Juani Beltramino
Voces Jóvenes
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4 min readJun 1, 2018

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El arte y la tecnología siempre se han relacionado estrechamente a lo largo de la historia y es muy importante entender esa interacción. Cada vez que hablamos de nuevos movimientos artísticos no podemos dejar de relacionarlos con los avances tecnológicos porque en gran medida dependen de estos últimos. Imagino qué hubiera sido de los diseñadores de moda sin las fibras sintéticas o de los escritores sin la imprenta de Gutenberg. Dicho esto, estamos en condiciones de dimensionar el impacto que las tecnologías revolucionarias del siglo XXI tendrán en el ámbito artístico y cultural.

Industrias Culturales

Este es un concepto amplio para denominar el conjunto de una gran cantidad de actividades lucrativas que provienen del sector cultural y que se basan en la creatividad y el arte. Como toda industria, las culturales no escapan de la cuarta revolución industrial: la del mundo digital y del manejo de datos. Como lo demuestra el Reporte de Trabajos del Futuro realizado por el Foro Económico Mundial, la creatividad y el pensamiento crítico típico del sector cultural serán fundamentales para el trabajo en los próximos años:

En este momento se están desarrollando a un ritmo inquietante tres tecnologías específicas que tienen el potencial de transformar las industrias culturales como nunca antes otra tecnología lo ha hecho:

Inteligencia Artificial

En el caso de las industrias culturales, la IA ya se utiliza para ayudar a los creativos a conectar su trabajo con audiencias de manera más eficiente. Algoritmos basados en redes neuronales (como los de Netflix o Spotify) están en auge en este momento. Además existen otros ejemplos claros de tecnologías disruptivas que están en incubación actualmente: el software Amper (composiciones musicales artificiales), el proyecto NSynth (Neural Audio Synthesis) de Google (sonidos combinados), Alpha Go (IA experta en jugar Go) y Angelina (un software capaz de crear videojuegos enteros) son sólo algunos ejemplos de lo que se viene en un futuro cercano.

“Se espera que la Inteligencia Artificial se convierta en la mayor impulsora del gasto tecnológico en la próxima década.”

Sarbjit Nahal — Director ejecutivo, Bank of America Merrill Lynch

Realidad virtual y aumentada

La creación de espacios, de objetos digitales, de sonido envolvente, en fin, la experiencia sensorial en general tomará una importancia preponderante en todas las ramas de la industria cultural. Existen compañías pioneras como Nextvr que están planteando una nueva forma de ver un espectáculo en vivo o como ETT Solutions que realzan la experiencia de visitar un museo.

Y todavía no hablé de los videojuegos y del sector editorial en donde hay cosas igual de sorprendentes.

La creación de estas experiencias inmersivas podrá estar influenciada total o parcialmente por programas de inteligencia artificial capaces de desarrollar experiencias más innovadoras.

Blockchain

La cadena de bloques o “Blockchain” se utiliza ampliamente en el comercio de criptomonedas. Pero esa puede no ser su aplicación más disruptiva.

Los “smart contracts” o contratos inteligentes son el aporte colateral de Blockchain a las industrias culturales. Esta tecnología de código abierto promete revolucionar una parte fundamental de las industrias culturales: la gestión universal de los derechos de propiedad intelectual. El movimiento Open Music propone que todos los involucrados en la industria cultural (artistas, discográficas, editoriales, distribuidoras y sociedades de gestión colectiva) utilicen la cadena de bloques para realizar el seguimiento de sus activos.

De las tres, esta es la tecnología que presenta más dificultades en su aplicación porque hoy en día la información es dinero y poder, por eso no muchos están dispuestos a exponer y compartir con el mundo sus intereses. Con la excusa de la eficiencia y la transparencia se busca la desregulación de los Estados y sin dudas esto será motivo de amplios debates.

Como se aprecia, la tecnología se está convertido en la fuente misma de la creatividad. Pero esto no necesariamente significa que el humano sea desplazado de su rol creativo, o por lo menos eso opinan algunos expertos. La pregunta más adecuada sería si nos gustará más lo producido por una máquina o por un artista y cómo diferenciaremos a uno del otro.

Cuando se creó la guitarra eléctrica nadie imaginó que llegaría un tal Jimmy Hendrix y la usaría con distorsión creando así nuevos sonidos. De la misma manera, es imposible saber hasta dónde llegarán estas nuevas tecnologías cuando se las aplique a los procesos creativos.

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