto fue el primero en llegar. Se trajo tanta agua que hizo que no tengamos que envidiarle nada a las pintorescas calles de Venecia. Nuevamente la ciudad se paralizó. No había tarde seca, todas las comunidades cercanas a Progreso se encontraban bajo el ataque de fuertes lluvias torrenciales que perjudicaban nuestras actividades cotidianas.

Y, por si fuera poco, no sabíamos que Chaac tenía un último castigo para nosotros, y que a su vez, sería el ataque definitivo para derrotar a su enemigo Poseidón: Beryl.

Justo en la recta final de junio, en algún punto del océano atlántico, Chaac sembró la semilla de destrucción llamada Beryl con la solemne intención de llegar a la Península de Yucatán y descargar toda su furia y odio hacía el pueblo yucateco.

Desde sus primeros minutos de vida como onda tropical, y por el temor que ya teníamos todos por el huracán anterior, comenzamos a seguir su trayectoria viendo como a cada kilómetro que se iba acercando, esa semilla se iba convirtiendo en un auténtico monstruo de la naturaleza.

En su camino fue destruyendo y afectando lugares como República Dominicana, Haití y Jamaica. El impacto directo hacia la Península y a la ciudad de puerto Progreso era más que evidente. Se pronosticaba que el huracán arribaría como categoría 5, la más alta de todas. Poseidón, así como nosotros, tenía las horas contadas.

El pueblo enloqueció. Todo el mundo estaba al borde de la histeria. Comenzó el desabasto de víveres en los supermercados y tiendas. Los comercios comenzaron a cerrar desde días antes. Las escuelas suspendieron clases. Todo el mundo compraba velas y descargaba en sus teléfonos sus series favoritas ante el inevitable apagón eléctrico que nos esperaba. Las ventanas eran tapizadas con grandes placas de madera. Los tinacos, así como los condensadores de los aires acondicionados, fueron sujetados con cuerdas con la esperanza de no ser arrancados de los techos. Muchos escribieron el nombre de sus familias en caso de que estos salieran volando por el intenso viento. Inclusive en redes sociales se convocó a salir a soplar muy fuerte para desviar al huracán. Lo que sea era válido para evitar el desastre que se nos venía.

Para los ciudadanos no había otro tema que no fuera el huracán. ¡Y con justa razón! Chaac estaba a punto de darnos su último y mejor golpe.

El día del impacto

El día pronosticado para el impacto por fin llegó, fue el jueves 4 de julio. El reloj marcaba las 12 del mediodía. Todos estábamos resguardados en nuestras casas y resignados a recibir los primeros soplidos devastadores del Dios enfurecido.

Pero de pronto, la intensidad de las corrientes de aire de la semilla destructora comenzó a perder fuerza.

¿A caso Chaac se había apiadado de nosotros?

Los reportes del clima indicaban que, al tocar tierra, el huracán se degradaría de intensidad; por lo que aparentemente el peligro había terminado. ¡Nos habíamos salvado!

Efectivamente sucedió así, Beryl pasó sin pena ni gloria sobre nuestro estado ya como una tormenta tropical, y se dirigió rumbo a los Estados Unidos. Donde, por cierto, ahí se reintensificó a huracán y dejó como saldo varios muertos.

¿Qué pudo suceder entonces? ¿Acaso recibimos el perdón divino del Dios maya? Si fue el caso, ¿Qué le hizo cambiar de parecer? ¿Llegó a algún acuerdo con Poseidón? ¿Acaso le tuvo miedo a su tridente y su brillante barba blanca? Son tantas las preguntas que nos hicimos y ninguna obtuvo una respuesta.

No echamos en saco roto lo sucedido y, ante el aparente perdón de la deidad maya, tomamos una determinante decisión: hacer justicia por nuestras propias manos.

La reivindicación de los mortales

Inmediatamente después de retirar las maderas que fortalecieron nuestras puertas y ventanas, y luego de desamarrar nuestros tinacos, el pueblo comenzó a comentar y debatir en redes sociales acerca de tomar acciones para ganarse de nuevo la confianza de nuestro Dios Chaac.

Muchas ideas surgieron ante las peticiones de los yucatecos. Entre la más popular estaba el sacrificar animales y mujeres vírgenes para aventar en todos los cenotes de Yucatán como hacían en la antigüedad. Después de pensarlo dos veces, resultaba ser una medida muy extremista. Al final, se acordó una un poco menos agresiva: crear un evento en Facebook para asistir con piedras, palos y machetes en mano a derribar la estatua de la discordia a como diera lugar.

Al parecer, a la policía no le agradó mucho la idea ya que el evento fue cancelado y la encomienda no logró llevarse a cabo.

Curiosidades

Si bien esta historia podría adaptarse a un guion cinematográfico y romper récords en taquilla, la verdad es que entre lo que es real y lo que es ficción, esta historia nos dejó momentos que serán recordados en mucho tiempo.

Algunas cosas curiosas que nos dejó todo este relajo:

  • Lo que parecía ser un tema de corto alcance, de pronto comenzó a tener relevancia a nivel nacional al grado de aparecer en los noticieros más importantes. Estados de toda la república mexicana estuvieron pendientes del desenlace de esta historia. Nos echaban ánimos, bendiciones y toda la cosa.
  • Los memes se volvieron canónicos. Cientos de imágenes se propagaban por la red. En Tik-Tok se producían cientos de historias de conspiración que intentaban descifrar lo que ocurría. I-M-P-E-R-D-I-B-L-E ver este video que da veracidad a mi historia: https://vm.tiktok.com/ZMrHUAf57/
  • Surgieron varias Fake News, como la que decía que los habitantes de Progreso lograron destruir la estatua, cuando en realidad, las fotos de un Poseidón partido a la mitad que circulaban en internet habían sido tomadas previas a su instalación.
  • Al ser mencionado el Dios Chaac no se pudo evitar compararlo con otro importante Dios para la cultura mexicana: Tláloc, el Dios del agua que rige más al centro del país. Por ende, comenzó el cuestionamiento acerca de quién es más fuerte; todo con el afán de originar ooootro enfrentamiento local entre estos dos dioses. Hasta ahora, afortunadamente, no hay indicios de que se estén peleando.

Conclusión

Y así es como entre risa y diversión, entre creencias mitológicas y religiosas, entre que sí y que no, vivimos el inicio de la temporada de huracanes en la zona.

Esperamos que esta batalla de egos por la conquista del mar y de fieles servidores por fin haya terminado. Solo deseamos que estos dioses ya no intervengan más en nuestras pacíficas vidas y que no envíen nuevamente sus maleficios a este noble pueblo. Ojalá y todo quede en mera anécdota para que algún día podamos contarles a nuestros hijos lo que les espera si no aprenden a respetar a sus fuerzas superiores.

Espero este relato te haya sido entretenido. Y será mejor que me regales unos cuantos aplausos y dejes tu comentario, no querrás que Chaac se enoje contigo por ignorar su historia.

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Geovanni May

Me encanta leer lo que otras personas opinan, pero, sobre todo, me encanta escribir mis propias ideas. Escribo ensayos cortos y algo de ciencia ficción ✏️🗒