La alimentación escolar también ayuda a prevenir el trabajo infantil

Te presentamos 5 maneras como las comidas en las escuelas apoyadas por el WFP benefician a la niñez y crean oportunidades.

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Programa de alimentación escolar en Honduras. Foto: WFP/Hetze Tosta

En el mundo, 108 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años trabajan en la agricultura, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En América Latina, la pobreza extrema y la inseguridad alimentaria obligan a 17.4 millones de niños y niñas a trabajar para llevar sustento a sus familias, lo que significa que no podrán ir a la escuela para alcanzar sus sueños y así romper el ciclo vicioso de la pobreza.

En el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) reconoce la necesidad acabar con este flagelo. Para WFP, la alimentación escolar es clave para mantener a la niñez dentro de las aulas de clases y alejada del trabajo en el campo y de las calles.

Conoce las cinco maneras como las comidas escolares ayudan prevenir el trabajo infantil:

1. Los niños y niñas permanecen en la escuela

Programa de alimentación escolar en Haití. Foto: WFP/Archivo

A menudo, las familias vulnerables con niños en las escuelas los retiran porque necesitan que trabajen. Cuando las escuelas sirven una o dos comidas diarias, las familias tienen un fuerte incentivo para enviar a sus hijos a clase. Algunas escuelas ofrecen hasta raciones de alimentos para llevar a casa para las niñas. Ese es un incentivo adicional para que no permanezcan haciendo quehaceres en casa y reciban una educación. También aumenta la matrícula escolar y la retención en clases.

2. Promueve la igualdad de género

Programa de alimentación escolar en Guatemala. Foto: WFP/Maxime Bessieres

Por lo general, las familias vulnerables mantienen a las niñas en casa para ayudar con el trabajo doméstico, privándolas así de una educación y perpetuando las desigualdades de género. En algunos países, los programas de alimentación combinan las comidas con raciones para llevar a casa que son entregadas a las niñas. El propósito es generar un mayor impacto entre las familias vulnerables para aumentar la matriculación escolar y los índices de retención, así como para reducir discrepancias sociales o de género.

3. Ayuda a la economía de la familia

Programa de alimentación escolar en Nicaragua. Foto: WFP/Sabrina Quezada Ardila

En tiempos de crisis, las familias reducen gastos en la educación. La ración de alimentos para llevar a casa que se entrega a las niñas representa un alivio para la economía familiar. Estas raciones se distribuyen a las niñas en la escuela incluyen productos como aceite, leche, frutas, y verduras. Si las niñas ayudan a traer alivio a la economía hogareña de esta forma, las familias se sentirán inclinadas a mantenerlas asistiendo a clases.

4. Provee oportunidades

Programa de alimentación escolar en Bolivia. Foto: WFP/Ximena Loza

Cuando un niño trabaja desde una edad temprana, no va a la escuela por lo que no tendrá oportunidades para mejorar su posición social y profesional. Solo desarrollará habilidades mínimas. Con las comidas escolares, los niños pueden concentrarse en clase en lugar de preocuparse por averiguar de dónde vendrá su próxima comida. Les permiten sacarle provecho a las oportunidades de aprendizaje que les ofrece la escuela para un mejor futuro.

¿Quieres conocer la opinión de los niños sobre las comidas escolares? Oprime en el siguiente vínculo y verás en estos dibujos qué significa para ellos una comida caliente en la escuela.

5. Mejora la nutrición

Programa de alimentación escolar en Ecuador. Foto: WFP/Deborah Hines

Muchos países han introducido frutas y vegetales frescos, huevos, leche y productos lácteos de producción local en sus menús de alimentación escolar, a diferentes escalas. La variedad diversifica la dieta de los niños, lo que mejora su salud y sustento, dos cosas que declinan cuando un niño trabaja. Otro beneficio es que algunos alimentos consumidos en las escuelas son cultivados por productores locales. Al consumir productos locales frescos, los niños aprenden cómo mejorar su dieta mientras que a los productores se les paga por sus productos. De esa forma, mejora la economía local , reduciendo así la necesidad de que los niños trabajen para su familia por dinero extra. Esto también motivaría a que más niños sean enviados a la escuela para aumentar los pedidos de productos locales para más comidas escolares.

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