Raquel recupera su gran pasión

Mujeres desplazadas en Colombia que perdieron sus tierras, vuelven a sembrar y a retomar su forma de vida: la agricultura.

Raquel Caicedo muestra sus cultivos de maíz en el patio productivo demostrativo. Ella vive con sus tres nietas y a todas les gusta sembrar. Foto: WFP

Balsitas se ubica río Guapi arriba, el cual desemboca en la costa pacífica colombiana. Allí solía vivir Raquel Caicedo con sus nueve hijos dedicados a la agricultura. Sus vidas cambiaron bruscamente cuando en el año 2005 fueron desplazados por el conflicto armado en el departamento del Cauca.

Junto a su familia, Raquel se estableció en la ciudad de Guapi, cabecera del corregimiento del mismo nombre, cerca del litoral pacífico. Allí comenzó de nuevo, pero en ese entorno urbano no volvió a practicar la agricultura que había heredado de sus ancestros y que había dado alimento a su familia.

Agricultura en el casco urbano

Raquel, una mujer trabajadora y fuerte, pasó 14 años sin sembrar en su nueva comunidad. ¡Extrañaba su oficio! Eso cambió cuando se integró al proyecto de patio productivo demostrativo en el casco urbano de Guapi, una iniciativa que llevan adelante el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la Pastoral Social del Vicariato de Guapi.

Ambos tienen el apoyo técnico del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).

En el patio productivo se han sembrado alimentos de la región y tradicionales. Foto: WFP

Reactivar la vocación agrícola

El principal objetivo del proyecto en Guapi es conectar nuevamente con la agricultura a esa parte de la comunidad que provienen de zonas rurales, pero que se vio forzada a vivir en el casco urbano debido al conflicto armado, y así fortalecer el tejido social.

Noventa y dos familias guapireñas desplazadas y vulnerables — incluyendo a mujeres, hombres, adultos mayores, jóvenes, niñas y niños — son parte de este proyecto, en el que participan jóvenes estudiantes del SENA.

El patio productivo

“A uno le gusta mucho su agricultura”, dijo Raquel, para quien volver a cultivar ha sido enriquecedor. En el patio productivo se han sembrado productos tradicionales de la región como: papa china, plátano, piña, yuca, chiyangua, cilantro, pimentón, tomate, habichuela, sandia, ahuyama y coco.

Además de sembrar semillas biofortificadas de arroz, maíz, frijol y batata, también se estableció un galpón con gallinas ponedoras.

“Siembro en mi casa para comer. Si uno va a preparar una olla y no tiene plata, no puede prepararla. Pero si uno tiene [alimentos cultivados] en su casa, en vez de ir a comprar, nada más los agarra”.

“Todo eso lo tenemos aquí por el trabajo que hemos hecho en la granja”, dijo Raquel. “Trabajamos y hasta hacemos sancocho, hoy hicimos un sancocho muy rico”, agregó.

Al igual que Raquel, otras mujeres en Guapi se esfuerzan por construir una nueva vida para sus familias y que luchan por tener mejores oportunidades en su espacio cotidiano. Cultivar sus propios alimentos es una oportunidad de aportar más allá de las labores domésticas a la economía familiar.

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