Wishes

Quisiera trabajar en un teatro para maquillar a los payasos, vestir a las actrices y escribir los guiones de los que usan máscaras solo para divertirse.

Quisiera ser poeta para escribirle unos cuantos versos: tres sinceros, dos discretos y uno tan atrevido que alcance a pillarle un beso.

Quisiera ser pintora y trazar sus líneas faciales con el pincel de mis dedos, plasmarlo en mi lienzo, montarlo en un cuadro y robarlo del museo.

Quisiera ser el cielo y saber todo lo que hay debajo de ello: cómo es el despertar de las rosas, cómo conversan las olas y cómo se las ingenia la luna para salir por la noche sola.

Quisiera ser la pluma de un escritor para vivir sus aventuras, llorar sus desventuras y brindarle la garantía de que cuando no sepa qué escribir le pueda decir: tranquilo, deja que lo haga por ti…

Quisiera ser la tierra para contar los pasos de los que andan con elegancia y firmeza, de los que viven con arte aunque funjan negocios humildes y no tengan quién retrate sus virtudes y destrezas.

Quisiera ser artista y permitirme el estereotipo de ser desordenada por un día, llegar hasta tarde a casa y fingir que me gusta tanto el café como para tomarme una taza mientras espero el alba.

Quisiera ser un ave para surcar los cielos sin miedo, bañarme en los riachuelos y contemplar el mundo de lejos.

Y sé que ya hablamos del teatro… pero quiero volver allí; porque también quisiera ser actriz, para lucir vestuarios de morirse de risa, mofarme de los trapecistas y fingir que actúo cuando admita que su sonrisa me hace trizas.

Quisiera ser muchas cosas, lo sé, pero entre todas ellas me quisiera atrever a atreverme más que a simplemente querer.

Por el teatro en el que aún no trabajo, por los vestidos, los zapatos y el maquillaje de payaso… por los versos, los besos, mis pinceles, el museo y todo aquello que encarna el emblemático deseo de no dormirme a esperar que vengan por mí mis sueños.

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