El arroz de Eunide va de la granja a la escuela

Eunide Montclair tiene una nueva perspectiva desde que entrega arroz al Programa de Alimentación Escolar de Haití.

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Eunide Montclair, productora de arroz en la llanura de Abraham, situada en la comunidad de Miragoane en el departamento de Nippes, en el sur de Haití. Foto: WFP/Souzen Joseph

Son pasadas las 10 de la mañana y las mujeres trabajan en el hangar de su asociación ROPANIPPES, donde está el molino de arroz. En esta jornada, van a pilar arroz para llenar una decena de sacos de 50 kilos cada uno.

En un ambiente distendido, Eunide habla con sus dos colegas sobre el plan de ventas para el 2019. Madre de tres hijos, ella vive esencialmente de su producción arrocera.

Eunide es fundadora de ROPANIPPES, una asociación con 31 miembros — 27 de ellas mujeres — que en la llanura de Abraham, departamento sureño de Nippes, produce y vende su arroz al Programa Mundial de Alimentos (WFP) para luego ser preparado en las escuelas.

“Sé que si todo continúa así, podré ofrecerle estudios de medicina a mi hija. Es lo que quería para mis hijos mayores, pero no pude”.

Los cultivos de arroz en la llanura de Abraham, Mirgaoane, departamento de Nippes, Haití. Foto: WFP/Sousen Joseph

Un nuevo empuje a la producción local del departamento

Solo en 2017, WFP en Haití compró un total de 1.580 sacos de arroz de 50 kilos cada uno a la asociación ROPANIPPES. Mensualmente, la asociación entregó 175 sacos a las 144 escuelas del Programa de Alimentación Escolar en la zona. En el 2018, entregaron 2.000 sacos para alimentar a 27.000 estudiantes.

Al comprar una parte o toda la comida para la alimentación escolar de las pequeñas agricultoras, WFP fortalece la producción local y también el orgullo de estas productoras que contribuyen al crecimiento de su comunidad.

Las agricultoras que participan del proyecto toman su trabajo muy en serio y hacen una verificación minuciosa de la calidad del arroz que sale del molino. Se trata de la salud de sus hijos e hijas.

La hija de Eunide está en la secundaria. Ella no es beneficiaria del programa pero la hija de su colega arrocera, Ginette Joacin, recibe todos los días su comida en la escuela, preparada con productos locales tanto secos como frescos distribuidos por WFP.

En el 2018, la asociación ROPANIPPES vendió a WFP 2.000 sacos de arroz que se usaron para preparar las comidas de 27.000 estudiantes en las escuelas.

El espacio de secado de la asociación (izq) y a la derecha el molino de arroz de ROPANIPPES. Fotos: WFP/Souzen Joseph

Se terminaron las tareas innecesarias

Eunide siempre ha trabajado en el proceso de producción arrocero. Ella siembra, cosecha, procesa y vende el arroz en el mercado comunal.

Pero en el pasado, el procesamiento de su arroz para hacerlo pre-cocido era una operación de lo más complicada y arriesgada. La técnica de remojar el arroz en una gran caldera sobre un gran fuego la dejaba agotada. Pasaba sus jornadas transportando pedazos de madera seca y coladores de agua que compraba a precios altos.

Se quemaba sus antebrazos y sus ojos permanecían irritados por el humo al que se exponía cuando supervisaba la operación. A pesar de todo este esfuerzo y los riesgos para su salud, los resultados eran decepcionantes.

Desde que vende su arroz a WFP, el procesamiento lo hace en mejores condiciones. La asociación ahora tiene un molino y otros materiales apropiados para facilitar el proceso. En dos días, Eunide seca el arroz en un espacio habilitado para ese propósito y gana tiempo para ocuparse de otras tareas. Los demás días los pasa en el molino y empacando el arroz.

Ya no pierde dinero ni tiempo

Eunide está contenta de que ya no depende del mercado local para vender su arroz. Ella vendía entre cinco y siete sacos en los días que operaba el mercado mientras que resto de su producción la guardaba en depósito, arriesgándose al robo y al deterioro del producto.

En la actualidad, Eunide vende el 80% de su producción de arroz al Programa de Alimentación Escolar de WFP y solo guarda para sí entre tres y cinco sacos de arroz.

Un futuro con mejores perspectivas

Con la compra local de productos, WFP está apoyando a los productores para que mejoren sus ingresos y la calidad de vida de sus familias. Para Eunide, quien tiene 50 años, esta es una nueva oportunidad para realizar nuevos proyectos.

“Sé que si todo continúa así, podré ofrecerle estudios de medicina a mi hija. Es lo que quería para mis hijos mayores, pero no pude,” dice Eunide con una sonrisa de confianza mientras quita la mirada del molino por unos segundos. “Pero todavía no hemos llegado a ese punto. Vamos a preparar el pedido de arroz para nuestra próxima entrega a WFP”, concluyó.

Este trabajo que hacemos en Haití en comunidades y escuelas es posible gracias al apoyo del Gobierno de Canadá.

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