Ai Weiwei para torpes

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Aprovechando que últimamente muchos jugones están yendo a La Virreina para las charlas sobre el DAU que organizan los del Barcelona Juga, voy a hacer publicidad gratuita de la exposición que en estos días se exhibe allí y que para mí constituye uno de los mayores atractivos culturales y artísticos que se ofrecen hoy al visitante de la ciudad condal. La instalación se titula On the table, y el artista es Ai Weiwei. Hasta febrero podéis ir a verla, pero como creo que aún hay mucho desconocimiento de este artista chino por parte del público menos interesado en rollos artísticos, voy a dar unas pinceladas sobre la trayectoria de este señor para animaros a ir a su exposición.

Tal vez la mejor manera de introducirse de lleno en el conocimiento de la figura de Ai Weiwei sea a través del documental Never Sorry, de Alison Klayman, filme ganador del premio especial del Festival de Cine de Sundance. Podéis ver el documental online por Youtube y subtitulado, vamos, que no tenéis excusa. Pero tal vez no tengáis ganas de verlo sin saber de qué palo va Ai Weiwei. Hagamos una minima biografía del personaje, como para torpes.

Quería ser como Warhol, pero…

Ai Weiwei nace un año antes de la gran revolución cultural, el Gran Salto Adelante, de Mao Zedong. Un cambio hardcore para pasar de una economía agraria a una sociedad comunista. Esto no le mola nada al padre de Ai Weiwei, el poeta Ai Qing, que por protestar le cascan 16 años de trabajos agrarios, así que a vivir al campo él y toda su familia. Se entiende que un poquito de rencor puede haber, ya que Ai Weiwei no puede regresar a Pekín hasta 1975, donde finalmente puede optar a estudiar cine. Se alía con otros chinos artistoides en el colectivo Star y empieza a quejarse, al estilo de su padre, contra el gobierno y las nuevas políticas de Deng Xiaoping. Pero nuestro amigo Wei quiere más, quiere tener una carrera como artista reconocida, y eso en China lo tiene chungo, así que se va a Estados Unidos.

En 1981 Ai Weiwei abandona China y se pira a Nueva York, donde definitivamente pierde la cabeza tratando de ser como Duchamp o Warhol. Esta etapa es algo así como de autoafirmación, es como decir: “sí, soy chino y no me conoce nadie, pero estoy en vuestra onda y puedo hacer lo mismo que vosotros”. La cosa no le va mal, toma buenas fotos, se integra en la sociedad y participa de sus reivindicaciones, casi podría decirse que es un neoyorquino más. Pero entonces ocurre algo que lo cambia todo: la masacre de Tiananmen. Esto plantea un dilema a Weiwei y el resto de la comunidad china en el extranjero: ¿cómo seguir considerándose un artista activista desde fuera, cuando la realidad es que haces falta en China?

Regreso a China

Ai Weiwei regresa a China en 1993, en parte por la delicada salud de su padre, la duda es ¿si su padre no hubiera empeorado, hubiera vuelto? ¿no le influyó Tiannamen para volver, como a otros de sus colegas? En mi opinión todavía no era el activista real que llegaría a ser, ya que todavía pensaba en el arte como un medio estético o de promoción de vanguardias, pero no como un medio político, como transmisor de mensajes y consignas que penetran en lo más hondo de la consciencia. Eso solo lo conseguiría más tarde, en mi opinión, a raíz del desastre de Sichuan.

El 12 de mayo del 2008 se produce el terremoto de Sichuan, donde mueren 6000 alumnos debido a las deficientes estructuras construidas para los colegios, que se vinieron abajo cuando otros edificios mucho más antiguos sobrevivieron a los temblores. Este suceso marca un antes y un después. Weiwei, que se había ganado holgadamente la vida como arquitecto, artista y diseñador (esto es, no tocando los huevos al gobierno tanto como lo hacía su padre o él mismo años atrás) decide actuar y empieza a recopilar los nombres de los niños muertos, cosa que no estaba haciendo el gobierno, ya que lo que quería el partido era tapar el incidente para que no ensombreciera los Juegos Olímpicos, que se celebraban en China ese mismo año.

Es a partir de Sichuan que Ai Weiwei se convierte en Ai Weiwei, en un artista de verdad, un activista inteligente y sin miedo, por vez primera en mucho tiempo. Ya no tiene que demostrar a nadie nada, ni pretende vender vanguardia alguna. Con su equipo se limita a cosechar datos, grabarlo todo, presentar un documental y hacer una exposición donde mostrar los nombres de los niños: So Sorry. Después estalla el escándalo de la leche para bebés en mal estado que afectó a 300.000 niños, eso en un país que tiene por ley poder tener solo a un hijo, es devastador. Weiwei pone voz a los afectados y sigue realizando documentales. El gobierno chino se empieza a molestar.

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El artista más influyente

La molestia gubernamental lleva a Ai Weiwei al hospital, tras serle detectada una hemorragia interna debido al golpe que se llevó por parte de un policía chino, al tratar de testificar a favor de un colega artista, Tan Zuoren. De la tremenda hostia que se llevó y de la negación del gobierno a asumir que se la dieron Ai Weiwei hace otra obra, más dilatada en el tiempo, pero con la que trata de explicar el sistema burocrático chino, exponiendo todas las denegaciones y solicitudes de investigación de este suceso. Además, le clausuran el blog, que empezaba a ser demasiado popular en china, por lo que se crea una cuenta de Twitter: @aiww.

“Exhorto a la gente a que actúen como «ciudadanos obcecados», que cuestionen y exijan siempre responsabilidades. Solo así podremos disfrutar de una vida saludable y feliz” Ai Weiwei

En 2010 llega su obra más emblemática, la de las pipas de girasol. Sunflower Seeds. Cientos de pipas de girasol de porcelana, pintadas a mano, con las que quiere dar al menos los siguientes mensajes: reivindicar el trabajo artesano chino a través de los maestros de la porcelana, frente a la maquinaria de producción de baja calidad que provee de malos productos a los bazares de todo el mundo; lanzar un mensaje al gobierno, pues las pipas de girasol fueron un alimento básico durante la Revolución Cultural en los períodos de hambruna; la pipa de girasol es uno de los símbolos de los tiempos de Mao Zedong, cuando se representaba al máximo jefe político como el sol que daba luz a los campos de girasoles; estas semillas de girasol son además las nuevas semillas de las anteriores, pues los hijos de aquellos obreros y campesinos son hoy los jóvenes que piden democracia y libertad desde los tiempos de Tiannamen. El visitante de Sunflowers Seeds debe pisar las pipas para acceder a la obra; éstas pipas se mueven al paso de las personas que deambulan encima de ellas, pero no se rompen, es imposible destruirlas todas aunque sean muchos los pies que las pisotean.

“La libertad conlleva el derecho a cuestionarlo todo” Ai Weiwei

En 2011 derriban su estudio y lo detienen en el aeropuerto. Lo mantienen encarcelado durante casi tres meses, totalmente incomunicado y vigilado las 24 horas del día, incluso para ir a cagar. De esta situación hablará mucho más tarde, puesto que cuando es liberado prefiere no decir ni pío para no perjudicar a su familia, especialmente a su hijo. Pero luego se suelta y hace un videoclip deliberadamente obsceno para que rabien en el gobierno. Este vídeo, Dumbass, se puede ver en Youtube, donde cuelga todos sus trabajos audiovisuales, al alcance de todo el mundo, gratuitamente para llegar al máximo de gente posible.

Podría decir más cosas sobre Ai Weiwei, pero con lo anterior ya tenemos lo básico para empezar a degustar su obra. Tal vez cabe destacar su avatar más reconocible, el de levantar el dedo corazón para simbolizar su oposición ante la cámara; rebelde y un punto irreflexivo, pero acorde con su mensaje de ruptura con todo poder establecido. Las fotografías de su trabajo en Study of Perspective son las más icónicas, las más irreverentes, pero también las más cristalinas, pues dicen: “estoy en contra de lo establecido, por muy honorable, bello y poderoso que sea, pues impide la libertad de alguna forma al ser canon, modelo de conducta, autoridad competente o conformismo”. Pues eso, este es Ai Weiwei, id a verlo, pues es uno de los mejores artistas de todos los tiempos, aunque ahora igual eso no lo sabemos todavía. Pero lo es.

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“Tomo fotos todos los días, para mí es como dibujar. Es un ejercicio sobre lo que uno ve y cómo lo registra. Y un intento de no utilizar las manos sino más bien la visión y la mente. Tomar fotos es como respirar. Se convierte en parte de uno mismo” Ai Weiwei

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