El que quiera celeste, que defina su atributo

Martín Thompson
Wolox
Published in
6 min readJun 21, 2018

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Como diseñadores tenemos el desafío de generar una búsqueda y definición de ciertas ideas gráficas o valores conceptuales que se quieren transmitir, ya sea con atributos de trasfondo o por mera estética visual. En ese camino nos encontramos con variedad de obstáculos que tocan la subjetividad y fomentan la pluralidad de opiniones, cuando como comunicadores visuales lo que buscamos es que el mensaje sea claro para todo el público al que estamos haciendo foco.

Quiero compartirles mi mirada, teniendo como plus una realidad no tan común, como es la del daltonismo.

Qué es el daltonismo

Antes que nada, quiero introducir el concepto de daltonismo para los que no lo conozcan. Consta de ser una alteración genética hereditaria que afecta a las células receptoras de luz de la retina, principalmente a los conos. Existe un cono sensible a la luz roja, otro a la luz verde, y otro a la luz azul. Hay diferentes grados de daltonismo ya que puede afectar a cada uno de estos conos en distintas intensidades, como también diferentes tipos, soliendo ser más frecuente en los hombres (en un 8%) que en las mujeres (en un 1%, también teniendo ellas una diferencia biológicamente comprobada de detectar un mayor rango de colores).

En mi caso, me detectaron daltonismo leve (tricromático anómalo en el cono verde y rojo) en un análisis médico en la secundaria, a lo que tuve que responder ante la pregunta: “No vas a estudiar nada relacionado a colores, ¿no?” Ehhh, ¿diseño gráfico? ¡ah! y me gusta sacar fotos.

Cómo afecta al diseño

Dentro de lo que es gráfico, generalmente se usan dos modelos de color para la producción: RGB (Red, Green, Blue) ó CMYK (Cyan, Magenta, Yellow, Key). El sistema RGB es usado para lo que es producción digital y funciona como síntesis aditiva, es decir, la suma de todos los colores determina como resultado el blanco. En el caso de CMYK, es el modelo por excelencia para lo que es imprenta, y emplea síntesis sustractiva donde la suma de los colores primarios sustractivos da negro.

A groso modo, funciona como la pintura, la cocina, y hasta un poco de matemática. Teniendo las nociones de los colores y cómo se complementan entre ellos podemos ir ecualizando las proporciones y cantidades en nuestras herramientas de diseño que usemos para llegar de modo perceptivo al color deseado. Así, en mi caso, sé que si quiero usar un naranja lavado (o lo que yo considero uno de estas características), voy a usar 255 de Rojo, es decir el rojo en su totalidad, la mitad de Verde para acercarme al amarillo, y un poco de Azul para acercarlo al blanco y generar un estilo más pastel.

Durante el proceso

En la etapa de UX, no hay mayores inconvenientes al tener que trabajar en escala de grises y poner el foco en las jerarquías, niveles de información, y estructura del producto. Pero, cuando comenzamos con la etapa de UI, si en la etapa previa determinamos tres tipos de botones que varían sólo por el peso del fondo o su opacidad, cuando se le tenga que aplicar color, podría suceder algo como lo siguiente, donde la acción secundaria termina teniendo mayor peso visual que la principal, y por ende puede competir en un flujo determinado donde nos desvíe el foco del usuario:

Haciendo algunos ajustes previos, podemos determinar de una mejor manera cuáles serían las jerarquías de esos botones y evitar confusiones:

Maldita subjetividad

Como vimos previamente, las mujeres tienen un mayor espectro de detección de colores que el hombre, pero ¿es éste el único factor para tener en cuenta a la hora de elegir un color y que estemos alineados?
Un ejercicio que me divierte hacer como daltónico es compartir con otras personas un color que tengo dudas de usar y consultarles, cual test de Rorschach, “¿qué color ven?”. Resulta muy interesante, y complejo a la vez, escuchar la variedad de opiniones que hay sobre un solo color o las cualidades que pueden llegar a aplicarle para poder expresar qué transmite. Mismo en otras industrias que el color es primordial a la hora de vender sus productos, como la indumentaria o pinturería, podemos ver una gran variedad de cualidades y personificaciones de esos colores. Tomando por ejemplo sólo el color blanco, podemos encontrar en una pinturería definiciones para sus variaciones como: “Después de la lluvia”, “Marfil elocuente”, “Precioso momento” ó “Blanco terraza”. Del mismo modo, en indumentaria podemos encontrar: “Blanco zinc”, “Hueso”, “Blanco yeso” ó “Crudo”; y no sólo en estos dos rubros. Si indagamos un poco más, el público finlandés tiene 40 palabras diferentes para hacer alusión a los distintos tipos y estados de la nieve -blanca- que pueden abrir mucho más esta brecha.

“Ponele diseño”

Cuando en un proyecto llegamos a la etapa de UI, la idea es potenciar gráficamente la experiencia del usuario, las interacciones, y darle la identidad visual que el producto necesita. Si el cliente no tiene un manual de marca y hay que crear la identidad juntos, desde un primer paso lo que solemos hacer es ir acercándonos de a poco y retomar o definir los valores más abstractos que se quieren transmitir con el producto, asociándolos a cualidades gráficas.

Para esto hacemos diferentes moodboards, donde proponemos una recolección de referentes, ilustraciones, fotografías, y todo lo que pueda aportarnos a dar un pantallazo de la gráfica que queremos emplear. Pero lo más importante es si refleja o no lo que queremos transmitir, entendiendo también que la identidad de un producto no pasa sólo por colores, sino por un combo de decisiones en cuanto a color, tipografía, iconografía, ilustración, uso del espacio, composición, voz, tono, contenido, transiciones y movimiento.

También, otro criterio que debemos tener en cuenta, es la legibilidad, que aporta a la accesibilidad de nuestro diseño. ¿Te pusiste a pensar, por ejemplo, hasta qué combinaciones de valores de gris es legible un texto? Hace poco encontramos este sitio web, que a partir de ciertos estándares determinados por la W3C (World Wide Web Consortium), nos indica si los valores cromáticos elegidos para texto y fondo tienen el contraste correcto.

Así, de a poco, nos vamos atando a estos valores que queremos comunicar y acortamos las mil y una vueltas que puede llegar a ser seleccionar un camino o partido gráfico.

Creo que como diseñadores tenemos que trabajar en la concientización a la hora de debatir y congeniar en los aspectos más finos y sensibles de dispersión que puede generar la creación de un producto, manteniendo la constancia ante todo. No estoy diciendo así, que no hay que considerar casos de uso, pero sí mantener el eje central y las principales acciones que nuclean todo, sosteniendo la firmeza en las decisiones de diseño que se tomen y tenerlas a flor de piel en el trayecto del proyecto, que al fin y al cabo, es por lo que los usuarios van a encontrar el diferencial y mantener el uso recurrente.

Apartémonos de la idea mágica de pincelar gráfica, no nos quedemos sólo con el fin estético del diseño, y pensemos en cómo el usuario lo va a leer, pensar, usar e interpretar.

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