Alemania contribuye con las familias afectadas por los huracanes Eta e Iota

WFP entrega alimentos e insumos para la recuperación de medios de vida

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Vanesa Collins traslada los alimentos en su cayuco de remos hasta su comunidad después de recibirlos en la ribera del río Coco. Foto: WFP/Heydi Salazar

Zelmira Zamora y Vanesa Collins son de Cabo Gracias a Dios, una comunidad rodeada por ríos, lagunas y el mar en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN), que fue azotada por los huracanes Eta e Iota. Las dos mujeres indígenas y otras familias llegan en cayucos (botes) de madera hasta el punto de la distribución de los paquetes de alimentos que entregó el Programa Mundial de Alimentos (WFP).

“En nuestra comunidad hay madres solteras, viudas, huérfanos. No hay dinero ni trabajo. ¿Cómo vamos a comprar comida? En nuestras casas sólo cocinamos una vez al día. A los estudiantes les dan comida en la escuela, pero los adultos no teníamos alimentos”, explica Zamora en su idioma natal, el miskito.

Zelmira Zamora acompaña a su comunidad en el traslado de los alimentos. Foto WFP/Heydi Salazar

Cabo Gracias a Dios es una de las comunidades más alejadas del país. Su acceso es por el mar o por los ríos que son afluentes del gran río Coco, que separa a Nicaragua del vecino país, Honduras. Está habitada por 490 familias de origen miskito que dependen de la agricultura y la pesca artesanal.

La precariedad de las casas y de los medios de vida, así como la vulnerabilidad de la zona, fueron factores fundamentales para que los fuertes vientos y lluvias, así como las inundaciones que provocaron Eta e Iota, destruyeran los cultivos de arroz, frijoles y tubérculos (yuca, quequisque y malanga) que constituyen la base de la alimentación de las familias indígenas.

La República Federal de Alemania fue uno de los primeros países en atender el llamado del WFP para responder a esta emergencia. Su contribución de 2.5 millones de dólares permitió brindar alimentos de manera inmediata en los albergues a las personas evacuadas de sus comunidades.

También complementó el refuerzo de la merienda escolar, que proporcionó un segundo plato de alimentos calientes en las escuelas y la entrega de paquetes de alimentos para llevar a casa a las familias de los estudiantes de pre escolar y primaria. Así mismo, las familias de las zonas más afectadas recibieron bonos de recuperación de medios de vida que incluyeron semillas, plantas, herramientas de trabajo y bio insumos para disponer de alimentos en la etapa de recuperación temprana.

Comunidades en primera línea de acción

WFP transportó los alimentos desde la zona del Pacífico hasta el Caribe, unos 460 kilómetros, primero por tierra y después en barcas para acercarlos lo más posible hasta Cabo Gracias a Dios. Los comunitarios remaron un trecho en sus pequeños cayucos de madera por los ríos más angostos y de menor caudal, donde no entran botes grandes para recibir los alimentos.

Las familias se organizan para ir todos juntos a retirar los alimentos que trajeron los cayucos ya que los botes más grandes que viajaron grandes distancias no pueden llegar hasta este punto. Foto WFP/Heydi Salazar.

“Venimos a traer estos alimentos porque los necesitamos, son para nuestras familias y especialmente para los niños”, dijo Collins antes de cargar los alimentos en su cayuco y salir de regreso a su comunidad, ubicada a unas dos horas remando.

Cuatrocientos niños y niñas asisten a la escuela de Cabo Gracias a Dios, incluyendo los hijos de Collins. En este centro del Ministerio de Educación, madres y padres de familia preparan voluntariamente las dos tandas de merienda que se entregan a la hora del recreo y antes de salir de clases. La organización de la población y de la comunidad educativa fueron fundamentales para la implementación de los programas de respuesta a la emergencia.

El Embajador de Alemania en Nicaragua, Christoph Bundscherer, conversa con un poblador de Karatá, a orillas del Mar Caribe, pocos días después que los huracanes destruyeron el poblado.

“Yo doy muchas gracias a quien da esta comida. Porque gracias a ella los estudiantes tienen lleno el estómago y tienen fuerza. En el colegio los niños comen y llegan llenos a la casa”, dice Zamora quien camina apoyándose en un bastón debido a problemas en sus rodillas. Aunque ella no tiene niños en la escuela llegó con mucho esfuerzo a apoyar el traslado de los alimentos. “Yo vengo a ayudar porque me gusta ver a los niños comiendo, eso me llena de alegría”, comentó.

Pocos días después del paso de los huracanes, el Embajador de Alemania en Nicaragua, Christoph Bundscherer, visitó la costa Caribe, conoció directamente de las familias las afectaciones que sufrieron y dijo sentirse muy conmovido. En Karatá, una de las poblaciones más golpeadas, se solidarizó con los pobladores y participó en la entrega de alimentos.

Los comunitarios retiran y trasladan sus alimentos hasta los cayucos que dejaron en los ríos más pequeños para llevarlos hasta la aldea de Cabo Gracias a Dios. Foto: WFP/Heydi Salazar

“WFP agradece el continuo respaldo de Alemania que ha sido tan valioso para llevar a cabo los programas que representan un alivio para las familias más vulnerables. Su colaboración nos permitió entregar en escuelas y comunidades alimentos e insumos para la recuperación temprana de los medios de vida en los momentos más necesarios contribuyendo con su seguridad alimentaria”, expresó la Representante de WFP, Giorgia Testolin.

Conoce más sobre el trabajo del WFP en Nicaragua.

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