La vuelta al mundo en 1.000 días

Brindar una buena nutrición desde la concepción hasta los dos años de edad, garantiza el mejor comienzo en la vida. Un grupo de madres — y padres — de todo el mundo comparten sus experiencias.

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Una alimentación saludable durante el embarazo y a temprana edad echa las bases de un futuro saludable. Foto: WFP/Badre Bahaji

Dato: la subnutrición es la causa de casi la mitad de todas las muertes de niños menores de cinco años.

Dato: la malnutrición durante el embarazo y a temprana edad puede causar dificultades de aprendizaje, vulnerabilidad a las enfermedades e ingresos más bajos en el futuro.

Dato: una buena nutrición durante el embarazo y hasta los dos años — los “primeros mil días” — da pie a un desarrollo físico y cerebral óptimo, asegurándole a los niños el mejor comienzo a sus vidas.

Siete madres y un padre provenientes de países y contextos muy diferentes explican cómo buscan asegurar, a través de la nutrición, que sus hijos logren un futuro saludable y feliz.

El embarazo — los pilares de una nueva vida saludable

Raida, Filipinas

En la provincia sureña de Maguindanao, Raida Gapor, con seis meses de embarazo, visita regularmente la clínica en donde recibe apoyo del Programa Mundial de Alimentos (WFP) en lo que concierne a los hábitos de alimentación saludable, a las pautas para el parto y al cuidado de los bebés.

“Visito el centro de salud varias veces en el mes, pero hay semanas cuando visito más que otras. Realmente depende de cómo me sienta. Ahora soy mucho más cuidadosa, porque ya perdí a una hija. Fue hace años. Mi hija estaba muy malnutrida. Cuando tenía dos años no podía caminar y se le veía muy débil. No pesaba mucho”.

“Siento una diferencia — mi bebe está sano y patea”

“Desde que comencé a visitar el centro de salud y me uní al programa de apoyo nutricional del WFP, he constatado que mi apetito es mucho más saludable. También he subido más de peso comparado a mi primer embarazo. He aprendido a comer solo lo que es bueno para mi bebé y para mí: las verduras, las frutas y el pescado son los alimentos básicos para mí en este momento.

“Aún no he visto a mi hijo, pero me siento distinta. Siento una diferencia — mi bebé está sano y patea. Al recordar mi primer embarazo, no podía sentir mucho movimiento en mi vientre y siempre estaba con bajo estado de ánimo.”

“He aprendido a comer lo que sea bueno para mi bebé y para mí.” El apoyo nutricional del PMA está ayudando a Raida a llevar un embarazo saludable. Fotos: WFP/Fahima Abdulaziz

Elizabeth, Tanzania

Elizabeth, madre de cinco hijos, también nota una diferencia entre sus embarazos antes y después de haberse unido al Boresha Lishe — “mejor nutrición” en Swahili — un programa que opera en su provincia natal de Dodoma con apoyo del WFP. A los siete meses de su sexto embarazo, Elizabeth camina dos horas a la clínica local, en donde un puñado de empleados — una enfermera, una partera y un estudiante de medicina — atienden cada semana las necesidades de cientos de mujeres y niños, con el apoyo de un miembro de la comunidad.

El apoyo nutricional está ayudando a que las mujeres en la comunidad de Elizabeth puedan dar a luz a bebés más sanos. Foto WFP/Alice Maro

“Mis tres primeros hijos no formaron parte de este programa y puedo ver la diferencia entre ellos y los que sí lo fueron”, dice Elizabeth. En la clínica, recibe avena fortificada, la cual contiene los nutrientes necesarios para respaldar el desarrollo de su bebé durante los meses críticos de su embarazo. “Me gusta esta avena — tiene mejor sabor que la regular”, añade.

La enfermera Belina, quien lleva nueve años trabajando en la clínica, asegura que sin esta comida, muchos bebés tendrían bajo peso, pero que gracias al apoyo del WFP la mayoría de ellos nacen pesando unos 4 kilos.

Lactancia — Dándole a los bebés el mejor comienzo en sus vidas

Nikita, Reino Unido

“Mi madre y mi suegra dieron a luz en el Reino Unido cuando la fórmula infantil se promocionaba agresivamente, así que no amamantaron. Pero yo siempre supe que quería dar de lactar. Habiendo crecido en India y teniendo ese legado, era normal para mi ver a mis tías y primas amamantando a sus bebés, ¡y a veces a hijos de hasta 5 años!

Nikita, fotografiada aquí con su hija Neytri, siempre supo que quería amamantar a sus bebés para darles las mejores oportunidades de crecer sanos. Foto: Nitin Sachania

Es el sentimiento de maternidad más natural. También sabía que darle de lactar a mis bebés les generaría anticuerpos que los protegerían de varias enfermedades. Quería darles a mis bebés el mejor comienzo en la vida, ¿y qué mejor manera de hacerlo que mediante la lactancia?”

Anastácia, Timor-Leste

“Animo a todas las madres a amamantar a sus hijos has que lleguen a los 2 años. Después del parto, llevaba a mis bebés a todos lados y me aseguraba que nos conectásemos a través de la lactancia: ese es el primer amor compartido entre la madre y su hijo.

Cuando di a luz a nuestro tercer hijo hace ocho meses, mi esposo era el que cocinaba, lavaba la ropa, preparaba agua caliente para mi baño y me apoyaba en la casa. Lo aprecié mucho de verdad”.

“La lactancia es el primer amor compartido entre madre e hijo”. Foto: WFP/Ejilo Ulan

Un ingrediente de suma importancia: los padres

Mientras tanto en Londres, Nikita se hace eco de las palabras de Anastácia: “Tengo suerte de tener un esposo que me apoya y me cuida mucho. Se asegura de que coma y descanse. ¡Me deja quedarme recostada todas las mañanas mientras él se ocupa de los niños! ¡Sin su apoyo no creo que sería una mami amamantadora muy feliz!”

Alick, Malawi

Alick, un papá de Malawi, no podría estar más de acuerdo: “Aprendí varias lecciones criando a mi primer hijo. Mi esposa estaba abrumada con las tareas domésticas y el cuidado del niño — la lactancia de por sí era un reto. Consecuentemente, el niño estaba malnutrido”.

No es solo trabajo para mujeres. Los padres como Alick tienen un rol muy importante en apoyar a las madres lactantes. Foto: WFP/Badre Bahaji

“Ahora ayudo a mi esposa con la mayoría de los quehaceres domésticos y con el cuidado de los niños, así que ella obtiene suficiente descanso y tiempo para dedicarse exclusivamente a la lactancia de nuestro bebé”.

Del pecho a la cuchara — introduciendo alimentos nutritivos

Petronila Antonia, Guatemala

“Por los primeros meses solo alimenté a mi hija, Luna, con leche materna — mientras estaba embarazada, atendí grupos de asesoramiento apoyados por el PMA y aprendí que esto era bueno para el crecimiento y la salud de mi bebé. ¡Ahora tiene ocho meses y casi nunca se enferma, está súper sana!

Luna está muy sana gracias a la leche materna de su mamá y a los alimentos nutritivos que recibe. Foto: WFP/Irma Chavarría

Ahora preparo diferentes tipos de alimento para ella, siempre intentando hacerle comidas sanas y nutritivas. Por ejemplo, le doy papas, fruta, frijoles y huevo. Planeo seguir amamantándola hasta que cumpla 2 — le gusta mucho. He aprendido mucho con los grupos de asesoramiento y me di cuenta que es muy importante seguir aprendiendo”.

Yojana, El Salvador

Al otro lado de la frontera, en El Salvador, Yojana –madre de tres — alimenta a su hijo menor, José, con cereales fortificados ricos en nutrientes que recibió a través del programa “Nutrimos El Salvador” apoyado por el WFP.

Los cereales fortificados aseguran que José tenga todos los nutrientes necesarios para llegar a su máximo potencial. Fotos: WFP/Gabriela Cladellas

“Tengo tres hijos y mi más pequeño, José, quién tiene un año, está consumiendo los cereales del programa. Le hago fresco y atol y le está cayendo muy bien. He notado una diferencia, ha subido de peso, me han dicho que está bien del crecimiento”.

También consumí los cereales fortificados después del tercer mes de mi gestación y gracias a mi buena nutrición, José nació sanito y fuerte”.

La maternidad en tiempos de emergencia

El apoyo que le es importante a tantas — o a todas — las madres, se torna particularmente crítico en el caso de emergencias como el conflicto, el desplazamiento o los desastres naturales.

Alaa, Siria

“Estuve muy débil después de dar a luz y mi leche materna no era suficiente para Aboud. Me daba cuenta de que no estaba creciendo adecuadamente”, dice Alaa, quien tuvo que dejar su hogar en un pueblo rural cerca de Deir Ezzor después de años de asedio y bombardeo. “Tuve que alimentar a mi bebé con agua azucarada para compensar por la falta de leche. No podía producir suficiente leche para él, tenía demasiada hambre”.

“Tenía demasiada hambre como para poder producir leche”. El apoyo nutricional está ayudando a Alaa y a su hijo Aboud a recuperar la salud. Foto: WFP/Marwa Awad

Después de que Alaa se hubiese mudado al pueblo fronterizo de Ya’roubiyah, uno de sus vecinos le dijo sobre una clínica nutricional para niños apoyada por el WFP. “No tengo nada que perder, pensé. Y con el tratamiento que ambos hemos recibido, he ganado muchísimo”. El médico local les diagnosticó malnutrición a Alaa y a su bebé Aboud, ofreciéndoles suplementos nutricionales a ambos. “Antes de encontrar la clínica del WFP, había intentado acudir a varias clínicas privadas, pero no podía permitirme los costos del doctor. Siento que esta clínica nos ha salvado la vida, tanto a mí como a mi hijo”.

Ayesha, Bangladesh

Ayesha, su esposo y sus tres hijos de 5 años, 4 años y 5 meses huyeron de Myanmar para buscar seguridad en campos de refugiados en el Cox Bazaar, en Bangladesh. “Aquí estamos felices, pero no podemos comer bien, no podemos conseguir ni pescado ni especias. Como no podemos trabajar acá, no tenemos dinero, así que no podemos comprar nada”.

Los cereales fortificados están ayudando a Ayesha a amamantar a su bebé y a generar fuerzas. Foto: WFP/Saikat Mojumder

Antes de conseguir los cereales del WFP, estaba muy débil y mi bebita, Kafin Ara, solía enfermarse cada tanto tiempo. Estaba muy delgada, sufría de malnutrición. Una vez que comencé a consumir estos cereales, empecé a sentirme con más energía. Y a medida que amamanto a Kafin Ara, ella también se está poniendo más saludable. Ya no se enferma como antes y ha ganado peso. Me siento muy feliz de verla sana”.

En el 2017, el WFP logró beneficiar a 5 millones de mujeres embarazadas y lactantes y a 5.9 millones de niños entre las edades de 6 meses y 2 años con programas de tratamiento y prevención de la malnutrición.

Basado en las contribuciones de Marwa Awad, Badre Bahaji, Denita Baptista, Anthony Chase Lim, Haydee Paguaga, Irina Ruano, Shelley Thakral, Francis Thawani, Nina Valente y Max Wohlgemuth.

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