En Turquía, la asistencia en efectivo también llega a los refugiados no sirios

La mayoría de los beneficiarios de la asistencia en efectivo que financia la Unión Europea son sirios. Sin embargo, también existen cifras más modestas de beneficiarios originarios de países como Irak, Afganistán e Irán.

Ahlen, una refugiada iraquí, cuida sola de sus cinco hijos en Turquía. Su hijo mayor Mohammed, de 15 años, se sienta con su madre y sus hermanos pequeños Samir y Samar. Fotografía: WFP/Suraj Sharma

Nadie podría reprocharle a Ahlen el sentir que la suerte no está de su parte.

Toda una serie de acontecimientos devastadores se cernieron sobre la vida de esta mujer de 38 años cuando en 2014 combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) tomaron la que fue su ciudad, Tal Afar, en el noroeste de Irak.

En 2015 Ahlen emprendió un peligroso viaje de cuatro días desde Tal Afar hasta Turquía, atravesando Siria, para ponerse a salvo, dando comienzo a su vida como refugiada.

El año pasado, su marido murió de un repentino ataque al corazón, dejándola viuda y sola para hacerse cargo de cinco niños.

Fue en este momento sombrío de su vida cuando descubrió la Red de Seguridad Social de Emergencia (ESSN). Ya había oído hablar de la asistencia a los refugiados, pero, como muchos otros, tenía la falsa impresión de que sólo se destinaba a los refugiados sirios. Nada más lejos: ESSN se creó para ayudar a los refugiados vulnerables de cualquier nacionalidad.

ESSN es un programa de transferencia de efectivo con fines múltiples financiado por la Unión Europea que se puso en marcha en 2016 y que proporciona asistencia mensual mediante tarjetas de débito a más de 1,7 millones de refugiados vulnerables en Turquía.

Las familias receptoras de esta ayuda deciden por sí mismas cómo emplearla para cubrir sus necesidades esenciales, como el alquiler, las facturas, la comida y la atención médica.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU (WFP) implementa el programa, en colaboración con la Media Luna Roja Turca y el Gobierno de Turquía.

ESSN está teniendo un efecto directo para los refugiados, reestableciendo cierta normalidad y estabilidad en sus vidas.

Por ejemplo, el número de abandonos escolares entre las familias beneficiarias se ha reducido en más del 50%; y el número de padres que afirman comer menos para que sus hijos sí coman lo suficiente, ha disminuido un 45%.

La asistencia en efectivo financiada por la Unión Europea contribuye a aliviar la tensión en las comunidades de acogida turcas y a impulsar la economía local. ESSN ya ha inyectado más de 500 millones de euros en la economía de Turquía.

Isan Abdul Kadir Ismail Hzooa trata de ayudar a su comunidad siempre que puede a través de su asociación. Fotografía: WFP/Suraj Sharma

Ahlen y sus hijos empezaron a recibir la asistencia en efectivo de ESSN en 2018. Gracias a esta ayuda, la familia consigue llegar a fin de mes. Ahlen dice que el alquiler y las facturas consumen la mayor parte de la compensación.

“Pero también me permite comprarles a los niños un regalo en sus cumpleaños y en otras ocasiones especiales. Y eso nos hace más felices a todos. Incluso poder comprarles una mochila para la escuela me hace feliz”, cuenta.

Ahlen dice que la experiencia más inhumana que ha vivido fue el viaje de cuatro días que su familia pasó con los contrabandistas que los llevaron de Tal Afar a Sinjar (Iraq), luego a Manbij y Aleppo (Siria), hasta que cruzaron la frontera turca.

“A los niños y ancianos se les abandonaba y daba por muertos. Los contrabandistas fueron despiadados. Algunos tuvieron que decidir si continuar y dejar atrás a los suyos o morir con ellos”.

Pero la familia de Ahlen consiguió llegar a Turquía, y, no sin dificultades, empezó una nueva vida. Pero a los tres años, el marido de Ahlen falleció y ella tuvo que enfrentarse a un nuevo dilema.

“Me asusté tanto… Yo solo sabía ser ama de casa. ¿Cómo iba a mantener a cinco niños?”

La Asociación de Turcomanos Iraquíes de Bursa se movilizó para orientar a Ahlen, y proporcionarle cualquier forma de asistencia material posible. Fueron ellos quienes le explicaron que podía entrar en el programa ESSN que WFP y la Media Luna Roja Turca tenían en marcha.

“Por eso creamos la asociación”, dice el presidente de la misma, Isan Abdul Kadir Ismail Hzooa, “para ayudar a nuestros semejantes por todos los medios a nuestro alcance”. Él mismo huyó a Turquía desde Tal Afar en 2014.

Ahora los hijos de Ahlen tienen otro conflicto al que enfrentarse: un conflicto de identidad.

Fatih, Samar y Samir no recuerdan mucho de la vida en Tal Afar, Iraq. Fotografía: WFP/Suraj Sharma

Fatih, Samir y Samar, los hijos más pequeños de Ahlen, son demasiado jóvenes para acordarse de la vida en Tal Afar. Saben lo que les contaron sus padres. De ellos, Fatih es el mayor y tiene 7 años.

Mohammed y Sehar son los más mayores. Mohammed, de 15 años, terminó la escuela primaria en Tal Afar. Sehar, de 13, llegó hasta cuarto curso. Mohammed ha olvidado cómo hablar en árabe, y Sehar tiene dificultades para escribirlo.

Siempre pensarán en su hogar con nostalgia. “No recuerdo mucho de Tal Afar, pero me gustaría volver algún día. Después de todo, es de allí de donde venimos. No sé si me gustaría volver solo por algún tiempo o para quedarnos”, dice Sehar.

Para Ahlen, Tal Afar siempre será su hogar y no puede reemplazarlo, aunque a ella el dolor siempre la acompañará.

“Perdimos a muchos de los nuestros allí. La última vez que vi Tal Afar fue con mi marido. Pero sigue siendo nuestro hogar y claro que quiero volver”.

Para saber más sobre el trabajo de WFP en Turquía, haz click aquí.

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