El poder de elegir: algo de valor inestimable para los refugiados

En Turquía, la Red de Seguridad Social de Emergencia (ESSN) ayuda a más de 1,7 millones de refugiados vulnerables a cubrir sus necesidades esenciales, pero también les ofrece una posibilidad de valor incalculable: el poder de elegir.

Para Mohammad, la asistencia en efectivo que facilita la Red de Seguridad Social de Emergencia no solo ha demostrado ser vital a la hora de cubrir sus gastos cotidianos. También les ha devuelto el poder de decisión, y eso no tiene precio. Fotografía: WFP/Suraj Sharma

Poder ir a una tienda y comprar productos de primera necesidad es algo que a Mohammad le hace sentir que tiene capacidad de decidir, una sensación de valor incalculable para él.

“No sabría describirlo. He vuelto a sentirme como un ser humano… Ahora voy a la tienda y el encargado me trata como a cualquier otro cliente, y eso me hace sentirme mucho mejor”, confiesa Mohammad.

Este hombre de 45 años huyó de su ciudad natal, Alepo, hacia Biga, una ciudad del noreste de Turquía, en 2015. Su familia llegó a Biga un año más tarde. Empezaron a recibir la asistencia en efectivo de la Red de Seguridad Social de Emergencia (ESSN) hace unos 18 meses.

ESSN es un programa de asistencia en efectivo que ayuda a más de 1,7 millones de refugiados vulnerables en Turquía. Está financiado casi en su totalidad por la Unión Europea implementado por el Programa Mundial de Alimentos (WFP), en colaboración con la Media Luna Roja Turca y el Gobierno de Turquía.

El programa trata de devolver la sensación de normalidad y estabilidad en la vida de las familias de refugiados más vulnerables. La asistencia en efectivo se utiliza para cubrir necesidades esenciales como el alquiler, las facturas, la comida y las medicinas. Los beneficiarios deciden por sí mismos cómo gastar el dinero que reciben.

Las familias deben responder a ciertos criterios para poder percibir esta ayuda.

Cocinar platos tradicionales

Para los hijos de Mohammad (Khawla, Ayse Nur, Selam, Ali y Khaluf), la comida es el mejor instrumento para rememorar el hogar. Cuando les fue concedida la ayuda del programa ESSN, su madre, Khadijeh, volvió a cocinar uno de los platos favoritos de la familia: mulukhiyah, un guiso de legumbres muy popular en Oriente Medio y en el norte de África.

“Es tan reconfortante poder comer platos de nuestra tierra… Pero el verdadero consuelo es ver alivio en los ojos de mi marido”, dice Khadijeh.

Ese alivio, según explica Mohammad, es la seguridad que siente al poder pagar el alquiler y no depender de un trabajo a tiempo parcial y esporádico para cubrir los gastos de la casa.

Khawla, Ayse Nur y Khaluf han vuelto a comer su plato favorito (mulukhiyah) gracias a la ayuda que su familia recibe de ESSN. Fotografía: WFP/Suraj Sharma.

El alivio que siente Mohammad lo comparten los más de 1,7 millones de beneficiarios de la asistencia en efectivo de ESSN.

Hussein, de 38 años, viene de Alepo y reside en Bursa, Turquía. Su familia y él viven juntos en un pequeño piso y empezaron a recibir la asistencia de ESSN en 2017.

“Nuestra vida ha sido muy difícil, pero la tarjeta ESSN lo ha hecho todo más fácil. Ahora podemos pagar el alquiler y las facturas, que ya es algo”, dice Hussein.

Aunque muchos de los refugiados sueñan con volver a casa y retomar sus vidas algún día, intentan mientras tanto adaptarse a las costumbres y tradiciones de la comunidad de acogida. Y la ayuda en efectivo de ESSN hace que esa adaptación sea más llevadera.

Dos de los hijos de Mohammad, Ali de 14 años y Khawla de 9, van a una escuela local. Selam, de 6 años, empieza el año que viene.

Mohammad está convencido de que sus hijos siguen yendo felices a la escuela porque puede darles la ropa y el material escolar que necesitan para no sentirse demasiado diferentes de los otros niños.

“A fin de cuentas, sé que no es mi dinero, sino una ayuda. Pero la gente de aquí cree que es mío: me respetan más que antes. Y mis hijos empiezan a sentirse normales. Con todas las dificultades que pasamos como refugiados, nunca imaginé que ese poder de elección importaría tanto. Sí que importa. Y no tiene precio”.

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