Cambiar comportamientos hacia el Hambre Cero es un ejercicio de diálogo. ¡Hablemos!
¿Qué comen las personas? ¿Cómo? ¿Por qué lo hacen? ¿Cómo podemos generar un cambio positivo?
Desde el Programa Mundial de Alimentos, reconectamos con la tradición de comunicación para el desarrollo en América Latina y pensamos cómo puede ser catalizadora de oportunidades de cambio hacia/con las personas a las que servimos. Estas son algunas ideas que compartimos del primer taller regional sobre Comunicación para el Cambio Social y de Comportamientos.
“Más 40 millones de personas sufren de hambre en América Latina y el Caribe”, son las cifras que hacen titulares. Sin embargo, la situación es mucho más compleja e inquietante. Por detrás de las portadas, las estadísticas dicen que son las mismas niñas y niños, mujeres, poblaciones indígenas, familias rurales, pobres, las que hacen subir los números tanto de desnutrición como de sobrepeso/obesidad: una doble carga que les llega “en combo” — y no necesariamente al precio de una.
La región ha logrado avances significativos en la reducción de la desnutrición en los últimos 20 años, sin embargo, las familias más pobres aún gastan la mayor parte de sus ingresos en comida. Las barreras para acceder a alimentos nutritivos tienen raíces tanto en la estructura como en las representaciones sociales — normas, imaginarios, relaciones, actitudes, comportamientos, prácticas — , lo que resulta en el mismo segmento de la población comiendo demasiados alimentos no saludables, y demasiado poco de los que realmente necesita.
América Latina y el Caribe está cambiando; las ideas sobre lo que es “normal” en términos de dieta están cambiando también.
Desmontar esa noción de normalidad en materia de alimentación implica un desafío no solo para quienes hacen políticas públicas, sino también, para quienes intentamos hacer notar los imaginarios detrás de las cifras. Las intervenciones específicas de nutrición no son suficientes. Romper el ciclo que conduce a ese “combo” empieza por intentar que los números hablen, por construir nuevos relatos en diálogo con las percepciones, las emociones, las aspiraciones por detrás de las decisiones alimentarias de la gente.
Y ese es, esencialmente, un cambio comunicacional. O lo que es lo mismo, un cambio en el hilo de la conversación.
Cinco ideas sobre ese ejercicio desde América Latina y el Caribe:
Cambiar para bien es bueno
La malnutrición amenaza a las poblaciones más pobres y vulnerables, también en riesgo de desastres de origen natural, conflictos y crisis migratorias. Sus efectos a corto, mediano y largo plazos sobre las personas y los países tendrán un efecto dominó si no se aborda con enfoque de ciclo de vida en todos los niveles y con programas sensibles a la nutrición. Especialmente, al nivel de las personas y relaciones entre ellas, donde todos los comportamientos tienen su raíz. La comunicación está en el centro de esos esfuerzos.
El cambio por motivación propia es mejor
La Comunicación para el Cambio Social y de Comportamientos es una herramienta para diseñar, implementar, monitorear y evaluar estrategias efectivas para mejorar las conductas y prácticas relacionadas con la alimentación. Pero este equipaje de herramientas solo tendrá sentido si las personas involucradas están en el centro de su gestión: requiere que los individuos y las comunidades reconozcan la necesidad de cambio y lideren la transformación.
Comencemos por un giro en la pregunta: ¿Qué está ocurriendo? a ¿Por qué está ocurriendo?
Los comportamientos, las prácticas y las normas culturales/sociales están en la base de la malnutrición. Sin embargo, debajo de estos factores hay problemáticas mucho más profundas, a veces difíciles de detectar. Diseñar programas y políticas que comiencen a partir de las motivaciones, barreras y dinámicas en la vida cotidiana de las personas es el primer paso hacia un cambio sostenible en materia de nutrición.
Y compartamos las respuestas
Comunicación significa compartir; la Comunicación para el Cambio Social y de Comportamientos tiene esa aspiración básica. Cambiar comportamientos hacia el hambre cero es un ejercicio de diálogo. ¡Hagamos que esa conversación empiece!