¿Qué significa la comida para tí?

Seis familias de todo el mundo describen cómo la asistencia del Programa Mundial de Alimentos está cambiando sus vidas

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Texto original por Ana Opris

Pia vende los vegetables que cultiva en su huerto a cuatro escuelas en Camboya. Foto: WFP/Ratanak Leng

Gran parte de nuestra esencia humana gira en torno a la comida. Hacemos amigos en las comidas, cuidamos a nuestras familias y partimos el pan. Pero en un mundo en donde 821 millones de personas, o una de cada nueve, no tienen suficiente para comer, la comida tiene diferentes significados para diferentes personas.

Cada año, el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) brinda asistencia alimentaria a 86,7 millones de personas en más de 83 países. Conoce a seis de estas personas y qué significa la comida para ellas.

Terminó la hora del almuerzo en una escuela en Itampolo, Madagascar. Foto: WFP/Cassandra Prena

La comida es tradición

Tributo a la Madre Tierra (Pachamama) en Ecuador. Foto: WFP/Claire Neville

Bienvenido a una ceremonia de “pambamesa” en Ecuador. Los pueblos indígenas de los Andes ecuatorianos realizan esta ceremonia como un acto de solidaridad y para agradecer a la Madre Tierra, la “Pachamama”, con sus cuatro elementos: agua, tierra, fuego y viento.

La comida en una pambamesa, a menudo decorada con flores y frutas, tiende a ser principalmente de productos básicos como mote (granos cocidos), papas, quinua, zanahorias y habas. A veces, el cuy y otras carnes están presentes, a menudo servidas con el condimento picante ají. La chicha de jora a veces acompaña a una pambamesa.

Al retribuir a la Pachamama, se cree que se puede restablecer el equilibrio entre los humanos y nuestro planeta. Se dice que surgen problemas cuando la gente toma demasiado de la Pachamama sin retribuir.

Los pueblos indígenas de todo el mundo se encuentran entre los primeros en enfrentar las consecuencias directas del cambio climático, debido a su dependencia y estrecha relación con la naturaleza.

En Ecuador, WFP está trabajando con las comunidades indígenas para crear conciencia sobre el cambio climático y ayudarlas a adaptarse a los efectos de los patrones climáticos cambiantes.

La comida es esperanza

Salem en el campamento de refugiados en Adén, Yemen. Foto: WFP/Mohammed Awadh

Tras cinco años de conflicto armado, 20 millones de yemeníes— el 70% de la población — padecen “inseguridad alimentaria”, lo que significa que no están seguros de dónde vendrá su próxima comida.

Salem, de 40 años, y siete miembros de su familia huyeron de ese conflicto, pero sus hijos perdieron un año escolar.

Gracias a las transferencias monetarias mensuales de WFP para comprar alimentos, Salem logró enviarlos de vuelta a clases. “La asistencia en efectivo nos trajo esperanza”, dice. “Cuando la recibimos, mejoró nuestra condición y nuestras vidas aquí”.

Salem logró enviar a sus hijos de vuelta a la escuela gracias al apoyo del WFP. Foto: WFP/Mohammed Awadh

WFP brinda asistencia en efectivo a través de SCOPE, su sistema de gestión de información, diseñado para garantizar que la asistencia adecuada llegue a las personas adecuadas cuando la necesiten.

Salem es optimista. “Una vez que termine la guerra, volveremos a nuestra aldea”, dice. El año pasado, WFP amplió las distribuciones de asistencia en efectivo en Yemen de 120.000 a 500.000 personas.

La comida es oportunidad

Pia es una productora de Camboya que cultiva berenjenas, lechugas, frijoles y calabaza en su pequeña finca. Todos los días lleva variadas verduras a las cuatro escuelas de su comuna para suplir sus necesidades alimentarias.

WFP apoya a pequeños productores como Pia en 46 países. Photo: WFP/Ratanak Leng

A través del programa de alimentación escolar “cultivada en casa”, WFP establece vínculos con los agricultores locales para que millones de niños en edad escolar tengan acceso sostenido a los alimentos. Este programa de WFP en 46 países entrega alimentos seguros, diversos y nutritivos a las escuelas.

Hay muchos beneficios para la alimentación escolar. Las escuelas brindan a los agricultores locales un mercado seguro para sus productos, lo que genera ingresos estables, más inversiones y una mayor productividad. Los niños, a su vez, disfrutan de comidas saludables y variadas. Esto hace más probable que se queden en la escuela y se desempeñen mejor, al tiempo que aumentan sus posibilidades de conseguir trabajo como adultos. A nivel comunitario, las iniciativas de alimentación escolar local ofrecen educación sobre nutrición y mejores hábitos alimenticios. Fomentan la diversificación de la producción con un énfasis especial en los cultivos locales.

La comida es hogar

Faraah tiene 8 años y nueve hermanos. Su familia es de un pequeño pueblo costero en Yemen llamado Doubab.

Faraah tenía 3 años cuando su familia llegó al campamento de refugiados de Markazi en Djibouti en septiembre de 2015. Foto: WFP/Cassandra Prena

Djibouti, un país del Cuerno de África de menos de un millón de personas, ha acogido refugiados de países vecinos desde 1979, incluidas personas de Somalia, Etiopía, Yemen y Eritrea (que representan respectivamente la mitad, el 30%, el 15% y el 4% de las 30.700 personas que viven en campamentos y en la ciudad de Djibouti).

Aquí viven Faraah y su familia en el campamento de Markazi, Djibouti. Foto: WFP/Cassandra Prena

Ayich, el padre de Faraah, era maestro en Yemen. Encontró trabajo en la escuela en el campo de refugiados de Markazi, enseñando geografía e historia. Además de este trabajo, la asistencia alimentaria de WFP lo está ayudando a mantener a una familia de 11 miembros.

Aunque los niños apenas pueden recordar a Yemen, la familia pudo hacer un plato típico que disfrutaban en su hogar junto al mar: pescado, arroz y salsa.

Las transferencias monetarias permiten a las familias comprar alimentos e ingredientes que les permiten preparar comidas yemeníes. Foto: WFP/Cassandra Prena

Además de las distribuciones en especie, WFP ofrece transferencias de efectivo, que brindan a las personas opciones y les permiten cocinar los alimentos que conocen y aman, incluso cuando están lejos del hogar.

La comida es energía

En la escuela primaria pública de la aldea de Itampolo, en el sur de Madagascar, 500 niños disfrutan de una comida nutritiva de arroz con salsa de legumbres para el desayuno y el almuerzo, suministrada por WFP.

Madagascar, la cuarta isla más grande del mundo, cuenta con un ecosistema único, con muchas especies de plantas y animales que no se encuentran en ningún otro lugar. A pesar de su gran potencial, el 92% de la población de 27 millones de Madagascar vive con menos de US$2 por día.

Una mujer prepara la comida para los niños de Itampolo, Madagascar. Foto: WFP/Cassandra Prena

La desnutrición crónica afecta a casi la mitad de todos los niños menores de 5 años, la cuarta tasa más alta del mundo.

En el sur del país, las comidas escolares funcionan como una red de protección social para las familias más vulnerables. En el año escolar anterior, unos 290.000 niños de 1.100 escuelas en el sur de Madagascar recibieron diariamente comidas calientes fortificadas con vitaminas y minerales.

Un niño disfruta de una comida escolar en Itampolo. Foto: WFP/Cassandra Prena

Los programas de alimentación escolar de WFP llegan a millones de niños en África y en otras partes del mundo, asegurando el acceso regular a la educación, creando nuevos empleos para los agricultores locales y apoyando el crecimiento y el desarrollo sostenible del “capital humano”.

La comida es salud

“Rebecca está mucho más saludable ahora y sé la importancia de darle toda la comida adecuada”, dice Bertha Masamba de su hija, quien se beneficia de las transferencias de efectivo. En el distrito de Mangochi de Malawi es difícil trabajar la agricultura y muchas familias pasan hambre entre diciembre y marzo. Se le llama la “temporada de carestía” porque la comida se acaba antes de que llegue la nueva cosecha.

Rebecca con su madre, quien recibe transferencias de efectivo. Foto: WFP/Tawonga Ng’oma

WFP ha desarrollado una forma de prevenir la desnutrición durante este duro período. Cuando los niños se enferman a causa de la desnutrición, por lo general son llevados a un centro de salud para recibir una papilla rica en nutrientes para su recuperación. Pero a veces esto no es suficiente ya que muchos niños vuelven a enfermarse.

La transferencia de efectivo durante la temporada de carestía permitió a las familias comprar alimentos adicionales para acelerar la recuperación de los niños más pequeños que recibían la papilla.

Durante la temporada de carestía 2018–19 en Malawi, WFP se asoció con el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido para facilitar las transferencias de efectivo a más de 5.000 familias. Esto ayudó a garantizar que la recuperación nutricional de los niños no fuera perjudicada por la falta de alimentos.

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