Familias agricultoras reutilizan las ‘aguas grises’ en el Corredor Seco

Nuevas técnicas permiten que 333 familias nicaragüenses tengan agua para su consumo y para regar sus huertos

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Santos Agapito Pérez muestra a Melba Miranda el huerto familiar que logró prosperar a pesar de las escasas lluvias, gracias al sistema de reutilización de las aguas grises instalado en su hogar. Foto: WFP/Sabrina Quezada Ardila

Melba Miranda recorre su pequeña parcela ubicada en la comunidad Aguas Calientes, del departamento de Madriz, viendo con tristeza que las plantas de frijol se secaron, que el maíz no logró alcanzar la madurez fisiológica para producir chilotes y que el sorgo, según dijo, “es el único que está luchando, porque es el más valiente”.

Ubicado a unos 220 kilómetros al norte de Managua, la capital de Nicaragua, el departamento de Madriz forma parte del llamado Corredor Seco Centroamericano, donde por muchos años los inviernos irregulares han provocado pérdidas en los cultivos tradicionales. La población también sufre escasez de agua para el consumo debido a que las fuentes de donde se abastecen se secan.

Tres mil pequeños productores y productoras organizados en seis cooperativas de Madriz y Nueva Segovia participan del programa “Promoviendo la resiliencia climática y la seguridad alimentaria de hogares rurales en el Corredor Seco”, implementado por el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) con el financiamiento de la Unión Europea.

Personal técnico de la Cooperativa UCANS y productores exponen los alcances del programa de resiliencia climática que recibe la financiación de la Unión Europea a través de WFP. Foto: WFP/Sabrina Quezada Ardila

El programa hace énfasis en mejorar el acceso de las familias al agua tanto para el consumo humano como para la agricultura sostenible, en la protección del medio ambiente y en la creación de resiliencia frente a los fenómenos climáticos.

Trescientas treinta y tres familias rurales mejoraron su acceso al agua en el año 2021 con la construcción de cisternas, pilas de almacenamiento, sistemas de retención de agua y la instalación de tanques de captación, barriles y mangueras. También se entregaron 129 filtros para potabilizar el agua y se instalaron 120 sistemas de riego para la producción de alimentos.

Catorce viveros produjeron 20 mil plantas con las cuales se reforestaron 28 manzanas de tierra. Los productores y productoras implementaron en sus parcelas obras de conservación de suelos y agua, como curvas a nivel, diques de contención, acequias, terrazas, barreras vivas y muertas, y cercas vivas.

Tanques, filtros y cultivos alternativos

Paula Estela Matamoros corta uno de los limones que utiliza para los refrescos familiares y para venderlos en su comunidad. Foto: WFP/Sabrina Quezada Ardila

Miranda pertenece a la Unión de Cooperativas Agropecuarias del Norte de Las Segovias (UCANS) que brinda asistencia técnica a sus asociados. Gracias a la contribución de la Unión Europea, esta pequeña productora cuenta ahora con un tanque de captación de agua de 7 mil litros de capacidad y con la tubería necesaria para instalar un sistema de riego en el huerto familiar que está por comenzar.

“Voy a usar el agua del tanque para todas las necesidades que tenemos en mi familia y también para regar mi huerto”, dice Miranda quien dirige su proyecto con apoyo de los técnicos de la cooperativa.

La contribución de la Unión Europea para implementar el programa de resiliencia climática asciende a 13 millones de euros y cubre el período 2021–2024. Productores y productoras también reciben semillas de granos básicos, de frutas y vegetales así como plántulas de musáceas y tubérculos para diversificar la producción con cultivos más resistentes al clima y aumentar la cobertura vegetal que proteja el suelo.

Gracias a este filtro artesanal la familia Pérez-Matamoros reutiliza el agua con que se lavaron los trastos y la ropa para regar los plantíos. Fotos: WFP/Sabrina Quezada Ardila

El sueño de Miranda es ver su parcela convertida en un huerto similar al de su vecino, Santos Agapito Pérez, quien sembró con su esposa Paula Estela Matamoros las semillas que recibieron del programa. Donde antes había monte, ahora crecen chiltomas, tomates, ayote, yuca, camotes, limones, naranjas, mandarinas y papayas que riegan con el agua que captan y reutilizan.

“Ahora me siento bien porque tenemos suficientes plantas en el patio que usamos para la comida. Antes no sabíamos qué sembrar. Ahora cortamos limones que antes no teníamos y le vendo a la gente de la comunidad, cuando necesitan”, afirma Matamoros.

El huerto prosperó gracias al sistema de riego que emplea el agua que utiliza la familia para lavar los trastos y la ropa. Esta agua es filtrada en un sistema artesanal que Pérez y Matamoros construyeron con asistencia de la cooperativa. El filtro elimina los residuos de jabón que trae el agua y la conduce a través de tubos al huerto donde es reutilizada para regar los plantíos generando beneficios para el hogar.

Parte del semillero y plantas que Miranda sembrará en su huerto familiar, que generará alimentos e ingresos para su hogar. Foto: WFP/Sabrina Quezada Ardila

Miranda se resiste a ceder frente a la crisis climática, lo mismo que el sorgo que por sus largas raíces es más resistente a la sequía. “Debemos seguir luchando contra los tiempos difíciles. Garantizar nuestra seguridad alimentaria y producir, aunque sea con un poquito de agua”, afirma con energía esta pequeña productora que vive junto a sus padres de 87 años y a su hermanita con capacidades diferentes en una de las zonas más secas de Nicaragua.

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