La humanitaria accidental — Mónica Viaña, Bolivia
“Tenemos que asegurarnos de que todos tengan las mismas oportunidades”
Siendo tecnóloga de alimentos y profesora de universidad, Mónica se unió al Programa Mundial de Alimentos (PMA) casi al azar — fue entonces cuando se cautivó por el trabajo. Como parte de una serie publicada para el Día Mundial Humanitario el 19 de agosto de 2017, aquí va su historia.
A veces se puede salvar una vida simplemente por estar en el lugar correcto en el momento adecuado. A veces, sin embargo, ese lugar puede estar tan lejos que requiere de una organización como la del PMA para llegar a él.
“Un día, cuando estábamos visitando una comunidad muy remota y aislada en los Andes — a más de dos horas de la carretera más cercana — conocimos a una mujer que estaba sentada en el suelo abrazando a su bebé. Lloraba desconsoladamente diciendo que su hijo murió”, recuerda Mónica.
“Inmediatamente moví las mantas que cubrían al niño y descubrí que todavía respiraba. Estaba deshidratado y desnutrido. Fuimos en busca de personal sanitario, pero nos contaron que se fueron hacía más de una semana y que no regresaron”, añade.
Con la ayuda de su sistema de comunicaciones, el grupo de Mónica logró ponerse en contacto con la comunidad más cercana para solicitar asistencia médica. Días más tarde, les llegaron noticias acerca del bebé — se encontraba en el hospital y su situación mejoraba.
“Eso fue algo realmente gratificante — ayudamos a salvar una vida”, dice Mónica. “Esa es la mejor parte de mi trabajo: la sonrisa de las personas a las que servimos sabiendo que aliviamos su sufrimiento”.
Mónica no había planeado convertirse en humanitaria. Una tecnóloga en alimentos por formación y docencia en una universidad privada, llegó al PMA casi por casualidad.
“Un día, el decano me dijo que el PMA necesitaba algunos consejos sobre un tema en el que estuviera especializada, así que fui a una reunión en la oficina del PMA y respondí a algunas preguntas. ¡Poco sabía yo que la reunión era de hecho una entrevista de trabajo para una consultoría!” recuerda Mónica.
Cuando a Mónica se le ofreció el trabajo, se sorprendió mucho, pero decidió aceptar el desafío.
“A medida que me involucré cada vez más con el trabajo del PMA en Bolivia y aprendí lo que hacemos en todo el mundo, quedé completamente cautivada”, dice.
Actualmente, Mónica brinda apoyo en aspectos relacionados con la nutrición en la programación del PMA. Ella diseña, implementa y monitorea actividades y capacitación, trabajando con contrapartes gubernamentales, así como con comunidades.
“Aprender más y más sobre las necesidades de la gente me motiva a continuar con mi trabajo”, dice Mónica. “Bolivia ha progresado mucho en la reducción de desigualdad, pero eso no significa que todos tienen lo que necesitan, especialmente en las áreas más remotas. Tenemos que asegurar que todos tienen las mismas oportunidades y que no dejemos a nadie atrás.”
“A veces, cuando viajo al campo, mi familia se preocupa por mí”, dice Mónica — una hija y esposa querida, y madre de dos hijos. “Las carreteras son malas, las condiciones son difíciles. A veces no tenemos agua potable, ni comida, ni lugar para dormir. Pero la gente que servimos tampoco tienen nada de eso, así que todo vale la pena”.
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