La migración no es la receta de Milka
Aunque la sequía obligó a muchos a migrar, un grupo de mujeres se quedó para hacer prosperar una fábrica de barras de quínoa.
El pueblo de Ucumasi parece un desierto. Está rodeado por arena y a simple vista es poco creíble que la vida pueda prosperar en este ambiente. Ubicado en Oruro, Bolivia, y a seis horas de la capital, Ucumasi enfrenta condiciones extremas de temperatura y cada año se ve afectado por los impactos cada vez más fuertes del clima.
Las últimas sequías han sido tan severas que muchos de los habitantes de esta zona tuvieron que migrar. Pero no fue el caso de todos y no por nada sus pobladores lo llaman “pueblo de esperanza”.
En medio de este paisaje árido vive Milka. Es dulce, soñadora y risueña, parece frágil, pero es cierto que vivir ahí la ha hecho fuerte, determinada y altamente resiliente. Milka personifica a una de esas “semillas de esperanza” que hacen que este pueblo se autodenomine así.
Sueña con prosperar en su propia comunidad, lo que es difícil dadas las condiciones naturales en las que se encuentra. Por ejemplo, su familia sembraba quínoa para la venta, pero cuando no tenían producción sólo podían talar y vender la leña que había alrededor.
Hace poco las autoridades incentivaron a Milka y a otras mujeres a abrir un pequeño taller: Amproduc. Ellas accedieron y empezaron a producir barras de quínoa dirigidas al consumo local, algo que es poco común en Bolivia. Pero se enfrentaron a diversos desafíos: en un pueblo como el suyo el dinero escasea y vender sus barras era muy difícil y sacrificado. Se veían obligadas a caminar de comunidad en comunidad, de tienda a tienda, en ferias y municipios ofreciendo sus productos, uno a uno. Muchas desistieron.
Pero Milka y otras mujeres querían seguir intentándolo. Fue en ese momento en que funcionarios del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) las conocieron. Gracias al apoyo brindado por el WFP para fortalecer las capacidades de Milka y sus socias, y vincular su producto a los mercados locales, las escuelas en varios municipios de todo el departamento de Oruro reciben sus barras de quínoa como parte del desayuno escolar.
Mientras los niños y niñas comen en sus escuelas ricas y nutritivas barras de quínoa, Milka y sus compañeras están seguras de que la migración no siempre es la receta para prosperar, en especial cuando llega el apoyo oportuno.
Como parte del programa del fortalecimiento de capacidades, WFP suministró una deshidratadora y una chocolatadora a Milka y a sus compañeras para apoyarlas en su proceso de producción. Con esta maquinaria y con capacitación, sus barras de quínoa podrán ser producidas con mayor rapidez, lo que permitirá que tengan la capacidad de producir más y acceder a más mercados. No solo podrán producir más rápido, sino también mejorar el chocolate en las barritas, que hará felices a muchos más escolares.
Esta historia ha sido publicada en el marco del Día Internacional del Migrante y como un homenaje a todas las mujeres que son nuestras más importantes aliadas en la lucha contra toda forma de malnutrición en Bolivia.