Agricultoras rompen con la violencia económica en sus hogares
Mujeres nicaragüenses explican cómo superaron viejos paradigmas machistas y fortalecieron sus relaciones de pareja.
La violencia económica es considerada una forma de machismo en las relaciones de pareja que incluye el control del dinero y de los bienes materiales de uno de sus miembros sobre el otro. En este tipo de violencia se desvaloriza el trabajo y el rol desempeñado en el hogar y se prohíbe a la pareja, generalmente a las mujeres, proyectarse personalmente y asumir liderazgo en los ámbitos, técnicos, profesionales y/o productivos.
“Hay hombres que no valoran el trabajo de las mujeres”.
“Hay hombres que no valoran el trabajo de las mujeres. Nosotras siempre teníamos que quedarnos en las casas, cocinando, limpiando, lavando mientras ellos salían a la calle a divertirse. Nosotras también tenemos derechos”, dijo Pastora Sevilla, de 66 años, al brindar su testimonio a un grupo de mujeres agricultoras en Condega, departamento de Estelí, Nicaragua.
Hasta hace poco tiempo, a Sevilla, pequeña agricultora de maíz y frijoles le daba pena hablar en público. “En las reuniones me escondía, me arrinconaba, porque no quería que me preguntaran a mí. Yo temblaba y me ponía helada. Ahora me siento siempre adelante y tomo la palabra”, dice esta productora socia de la Cooperativa Multifuncional 27 de Junio “Paz y Reconciliación”.
Por su parte, Mary Luz Matute, de 30 años y socia de la Cooperativa Nuevo Horizonte, poseía tierra por haberla heredado de su padre, pero era su esposo Eliú Cárcamo, de 31 años quien se ocupaba de sembrarla y de administrar el dinero de la cosecha. Mary Luz tampoco participaba en la toma de decisiones en el hogar.
“Yo no sabía nada de la tierra ni de los insumos. Pero las mujeres debemos empoderarnos, tener opiniones y salir adelante para no depender del esposo, porque se han dado casos de que la pareja se separa y la mujer se queda sin nada. Empoderadas sabemos trabajar y tenemos cómo sobrevivir”, afirma Mary Luz.
A través del programa “Apoyo a los pequeños productores y productoras para aumentar su productividad, calidad y acceso a los mercados”, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) inició la Estrategia para la Promoción del Empoderamiento Económico de las Mujeres.
Con esta iniciativa las agricultoras fortalecieron sus capacidades sobre comercialización, educación financiera, elaboración de planes de negocios, que abarcó el registro de ingresos y egresos, costo total de producción, negociación y uso y administración de crédito. Pero además se incluyó género, liderazgo, autoestima, violencia basada en género, derechos humanos, entre otros.
Se gana confianza y se aprende a administrar la tierra
Mary Luz y Pastora participaron en las reuniones y talleres del Grupo de Empoderamiento Económico de las Mujeres. “Con estos talleres fui ganando confianza. Aprendí cómo administrar mi tierra y decidí sembrarla primero con maíz. Como me fue bien, decidí sembrar también frijoles. Me empoderé. Ahora sé cuánto me cuesta producir cada quintal y a cuánto lo debo vender para obtener ganancia”, dice Mary Luz, ahora orgullosa de producir su tierra, administrar sus ingresos y ser la dueña de su propia vaca que produce leche para la familia.
Unos años atrás, Pastora se levantaba al igual que su esposo Juan Adolfo Benavidez a las 2 de la mañana. “Le hacía la comida y algunas veces me iba con él a la plantación y me quedaba ayudándole para sacar la cosecha. Pero la cosecha salía y yo no “veía nada” (de dinero”)”, afirma.
“Después de recibir los primeros temas de género comencé a cambiar. Hasta le dije a mi esposo que tenía que ir conmigo a los talleres para que aprendiera”
“Después de recibir los primeros temas de género comencé a cambiar. Hasta le dije a mi esposo que tenía que ir conmigo a los talleres para que aprendiera”, asegura. Pastora ya compró una casa, instaló un negocio y ahorra la mitad de todo lo que gana para su futuro y el de su familia, incluyendo sus cuatro hijos a los cuales envió a estudiar a la universidad.
Pero estas agricultoras no solo se han apropiado de los nuevos conocimientos, sino que también los están compartiendo con sus esposos y han fortalecido su relación de pareja. Pastora y Mary Luz ahora trabajan la tierra con ellos, utilizan las técnicas productivas aprendidas, toman decisiones en conjunto y administran juntos los ingresos del hogar, rompiendo los viejos paradigmas del control económico del hombre sobre la mujer.