Al Este con las Naciones Unidas

Cintia Rocco lo dejó todo en Uruguay para regresar a África y unirse al Servicio Aéreo Humanitario de la ONU (UNHAS)

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Primer vuelo en solitario en un Pilatus PC-7. Foto: Fuerza Aérea Uruguaya (FAU)

Al amanecer, Cintia Rocco se sube a un bus de las Naciones Unidas llevando su mascarilla o cubrebocas, un chaleco amarillo fluorescente y un portapapeles. Mientras avanza, el bus de Cintia es sacudido cada vez que cae en un bache en la calle o cada vez que el conductor esquiva los trabajos en la vía y a los Esprits de Mort (Espíritus de la Muerte), esos buses amarillos llamados así por el manejo temerario de sus conductores. También debe esquivar numerosos mototaxis y gente que cruza corriendo las carreteras. Finalmente, el bus llega a su destino: la terminal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el aeropuerto N’Djili de Kinshasa, República Democrática del Congo (RDC).

En su calidad de oficial de aviación con el Servicio Aéreo Humanitario de la ONU (UNHAS), administrado por el Programa Mundial de Alimentos (WFP), Cintia ha venido a controlar el check-in de los pasajeros en uno de los vuelos regulares que llevan trabajadores humanitarios de Kinshasa a la zona de crisis en el este del país, a 2.000 kilómetros de la capital.

Cintia en el aeropuerto N’Djili de Kinshasa. Foto: UNHAS

“Cada vez que vengo al aeropuerto pienso en los días en que venía aquí y me subía a la cabina”, dijo Cintia, quien antes de unirse a UNHAS era piloto de la Fuerza Aérea Uruguaya. Eso incluyó un período con MONUSCO, la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en la República Democrática del Congo.

“Siempre quise ser pilota, desde pequeña”, confió.

Cintia es una ferviente admiradora de Beryl Markham, la primera aviadora que cruzó el Atlántico Norte de este a oeste, y de vez en cuando cita sus memorias de Al oeste con la noche.

Markham era la hija de un entrenador de caballos de carreras inglés que se estableció en Kenia, entonces parte del África Oriental Británica a principios del siglo XX. Hizo venir a su hija cuando cumplió cuatro años en 1906, lo que permitió a aquella pasar su infancia vagando salvajemente por los matorrales. Cintia tuvo una educación más convencional y trabajó mucho en la escuela.

Con su helicóptero Bell 212 en Kasika, RDC. Foto: Unidad de Aviación Uruguaya

Si Markham voló hacia el oeste, Cintia viajó hacia el este — 10.000 kilómetros al este, en 2016 con un equipo de la Fuerza Aérea de Uruguay desplegado en la República Democrática del Congo, una de las emergencias humanitarias más complejas y prolongadas del mundo.

“Fue solo en la República Democrática del Congo que realmente me di cuenta del papel vital que desempeñan los servicios aéreos en situaciones que amenazan la vida, y del maravilloso trabajo que hacen los trabajadores humanitarios en lugares como este”, dijo Cintia.

Rodeada de niños en Penekusu, RDC. Foto: Unidad de Aviación Uruguaya

Cintia voló helicópteros para la MONUSCO, en particular un Bell 212. Sus recuerdos de mayor orgullo y más dramáticos son de evacuaciones médicas: mirar a los ojos a un niño que necesita atención médica urgente después de recibir un disparo en un ataque a su aldea; aterrizar en un campo de fútbol, y volar en ayuda de los soldados tanzanos de las fuerzas de mantenimiento de la paz, quienes habían sido desplegados para luchar contra los insurgentes, pero habían contraído una cepa grave de malaria. Sin transporte aéreo, las evacuaciones habrían sido imposibles.

Cintia voló para MONUSCO durante poco más de un año. Comparado con su país, volar en la República Democrática del Congo fue difícil. El clima y el terreno, que incluyen vastas extensiones de bosque ecuatorial y volcanes activos, representan grandes desafíos, particularmente en un helicóptero. Después de su paso por la MONUSCO, Cintia regresó a Uruguay. “Pero sentí que faltaba algo. Mi corazón se había quedado en la República Democrática del Congo”, dijo.

Un babuino reclama a Cintia su parte de una banana en Rwindi, RDC. Foto: Unidad de Aviación Uruguaya

“Cuando surgió la oportunidad de unirme a UNHAS y regresar a África, la aproveché. Dejé atrás mi querida carrera, mi familia, mis amigos y mi casa para comprometerme con este trabajo sin saber realmente si encajaría o si superaría el contrato inicial de seis meses”, dijo Cintia.

Un año después, no se arrepiente. Su función actual implica una gran cantidad de trabajo de escritorio, como la redacción de propuestas de financiación, pero también hay componentes prácticos importantes, como la planificación de vuelos y la supervisión de despegues y aterrizajes.

Cintia cree que sus días como piloto que ha volado en entornos desafiantes le permiten comprender las necesidades de los operadores con los que trabaja UNHAS. Desde que se unió a UNHAS, tiene una comprensión más profunda de todo el duro trabajo que implica la preparación de un vuelo sin problemas, más allá del papel del piloto y la tripulación.

Promoción 2012, Escuela Militar de Aeronáutica. Foto: Fuerza Aérea Uruguaya (FAU)

Muchos de los lugares de la República Democrática del Congo que más necesitan asistencia humanitaria no la recibirían si no fuera por UNHAS, ya sea porque no hay acceso por carretera o porque los grupos armados hacen que el acceso por carretera sea demasiado peligroso.

Las operaciones del UNHAS son posibles gracias a las generosas contribuciones de los siguientes donantes: Canadá, Suecia, UKaid, USAID, Ministerio de Salud de la RDC, Grupo del Banco Mundial, Asistencia Humanitaria de Alemania, Naciones Unidas, ECHO.

Conozca más sobre el trabajo de UNHAS (en inglés)

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