Maestros en cruzada humanitaria para llevar alimentos a sus estudiantes

A pesar del cierre, las escuelas están en el epicentro de las distribuciones de raciones para llevar a casa en Honduras.

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El proceso de entrega comienza en las escuelas con los miembros de los comité de alimentación escolar que preparan las raciones para llevar a casa. Aquí fotos tomadas en los departamentos de La Paz (izq.) y Olancho Fotos: Cortesía de maestros/as y directores/as

El cierre de las escuelas decretado alrededor del mundo para contener la propagación de la COVID-19 está interrumpiendo tanto la educación como la alimentación de niños y niñas. La situación ha dejado a más de 12 millones de estudiantes sin sus comidas escolares, las cuales son para muchos su única comida del día.

En el municipio de Catacamas, en Honduras, los maestros y padres de familia quedaron preocupados al escuchar la noticia del cierre en el país. “El alimento que estaba en las escuelas es un recurso muy valioso para muchas familias en nuestras comunidades”, dijo el profesor Marco Tulio Salgado, director municipal en Catacamas.

Preparadas las raciones, los maestros y miembros del comité las organizan para su posterior entrega. Las fotos fueron tomadas en una distribución en el departamento de Olancho. Fotos: Cortesía

Compromiso comunitario para llevar alimentos

Catacamas es un municipio del departamento de Olancho con 392 escuelas que atienden a 17.000 estudiantes. Estos estudiantes son parte de los 1,2 millones de niños y niñas de todo el país que a diario reciben comidas y meriendas a través del Programa Nacional de Alimentación Escolar, administrado por el gobierno de Honduras, con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).

Para el profesor Salgado y sus colegas, los estudiantes del municipio tenían que recibir sus alimentos dada la difícil situación económica. “Hay muchas comunidades donde, en situaciones normales, hay escasez de alimento, no digamos en esta situación de emergencia”, puntualizó.

Siguiendo los protocolos de prevención de la COVID-19 de la Secretaría de Educación, se desinfecta en la entrada a los padres de familia que llegan a retirar los alimentos en el horario que les corresponde. A la izq, don Juan Ochoa, vigilante de la escuela Renacer en Catacamas, Olancho, rocía con su bomba de fumigar a una madre de familia. A la der. un maestro desinfecta los zapatos de un padre de familia. Fotos: Cortesía

Por eso, cuando la Secretaría de Educación dió instrucciones para que se entregaran las raciones que quedaban en las escuelas tras los cierres, los 1.500 maestros y maestras en Catacamas se pusieron manos a la obra junto a los comités de alimentación escolar, integrados por madres y padres de familia. “Nos organizamos y empezamos esta cruzada humanitaria para llevar el alimento”, dijo el profesor Salgado.

Una vez dentro del recinto escolar, las madres y los padres de familia guardan la distancia establecida en los protocolos de prevención de la COVID-19. Fotos: Cortesía

El proceso de entrega

El WFP y UNICEF apoyaron al gobierno de Honduras en la elaboración y distribución de los “Protocolos de prevención de la COVID-19” en los 22.000 centros escolares en todo el país. Su propósito era explicar cómo realizar distribuciones de alimentos en las escuelas de forma segura para proteger la salud.

Madres y padres de estudiantes hacen fila para retirar sus raciones. Fotos superiores, entregas en el departamento de Lempira. Fotos inferiores, entregas en los departamentos de Olancho (izq) y Paraíso. Fotos: Cortesía

Los comités de alimentación prepararon las raciones y organizaron las distribuciones para que se respetaran los protocolos de prevención –por ejemplo, mantener la distancia de 1 metro o más entre personas— enviados por la Secretaría de Educación.

En el Centro Escolar Renacer en Catacamas, el comité de alimentación escolar y sus profesores se organizaron para que madres y padres de sus 232 estudiantes retiraran las raciones para llevar a casa.

Desde muy temprano, los acudientes hacían fila en la entrada del centro escolar, acogiéndose al horario establecido por los comités y educadores para evitar aglomeraciones. Por ejemplo, la madre o el padre de cada estudiante de primer grado debía retirar su ración entre 7:00 y 8:00 am y los de segundo grado de 8:00 a 9:00 am.

Quienes llegaban al centro educativo eran recibidos con una sonrisa de su director, el profesor Juan Manuel Zelaya, quien amablemente daba instrucciones: “Buenos días, señora, pase por aquí. Vamos a rociar su calzado y sus manos con alcohol para evitar cualquier tipo de contaminación al ingresar al centro escolar”.

En todo el país también los maestros y comités de alimentación escolar fueron más allá y llevaron las raciones hasta las casas de los estudiantes. Estas entregas fueron realizadas en el departamento de La Paz. Fotos: Cortesía

Luego de esta bienvenida, don Juan Ochoa, vigilante del centro educativo, rociaba a los recién llegados con su bomba de fumigación –que utiliza para fertilizar sus cultivos — para evitar la propagación del coronavirus durante las distribuciones.

El proceso de entrega seguía los protocolos de prevención de la COVID-19, dijo el profesor Zelaya. Las madres y padres entraban por una puerta designada y no tuvieron contacto con los maestros y maestras que participaban en la distribución. Por otra parte, cada producto de la ración fue colocado en una mesa diferente y los acudientes salían del recinto por una puerta trasera designada.

El profesor Zelaya y otros seis docentes aprovecharon la entrega de raciones para enseñar a madres y padres de familia cómo prevenir el contagio del coronavirus.

Para conocer más sobre el trabajo del WFP en la pandemia de la COVID-19, oprima aquí.

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Hetze Tosta
Historias del Programa Mundial de Alimentos

Periodista con más de 20 años de experiencia, responsable de comunicaciones y relaciones con socios y cooperantes en WFP Honduras.