Una de las mejores películas de guerra que he visto nunca apenas tiene acción

‘Kajaki’ es un ejercicio de tensión

War Is Boring
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por KEVIN KNODELL

El implacable sol afgano pega con fuerza sobre un grupo de soldados británicos. Varios de esos soldados acaban de perder una pierna y gritan de dolor mientras otros le gritan a su experimentado sanitario y le preguntan qué hacen.

No les está disparando ningún talibán. No se trata de un combate con armas de fuego. Los británicos han caído en un antiguo campo de minas ruso sobre el que nadie les advirtió. Un paso en falso podría significar la muerte o perder una pierna. Esperan la llegada de un helicóptero que pueda sacarles de esta pesadilla.

Esto es Kajaki, titulada Kilo Two Bravo en Estados Unidos, una película británica de 2014 basada en la historia real de uno de los días más oscuros de Reino Unido en la guerra de Afganistán. Se trata de una de las películas sobre la guerra más desgarradoras que haya visto nunca. Y en ella prácticamente no se ve ningún combate real.

La trama gira en torno a las circunstancias que supusieron la muerte del Cabo Mark Wright cerca de la presa de Kajaki en la provincia Helmand en septiembre de 2006. Wright y sus compañeros se vieron atrapados en un campo de minas durante lo que les pareció una eternidad. Cada intento por sacarles de allí empeoraba las cosas, hasta que por fin llegó un equipo de pararrescatadores [Pararescue Jumpers (PJs)] del Ejército del Aire estadounidense para salvarles.

Los investigadores militares británicos concluyeron que una mejor inteligencia podría haber evitado la muerte de Wright y probablemente todo el incidente. La indignación pública después de esta tragedia obligó a realizar varios cambios en la doctrina militar británica.

La película, de financiación popular [crowdfunded], fue fruto del cariño que involucró a muchos militares veteranos británicos. Los beneficios fueron destinados a organizaciones en favor de los veteranos heridos.

Kajaki logra captar eficazmente tanto el terror como la locura de la dramática experiencia de estos soldados. Aunque la película dura poco más de una hora y media, parece mucho más larga. Pero ni mucho menos hay nada de malo en ello.

La tensión hace que todo parezca transcurrir más despacio. El trabajo de cámara es estrecho y claustrofóbico. No hay música ambiental, sólo el sonido del viento y el zumbido de las moscas que revolotean alrededor de los heridos. Cada vez que uno de los soldados se mueve, corre el riesgo de desencadenar otra explosión.

Cuando se detona una mina, la explosión es rápida y violenta. Muchas películas estilizan la guerra. La adaptación al cine de El Único Superviviente [Lone Survivor] que realiza el director Peter Berg prácticamente la idolatra. Pero Kajaki realiza un enfoque brutalmente auténtico.

Los profesionales del maquillaje y los efectos especiales de la película realizaron un gran trabajo para lograr unas escenas sangrientas de lo más realistas que se hayan visto jamás en una película. Las explosiones queman y mutilan a los soldados entre sus gritos. La carne desgarrada deja los músculos al descubierto mientras la sangre brota de la herida. Los que no están heridos se esfuerzan frenéticamente para aplicarles torniquetes a los heridos. Se lanzan los botiquines unos a otros para evitar pisar el mortífero suelo.

Es una película difícil de ver. Pero resulta aún más difícil mirar para otro lado. Tira de ti porque tienes que saber qué pasa después. Kajaki es una película única y probablemente una de las mejores que se hagan sobre la actual guerra en Afganistán.

Traducido por Jorge Tierno Rey, autor de El Blog de Tiro Táctico.

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