Una mujer quiere…
Una mujer despierta. Bosteza, caracolea, restriega la cara en la almohada, olfatea a su compañero que aún duerme. Se aprieta contra él un poquito. Se despereza. Se vuelve a apretar contra él. Le mordisquea la oreja hasta que él da señal de estar despierto con un gruñido tierno, una mirada entrecerrada, una sonrisa soñolienta.
Una mujer quiere amar y ser amada.
Una mujer hunde sus manos en la tierra. Busca raíces de plantas no deseadas y así dejar el espacio libre para la siembra. Arranca las raíces, esquiva una lombriz, rompe un terrón con los dedos. Uñas marrones de tierra, pies descalzos, pelvis baja, casi rozando el suelo.
Una mujer quiere servir a la tierra.
Una mujer se mancha los dedos de pintura. Mira el lienzo de cerca. Mira el lienzo de lejos. Pone notas de color como quien toca una melodía. Su cuerpo sigue el ritmo de sus pinceladas. Ella no guía su mano: los rostros pintados aparecen como por arte de magia desde el interior de su universo.
Una mujer quiere expresar su creatividad.
Una mujer aspira el aroma del guiso y deja que sus sentidos se exciten ante el inminente manjar. La calabaza dulce y anaranjada. La acelga blanda y nutritiva. La confiable y querida papa. Abre la boca y la lengua entra en juego. Su barriga parece cantar con placer.
Una mujer quiere alimentar su salud.
Una mujer mira hacia las estrellas. Reconoce solo una constelación, que parece mirarla a ella, como en espejo. Ve un ciervo, aunque sabe que nadie más lo ve. Para todos es la Cruz del Sur. Para ella es la Cornamenta del Ciervo. Y está bien así.
Una mujer quiere seguir soñando.
[Este texto fue inspirado por el Wild Woman Writing Challenge #4: What do women want? (Qué quieren las mujeres?) https://www.heatherjoflores.com/wildwomenwriters]
