Disfraz de Poeta
Prosa poética
Mi disfraz de poeta te confeccionó, entre líneas dio atenta costura a los pliegues de tu piel, por cada ojo te puso un botón y te otorgó un corazón de cartón.
Todo lo demás se fue poniendo en su lugar, con tanta fluidez hasta e incluso ostentosidad hasta que, sorprendentemente, los versos que adornaban tu cuerpo de papel empezaron a hacerse realidad maravillándome cada vez.
Para entonces no me quise quitar el disfraz porque me decía que no era verdad, que los versos eran inofensivos y que no era nada menos que un delirio de esos míos. Entonces otros trajes te confeccioné, esta vez en una prosa que pintoresco dejó al pálido papel que te servía de piel.
De pronto tus botones ya tenían visión, el disfraz me seguía diciendo que era un simple complejo de escritor y, cuando empezó a palpitar tu corazón de cartón, alegó con impaciencia que era solo mi imaginación.
De pronto cada verso empezó a hacerse real, y el disfraz quiso más: que siguiera rimando caprichos y dibujando con mi pluma cada uno de tus sentidos, que me asegurase de pulir mis líneas de mil maneras hasta que tuvieras buena presencia y sonrisa perfecta.
Pero ahora no lo sé… ahora no sé cómo quitarme el disfraz y hacer como si nunca te confeccioné.
Como si nunca te otorgué esos ojos de botón o ese corazón cartón, que ahora ven, que ahora sienten. Que ahora me persiguen con obstinación reclamando sea suya la pluma que les creó…. aunque eso implique arrancarme el disfraz, con mi piel incluida, de un tirón.
