Cuando la alimentación es prioridad
Para Adalgiza Peña, garantizar que su familia tenga una alimentación adecuada es una prioridad, en especial cuando la sequía ha destruido sus parcelas.
“Que mi familia esté bien alimentada es lo más importante para mí, porque mis hijos me lo agradecerán”, afirma la agricultora de vocación, pero maestra en formación Adalgiza Peña García, de 40 años, originaria de Cardón en la provincia de San Juan de la Maguana.
Una de las zonas más secas de la República Dominicana
En el pasado, Adalgiza cultivaba maíz y guandúles en su parcela familiar y poseía algunos animales para alimentar a su familia y tener un ingreso.
Pero San Juan de la Maguana, localizada en la región sur de la República Dominicana, es una de las provincias que ha sido más afectada por la sequía, por lo que nuestra entrevistada perdió sus medios de vida.
Adaptar los hábitos alimenticios al clima cambiante
El caso de Adalgisa retrata la fragilidad de los medios de vida de quienes viven en zonas vulnerables a patrones erráticos del clima, como las sequías recurrentes en la República Dominicana. La destrucción de los cultivos es devastadora para su economía, seguridad alimentaria y nutrición.
Por ello, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) impulsó una serie de actividades con Adalgisa y otros habitantes de San Juan de la Maguana para fortalecer sus conocimientos sobre nutrición y alimentación saludable.
Estas actividades se lograron gracias al proyecto “Fortalecimiento de la resiliencia y mejora de conocimientos de nutrición para el cambio de comportamientos y hábitos de alimenticios de la población en la provincia de San Juan con enfoque transformador de género”, que fue financiado por el Fondo Canadiense de Iniciativas Locales de la Embajada de Canadá.
Uno de los objetivos del proyecto fue la generación de conocimientos y buenas prácticas en educación nutricional resiliente. En otras palabras: lograr que los habitantes en San Juan de la Maguana adapten sus hábitos alimenticios adecuadamente a contextos cambiantes — como las emergencias producto de sequías e inundaciones recurrentes — sin arriesgar su seguridad alimentaria.
Las capacitaciones y talleres para variar la dieta
En estas capacitaciones y talleres sobre cocina saludable, manejo de alimentos y cómo lograr el Hambre Cero, participaron madres, jóvenes y líderes comunitarios, quienes también recibieron instrucción sobre la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
La participación de estas personas ayuda a garantizar la sostenibilidad de cualquier intervención futura ya que podrán trasferir los conocimientos adquiridos, dar seguimiento y convertirse en la primera línea de cambio de hábitos en la comunidad.
Hasta hace unos meses, Adalgiza no tenía conocimiento sobre cómo variar su dieta y la de su familia. “Siempre cocinaba lo mismo, ahora he aprendido nuevas recetas y a mis hijos les gusta”, dijo Adalgiza. Entre esas recetas, se encuentran la berenjena asada, la ensalada de aguacate, espinaca y tomate, y el pastelón de harina de maíz (ver imágenes más abajo).
“Siempre cocinaba lo mismo, ahora he aprendido nuevas recetas y a mis hijos les gusta”.
Adalgiza y otros miembros de su comunidad aprendieron a generar cambios en la alimentación de sus familias con recetas que integran productos nutritivos y sanos que pueden producir en sus huertos, como la berenjena, el repollo o la auyama. Así, dentro del contexto familiar, pueden tomar decisiones que alimenten y nutran a sus familiares.
Para Adalgiza Peña garantizar que su familia tenga una alimentación adecuada es una prioridad.
Gracias al apoyo del Gobierno de Canadá, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) trabaja para construir resiliencia y mejorar la seguridad alimentaria en la provincia de San Juan de la Maguana. #MovimientoHambreCeroRD.
