La epopeya de la educación
Desde hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy cercana, pequeñas Leias y Lukes se han enfrentando por siglos a una educación diseñada e implementada para una era que ya no existe. Un ejemplo, son salas de clases que no han cambiado en casi nada desde el siglo XVIII; muestras arqueológicas dignas de un museo, no de escuelas en pleno siglo XXI.
La revolución industrial y la educación
Entornos de aprendizaje que fomentaban la memorización metódica, ordenada, enciclopédica y verbalista fueron implementados para entregar una educación alineada a las necesidades que generaba la revolución industrial. Se requería acelerar el crecimiento económico, por lo que se formó mano de obra calificada de forma masiva. [1]
Los objetivos de la educación en esta época reflejaban los puntos de vista de las clases altas de la sociedad; educar a la clase media con disciplina, alfabetizando a muchos niños en poco tiempo con el objetivo de moralizar, domesticar e integrar a nuevas generaciones de trabajadores para mantener el crecimiento económico, convirtiéndose así en los Stormtroopers de la revolución industrial.
La educación en el siglo XVIII sirvió principalmente para proporcionar una base de creencias y entendimientos comunes, para preparar a los estudiantes para una realidad que ya existía.
Pasaron los siglos, y los objetivos retrógrados de la educación creada en la era de la industrialización se mantuvieron. Al estilo del emperador Palpatine, nuevas generaciones de Stormtroopers se formaban de la misma manera que hace 200 años, en un mundo con una realidad totalmente diferente.
Los inicios de la Resistencia
John Amos Comenius, pedagogo del siglo XVII y padre de la resistencia o de la rebelión de la educación, impulsó la integración de la didáctica en la enseñanza. Comenius se propuso buscar y encontrar el método que permitiese a los docentes enseñar menos, y a los alumnos aprender más.
A través de la observación, llegó a la conclusión que los niños son capaces “de examinar todo por sí mismo, sin abdicación ante la autoridad adulta”, por lo cual planteaba la implementación de una pedagogía activa, donde los aprendices se sintieran involucrados realmente en el proceso de aprendizaje. Concluía, que este proceso se desarrolla desde la observación de la naturaleza y el respeto de sus leyes, elevándolo como “el único método eficaz”. [2]
Las palabras sólo deben ser aprendidas y enseñadas en su asociación con las cosas, ¿qué son las palabras sino el vestido o la envoltura de las cosas? — Comenius.
Lamentablemente, el trabajo de Comenius fue mayormente desconocido hasta el siglo XX. En la década de los 50, sus obras fueron traducidas a diferentes idiomas, y la UNESCO hizo conocido sus aportes, a través de la celebración del tercer centenario de la publicación de su mas célebre obra: Opera didáctica omnia.
El despertar de la fuerza
Movimientos como la “nueva escuela” comenzaron a florecer y propagarse a fines del siglo XIX. Didactas como Dewey, Montessori, Freinet y Piaget comenzaron a alzar sus voces durante el siglo venidero, sobre una educación activa centrada en los estudiantes.
La sociedad lentamente comenzó a ser consciente de la necesidad de cambiar los objetivos educacionales, tanto por los avances en la comprensión de los procesos de aprendizaje y de enseñanza (metacognición), como por la concientización de crear un futuro mejor y sostenible.
Para crear un futuro sostenible, debemos lidiar con la complejidad de los desafíos globales; el cambio climático o la erradicación del hambre, por ejemplo, son llamados “wicked problems” o “problemas retorcidos”.
Estos “problemas retorcidos” no pueden ser solucionados utilizando enfoques disciplinarios, ni interdisciplinarios. Sólo podrán ser, de alguna manera, resueltos a través de un trabajo transdisciplinario. Esta es la nueva realidad de nuestro mundo.
Esto quiere decir que especialistas que representan diferentes disciplinas deben interactuar colectivamente dentro del problema. Cada área deberá adaptar su enfoque para negociar una resolución innovadora con otros miembros del equipo, siendo el fin el de descubrir las conexiones ocultas entre diferentes disciplinas, que es donde radica la real posibilidad de solucionarlos. [3]
Si nos detenemos a pensar, la especialización sigue siendo necesaria para resolver estos desafíos, pero la clave está en la integración de los conocimientos y el desarrollo de las competencias para poder llegar a tal colaboración entre los actores.
Entonces, ¿cómo logramos que la educación forme a estas generaciones de “resolvedores” de desafíos complejos?. Una forma adecuada es incorporando enfoques educativos transdisciplinarios. Estos enfoques tienen como fin la integración curricular, disolviendo los límites entre las disciplinas convencionales. Organiza la enseñanza y el aprendizaje en torno a la construcción de significado, en el contexto de problemas o temas del mundo real. Los estudiantes son los que experimentan en primera persona en que consiste el proceso de trabajo transdisciplinar. Uno de los enfoques transdisciplinarios más conocidos actualmente, es el enfoque STEM-STEAM.
Es nuestro deber como adultos, apoyar, desarrollar e implementar los cambios que la educación requiere en esta nueva realidad, para proporcionarles a nuestros niños y jóvenes las competencias que necesitarán para enfrentar un futuro desafiante e incierto.
El siglo XXI nos ofrece la oportunidad de ser los Yodas de nuestras pequeñas Leias y pequeños Lukes. Una invitación que debemos abrazar con convicción todos: docentes, instituciones educativas, gobiernos y familias.
CONTINUARÁ…
¿Quieres leer sobre educación STEM-STEAM?
Visita la entrada ¿Qué es la Educación STEM/STEAM y porqué es importante?, en La República STEAM.
[1] Explaining the Origins and Expansion of Mass Education. 1985. John Boli, Francisco O. Ramirez and John W. Meyer
[2] El correo UNESCO: Juan Amos Comenius, Apostol de la educación moderna y de la comprensión internacional. 1957. María Magdalena Rabecq.
[3] Transdisciplinarity: A Review of Its Origins, Development, and Current Issues. 2015. Jay Hillel Bernstein.