“Trabajar en WFP tiene otro significado para mí”

María Altagracia Fulcar conoce el impacto que tiene el trabajo preventivo en nutrición y nos comparte cómo su vida cambió gracias a ello.

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Altagracia Fulcar abraza a un niño durante una visita a San Juan de la Maguana para la Feria del Agua. La acompañan William Vigil, Representante de WFP (atrás), y Lucila Ramón (der.), monitora de campo. Foto: WFP/Celestino González

Altagracia Fulcar atesora muchos recuerdos de su niñez a pesar de haber crecido en medio de la pobreza. Recuerda claramente la figura de un agricultor llamado Papalá, quien lista en mano llamaba a las familias para recibir sus alimentos.

“Mis hermanos y yo éramos niños, disfrutábamos ir a buscar los alimentos — harina de maíz, aceite y trigo— para llevarlos a la casa”, dijo Altagracia. Recuerda a su mamá, Teresa Fulcar, en la cocina haciendo “magia” con los alimentos (variando el sabor) para que su papá Tomás, un agricultor, y toda la familia no se aburrieran de comer lo mismo todos los días. Por ejemplo, un día preparaba frijoles con harina y al otro les hacía arroz con harina.

Altagracia en Zoneo Food Fest, un festival gastronómico que se realiza en la Zona Colonial en Santo Domingo. Foto WFP/Karolyn Ureña

Eran tiempos de escasez, así que esos alimentos eran un alivio para la familia Fulcar y otros vecinos de una pequeña comunidad del municipio de El Cercado en la provincia San Juan de la Maguana, una zona golpeada por la pobreza en la República Dominicana.

“Mi madre fue la gran diferencia en mi vida. De ella aprendí la importancia de ayudar a los demás y de alimentarnos bien”, comentó con nostalgia. “Ella era ama de casa, pero también una respetada líder comunitaria. Siempre estaba buscando oportunidades para su familia y su comunidad. Fue gracias a ella que conseguimos esos alimentos”, agregó.

Altagracia participa en las jornadas de toma de sangre para medir la hemoglobina a niños y niñas. WFP/Archivo

De beneficiaria a nutricionista

Pasaron los años y la niña de San Juan de la Maguana creció para graduarse con una Licenciatura en Nutrición y Dietética, una Maestría en Alimentación y Nutrición y un Posgrado en Educación Superior. Fue funcionaria del Ministerio de Salud Pública y adquirió gran experiencia en el área de vigilancia nutricional.

En 2007, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) la contrató como consultora en nutrición. Como parte de su trabajo, investigó qué programas y en qué comunidades y provincias había trabajado el WFP en la República Dominicana.

Participación en talleres de cocina saludable en San Juan de la Maguana como parte de proyecto auspiciado por Canadá. Foto: WFP/Karolyn Ureña

Entre los documentos, dos nombres llamaron su atención: municipio El Cercado, provincia San Juan de la Maguana. En ese momento se dio cuenta que aquellos alimentos con “magia” que comió en su niñez fue gracias a que su familia participó del programa alimentos por trabajo del WFP. Dicho programa pagaba con alimentos a las familias que trabajaban en el cultivo de huertos comunitarios, reforestación, terraceo, sistema de irrigación, etc.

Esta información la llenó de alegría y de orgullo. Desde entonces Altagracia comenzó a verse a sí misma como un ejemplo de superación y una prueba viva del tremendo impacto que los programas de WFP tienen en la vida de aquellos a quienes sirven.

“Desde entonces trabajar en WFP tiene otro significado para mí. Las capacidades que tengo hoy se las debo a los programas de alimentación que recibí cuando era niña”, enfatizó.

Altagracia visita regularmente los proyectos para darles seguimiento. Aquí visita un huerto urbano plantado por personas que viven con el VIH. WFP/Archivo

Salvar la vida de una bebé

“Mi sueño era trabajar con la gente, directamente con las comunidades para prevenir la desnutrición”, dijo esta nutricionista, al recordar lo que aprendió de su madre.

Altagracia ha tenido gratas experiencias como nutricionista, pero hay una sobresaliente. Mientras conducía una investigación en una comunidad cercana a Santo Domingo, escuchó en una casa el llanto de un bebé que salía de una habitación. Su experiencia le advertía que algo grave estaba sucediendo, así que pidió que le trajeran a la criatura, quien resultó ser una niña. Cuando la vio, se dio cuenta que la bebé estaba en estado avanzado de desnutrición e inmediatamente la llevó a un centro hospitalario.

Altagracia nos dice que es un “gran placer” servir a la gente. Foto: WFP/Karolyn Ureña

Su mayor satisfacción la recibió unos años después cuando volvió a la misma comunidad y pudo ver a la niña totalmente recuperada, muy feliz y en perfecto estado de salud. “Los que trabajamos en el campo tenemos la gran dicha de servir a las comunidades, pero sobretodo de prevenir un flagelo como la desnutrición”, comentó Altagracia.

En la actualidad, Altagracia está al frente del área de nutrición en la oficina de WFP en la República Dominicana. Consciente del impacto de los programas del WFP en las vidas de los beneficiarios, dijo que desde su posición está dispuesta a triplicar sus esfuerzos con tal de que los dominicanos alcancen el objetivo Hambre Cero antes del 2030.

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Tayra Pinzón
Historias del Programa Mundial de Alimentos

Oficial de comunicaciones y trabajadora humanitaria en @WFP_ES / Communications Officer and humanitarian worker at WFP