‘El cacao es la esperanza del futuro’

Comunidades en la costa pacífica de Colombia mejoran sus medios de vida y refuerzan la resiliencia de los ecosistemas frente al cambio climático.

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Frutos de cacao a orillas del río Mira, que desemboca en la costa pacífica de Colombia. Foto: CINU Colombia

Los pueblos afrodescendientes e indígenas awá comparten mucho más que las cuencas binacionales Mira-Mataje y Guáitara-Carchi a lo largo de la frontera entre Colombia y Ecuador. Ambos han sido históricamente marginados y han sufrido en carne propia el conflicto en Colombia.

Ambos comparten una serie de ecosistemas diversos — manglares costeros del Pacífico, bosques tropicales húmedos y secos en mayores altitudes, bosques nubosos y matorrales en los Andes — que son vulnerables a la variabilidad del clima, pequeños cambios de temperatura y a la falta de agua.

La degradación ambiental, la agricultura en tierras con altos niveles de erosión y otros factores están afectando la seguridad alimentaria y nutricional de los pueblos afrodescendientes y los indígenas awás.

El caso de Lorsy

Lorsy, madre de seis niños, nació en Tumaco, municipio en la costa pacífica colombiana que se caracteriza por su pobreza y la agricultura de subsistencia.

De su infancia, Lorsy recuerda las fuertes lluvias que provocaban la creciente del río Mira y las inundaciones que dañaban los cultivos de la finca de su papá e incluso destrozaban la playa, lugar en donde Lorsy jugaba con sus amigos.

En aquella época, los lugareños lograban prever el mal tiempo porque la naturaleza mantenía sus ciclos. A Lorsy la llenaba de mucha felicidad cuando su papá anunciaba a la familia que había llegado el tiempo de cosecha.

Lorsy y dos compañeras en el sitio de trabajo de su cooperativa. Foto: CINU Colombia

“Antes era más fácil prever el tiempo, sabíamos cuando iba a hacer calor o iba a llover. Ahora, con este tiempo descontrolado, no sabemos cuándo sembrar”, dice Lorsy.

De hecho, Lorsy y su familia perdieron su casa y la cosecha de arroz tras la inundación generada por el desbordamiento de un importante afluente que atravesaba la zona del río Mira, en donde vivía. Las aguas ingresaron a las viviendas de las familias, afectando sus enseres.

Fue en ese periodo de dificultades y limitaciones que Lorsy conoció las múltiples bondades del cacao, entre ellas que esta fruta puede ayudar a poner la comida en la mesa para toda la familia.

El cacao y los mayas

Según se describe en la publicación Cacao operaciones poscosecha de la FAO, la palabra cacao proviene de la palabra maya ka’kau. De la misma manera, la palabra chocolate proviene del maya chocol’ha y del verbo chokola’j “beber chocolate juntos” que fueron adoptados por los aztecas siglos más tarde. Los mayas creían que el ka’kau había sido descubierto por los dioses en una montaña que también contenía otros alimentos deliciosos para ser utilizado por los mayas, señala la publicación.

El árbol de esta preciada fruta se le denomina Theobroma cacao y puede llegar a medir entre 5 y 10 metros de alto. El cacao es cultivado tanto en grandes plantaciones como por pequeños productores. Millones de familias — algunas de ellas en Colombia — se dedican a su cultivo en todo el mundo.

Proyecto binacional

Con el apoyo financiero del Fondo de Adaptación, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) está implementando un proyecto de adaptación al cambio climático para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones afrodescendientes y awás.

Esta iniciativa combina el conocimiento científico con las prácticas tradicionales de estas poblaciones, y fortalece su capacidad de planificación y aquellas actividades productivas más resilientes al cambio climático, como la producción del cacao, para diversificar sus medios de vida y aumentar sus ingresos.

Lorsy y sus compañeras rodeadas por semillas de cacao. Foto: CINU Colombia

En el lado colombiano, el proyecto beneficia a casi 10.000 personas. Para Lorsy, el cacao de Tumaco es la esperanza del futuro porque esta fruta ha sido resistente a los efectos adversos del clima, y gracias a los talleres que han recibido han aprendido a fortalecer aún más la planta del cacao y sus frutos.

“Gracias a este proyecto sabemos que saldremos adelante”, dijo Lorsy. “Toda mi vida coseché cacao, y ahora que tengo conocimiento técnico lo estoy enseñando a mis hijos para que también se enamoren del cacao y sepan lo importante que es”.

Este proyecto es un esfuerzo conjunto entre WFP, los ministerios del Medio Ambiente del Ecuador y Colombia, las organizaciones awás y afro y sus líderes comunitarios.

Conoce más sobre el trabajo de WFP en Colombia aquí.

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Giovanna Vacca
Historias del Programa Mundial de Alimentos

Communications Officer @WFP Colombia • LLM Human Rights • Views all mine