Alimentos de calidad en la frontera

Comedor cucuteño sirve 2.000 platos diarios en su mayoría a migrantes necesitados.

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Voluntarios esperan con comidas calientes a los beneficiarios que llegan diariamente. Foto: WFP/Deivid Torrado

La Parada es un barrio de Villa del Rosario, ubicado dentro del área metropolitana de la ciudad de Cúcuta, y sitio obligado de entrada de migrantes que cruzan el cercano puente Simón Bolívar que une a Venezuela con Colombia.

Es allí, en el epicentro migrante de esta región colombiana, donde el Programa Mundial de Alimentos (WFP) apoya a socios que ofrecen comidas calientes en comedores comunitarios a venezolanos que huyen de su país y a colombianos que retornan en busca de mejores condiciones de vida.

La necesidad es grande en la frontera con Venezuela. Este comedor en Cúcuta sirve 2.000 platos al día. Fotos: WFP/Deivid Torrado.

Y es en la Casa de Paso de la Divina Providencia, dirigida por el padre David Cañas de la Diócesis de Cúcuta, en donde miles de personas en alta vulnerabilidad llegan cada día por una ración de pan con chocolate para el desayuno y por un almuerzo balanceado servido por un grupo de 25 voluntarios, la mayoría de ellos también venezolanos.

Los voluntarios, en su mayoría venezolanos, colaboran diariamente en las labores de este comedor. Fotos: WFP/Deivid Torrado.

Amor: ingrediente principal

Este comedor, apoyado por WFP y otras organizaciones, es comandado por una mujer con 8 años de experiencia en restaurantes: Fabiola Ruiz. Ella añade a los ingredientes su toque personal de cariño en servir a los demás y ayudar a los que menos tienen.

Fabiola Ruiz añade mucho amor a lo que hace. Ella coordina la cocina de este comedor comunitario. Foto: WFP/Deivid Torrado

Fabiola comienza a dirigir su grupo de voluntarios y colaboradores desde muy temprano en la mañana. Mientras unos descargan el camión que trae las cajas de cebollas, tomates, plátanos, fríjoles, pollo congelado, huevos, papas y demás productos, otros los acomodan en la bodega.

Al mismo tiempo, otro grupo se encarga del desayuno, pues ya hay cientos de personas esperando por pan y chocolate caliente. Y desde esa hora matutina, el resto de voluntarios pica, corta, mezcla y prepara lo que será el almuerzo: Carne y pollo guisado, arroz, fríjoles, plátano y jugo de piña.

Alimentos frescos y variados conforman la dieta sugerida por WFP para brindar las calorías necesarias a los migrantes. Fotos: WFP/Deivid Torrado.

Mientras supervisa la cocción de los alimentos, Fabiola explica: “En esta Casa de Paso ofrecemos un menú balanceado en proteínas y carbohidratos, y tratamos de que las porciones sean suficientes para que las personas queden satisfechas y se vayan contentas. A veces hacemos ensalada o le agregamos las verduras a la carne.”

Voluntarios con corazón

Así como Fabiola, el grupo de 25 voluntarios no se queda quieto ni un momento. David Chávez, venezolano, con un año de permanencia en La Parada, explica que aparte de conseguir todos los días comida caliente, se hizo voluntario en la Casa de Paso por su vivencia personal: “Me sale del corazón ayudar a mis hermanos venezolanos. Yo viví la necesidad que hay en Venezuela. Sé que muchas personas duermen en la calle. También a mí me tocó duro al principio cuando llegué.”

David Chávez ofrece su ayuda como voluntario para preparar comida caliente a sus hermanos venezolanos. Fotos: WFP/Deivid Torrado.

Mientras David corta habichuelas para el guiso del almuerzo, explica: “Aquí preparamos comida venezolana para que ellos (migrantes) se sientan como en casa. Como casi todos los voluntarios somos venezolanos, ya nosotros sabemos qué preparar y qué les gusta.”

David menciona que sufrió mucho trabajo cuando llegó a La Parada, y por ello es que comprende a las personas que llegan todos los días a buscar alimento. Lo hace con el mismo cariño con el que muchos colombianos le abrieron las puertas y le ayudaron a mejorar su situación. “Todos merecemos ser recibidos de esa forma,” concluye.

Beneficiarios satisfechos

Yohelis Gamarra es una de las personas beneficiadas en este comedor comunitario. Ella es enfermera, y mientras busca trabajo en la ciudad de Cúcuta, llega todos los días con su familia a recibir los alimentos que le dan la fuerza necesaria para seguir adelante.

Yohelis Gamarra (izq.) disfruta con su familia un momento de alegría durante el almuerzo. Foto: WFP/Deivid Torrado.

Yohelis comenta cómo llegó al comedor: “Me enteré de este comedor por medio de otros venezolanos que me comentaron. Vimos la calidad de la comida, y es un alimento completo. Es un gran beneficio porque los pesitos que uno agarra sirven para ahorrar. No podemos gastar en comida en la calle porque entonces no hacemos nada. Es una gran ayuda: es el desayuno; es el almuerzo. ¡Y de paso es una comida buena!”

Anahis Briceño renunció a su trabajo en Venezuela y llevaba un mes en Colombia cuando la conocimos. Al llegar a La Parada se dio cuenta que tenía que hacer algo para subsistir. Entonces vendió su cabello, una práctica común en esta zona fronteriza.

Anahis Briceño hace una pausa diaria para alimentarse en el comedor de La Divina Providencia. Ella recorre las calles de La Parada vendiendo limonada. Foto: WFP/Deivid Torrado.

Anahis, quien ya ha asistido varias veces al comedor, opina que la comida es de muy buena calidad: “Hoy comimos lentejas, plátanos, pollo. La comida es muy variada, balanceada. Yo no llegué en desnutrición, pero sí hay gente que ha llegado en desnutrición y ahora tú los ves en otras condiciones.”

WFP ha respondido a esta crisis migratoria con un plan que incluye la atención alimentaria de emergencia en tres departamentos cruciales con población migrante: Arauca, La Guajira y Norte de Santander. Recientemente se incluyó el departamento de Nariño, en la frontera con Ecuador.

Se estima que mas 1 millón de migrantes ha cruzado la frontera y cerca de 940.000 se han quedado en Colombia. De éstos, el 90% no sabe de dónde vendrá su próxima comida.

Para conocer más sobre la respuesta de emergencia de WFP, oprimir en el siguiente enlace.

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