La pistola P38 fue el caballo de batalla de la Wehrmacht

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6 min readFeb 2, 2016

El cabo primero del Ejército de Tierra estadounidense Ivan Schwartz sobrevivió al Día D y a la Batalla de las Ardenas gracias a que tuvo mucho, mucho cuidado.

Schwartz había desembarcado en la playa de Utah y cuando llegó a tierra la arena estaba cubierta de cadáveres y vehículos destrozados. Llevaba proyectiles de mortero de 81 mm. y se salvó por los pelos de morir cuando unos aviones aliados lanzaron sus bombas muy cerca de las líneas propias. Además se encargó de tender el cable de teléfono de campaña hasta un puesto de observador avanzado mientras se encontraba bajo fuego de artillería, una acción que le valió la Estrella de Bronce [Bronze Star].

Pero cerca de Saint Lo, Francia, el soldado de la Compañía D del 8º Regimiento de la 4ª División de Infantería, vio un objeto tirado en el suelo que atrajo su atención. “Vi algo envuelto en una especie de trapo azul,” le dijo Schwartz en el año 2000 a un investigador que se encontraba recogiendo testimonios orales de la guerra para el Centro de Investigación del Museo de Veteranos de Wisconsin. “Pensé ‘Eso que asoma parece la empuñadura de una pistola.’”

“Pensé, bueno, sea una trampa explosiva o no, ahí voy.”

Era la empuñadura de una pistola, de una P38, la popular, práctica, fiable y precisa pistola semiautomática que se suponía que iba a sustituir a la Luger en el Ejército alemán. “Así que me hice con una funda pistolera sobaquera y me llevé la pistola conmigo durante toda la guerra,” comentó Schwartz, que falleció en 2010.

Sobre estas líneas, unos soldados británicos comprueban varias pistolas P38s capturadas al enemigo. Imagen de dominio público. En la cabecera, una pistola P38 en el Museo del Kibbutz Yad Mordejai. Foto Bukvoed/Flickr

Sobre estas líneas, unos soldados británicos comprueban varias pistolas P38s capturadas al enemigo. Imagen de dominio público. En la cabecera, una pistola P38 en el Museo del Kibbutz Yad Mordejai. Foto Bukvoed/Flickr
Generalmente esa era la historia que había tras las pistolas P38 en la guerra. Sin embargo, las pistolas Luger se utilizaban más habitualmente como moneda de cambio o como un souvenir de guerra muy preciado, todo un objeto de colección debido principalmente a su relación con el Tercer Reich. Pero los soldados aliados que se encontraban una P38 en el campo de batalla o que se la quitaban a los soldados alemanes solían utilizarla como arma personal.

Resulta sencillo imaginar por qué. Puede que no tuviera el poder de parada [stopping power] de la M1911 en calibre .45, pero la P38 disparaba el cartucho nueve milímetros Parabellum (al igual que la Luger), que además era fácil de conseguir. Y no dejaba piezas expuestas que atrajeran la suciedad del campo de batalla (al igual que la Luger).

En resumen, la Luger era para coleccionar. La P38 para disparar.

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A pesar de su buena reputación técnica, la pistola Luger constituye una máquina complicada con varios inconvenientes.

Cuando se abre la recámara de la pistola, el brazo articulado del cierre se dispone formando un ángulo muy cerrado. Ese es el tipo de cuestiones mecánicas que hacen que la pistola resulte tan susceptible de sufrir interrupciones a consecuencia de la suciedad. Para más inri, como gran parte del armamento y equipo militar alemán de la 2ª Guerra Mundial, su fabricación resultaba muy costosa, lo cual fue una de las razones por las que la Wehrmacht adoptó la P-38, más barata.

A principios de los años 1930, en cuanto Adolf Hitler llegó al poder, los alemanes comenzaron a reconstruir discretamente su poderío militar. Entra en escena Walther, que era uno de los mejores fabricantes de armas de Alemania, con una sólida reputación gracias al éxito de sus pistolas Walther PP y PPK. Los maestros armeros de Walther partieron de un diseño que no llegó a fabricarse, desarrollado en 1929 por el vanguardista armero húngaro Pal Kiraly. Se trataba de un arma semiautomática de retroceso corto con acerrojamiento por giro bajo el cañón.

Entonces, los armeros de Walther le añadieron al diseño original algunas características que ya sabían que quería el Ejército de Tierra alemán, entre las que se incluía un martillo externo y varias medidas de seguridad tales como el indicador de “recámara cargada.” En 1938 (de ahí la denominación Pistole 38), después de unas cuantas modificaciones adicionales, la Wehrmacht adoptó la P38 y dotó con la nueva pistola sobre todo a las unidades de carros de combate, la niña de los ojos de Hitler en cuanto a fuerzas de combate alemanas se refiere.

Las dotaciones de los carros de combate alemanes ya llevaban la nueva pistola cuando arrasaron a las fuerzas polacas al principio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. A los alemanes les encantó la nueva pistola y pronto estuvo de dotación en todas sus fuerzas armadas. Alemania fabricó más de 1'2 millones de pistolas P38 en tres plantas de producción diferentes entre 1.938 y 1.946, casi un año después de terminar la guerra. Entre esas pequeñas ironías de la Historia de las armas de fuego, incluso Mauser, el fabricante de la Luger, produjo en masa pistolas P38 en sus plantas.

Pistola P1, variante de posguerra de la P38 de la Bundeswehr. Foto de Ralf Dillenburger/Bundeswehr

Pistola P1, variante de posguerra de la P38 de la Bundeswehr. Foto de Ralf Dillenburger/Bundeswehr
En realidad, fue tal la demanda que nunca hubo suficientes pistolas para todos los que la querían. La P38 no pudo llegar a sustituir todas las pistolas Luger antes de que terminara la guerra. Entre los motivos se encontraba el hecho de que todos los soldados alemanes en territorio ocupado tenían que llevar un arma en todo momento, excepto cuando estuvieran en la base. En muchos casos eso se tradujo en llevar una pistola encima, por lo que la cantidad de pistolas necesarias fue muy superior a lo que se esperaban los mandos militares alemanes.

Aquellos soldados que recibieron la P38 de dotación la tuvieron en muy alta estima. Se trata de una pistola precisa que se adapta muy bien a la mano y que tiene el peso adecuado para que el tirador pueda apuntar firmemente sobre un blanco. Además tiene un buen disparador que ayuda a que el tirador logre impactar en el blanco.

Como en el caso de otras muchas armas portátiles militares apreciadas por sus usuarios, resulta una pistola fiable con un mantenimiento muy sencillo, bastante más sencillo que el de una pistola Luger. En el Frente Oriental, donde abundaban el polvo y el barro, la pistola seguía disparando sin problema.

Sólo había un inconveniente. Los soldados alemanes estaban entrenados para desmontar, limpiar y lubricar ligeramente la pistola a diario. Sin embargo, los inviernos rusos eran tan fríos que los lubricantes para armas acababan totalmente congelados sobre el metal, lo cual daba lugar a interrupciones en las pistolas. Los soldados alemanes enseguida aprendieron que tenían que retirar todo el aceite de las piezas móviles de la pistola para que la P38 funcionara a la perfección, un mérito que se debe a su robusto diseño.

Después de la guerra, la pistola se mantuvo en uso debido a que se reunieron los excedentes de armas y fueron enviados a países con problemas de liquidez. En 1957, Alemania Occidental (República Federal Alemana) volvió a fabricar la pistola como P1 (Pistole 1) y se convirtió en la pistola reglamentaria de la Bundeswehr.

Francia y Checoslovaquia utilizaron la P38 hasta que fue sustituida por otras pistolas en los años 1960. Los portugueses utilizaron la P38 durante 20 años de guerras coloniales en Angola y Mozambique. La Policía sudafricana utilizó incluso una variante de la P38 hasta hace muy poco.

En cuanto a longevidad como arma práctica, la Luger no se le acercó ni de lejos.

Traducido por Jorge Tierno Rey, autor de El Blog de Tiro Táctico.

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