Al sur de los párpados, de Vila-matas

Por fin ya he terminado la novela maldita de Vila-matas, su tercera obra, incluida dentro de la compilación titulada En un lugar solitario, que contiene sus cinco primeros libros. Puedo decir, tras haber leído ya mucho de la obra del autor, que Al sur de los párpados es sin duda la peor de sus novelas, y que con razón la intentaba ocultar a todo posible lector. De hecho, yo si hubiera sido él no la hubiera incluido en la compilación. De hecho, en su día, no la hubiera publicado. Porque en el fondo se trata únicamente de un ejercicio de estilo, donde trata de emular la escritura que haría un escritor demente, o drogado, o tal vez ebrio (cosas estas no del todo improbables, en aquella época) que tiene una enfermiza relación con su mujer y las demás féminas de la obra.

La obra es una alucinación. Un conjunto de frases inconexas, donde Vila-matas nos da un muestrario de su impericia como escritor –hablamos de aquella época remota donde Vila-matas no era aún vilamatiano– que se toma demasiado en serio a sí mismo, que tiene ganas de demostrar algo, aún no sabe muy bien el qué, y que trata de hacer una novela demecial como si no hubiera existido Burroughs o toda la jodida generación Beat estadounidense. Este Vila-matas surparpadiano es un cruce entre un mal Bukowsky y Rimbaud pasando por Hemingway, que se queda en una tierra de nadie. Un dolor literario. Releyendo sus páginas, intento adivinar qué quería decir exactamente el autor, a qué sentimiento trata de aferrarse como argamasa de la estructura de la obra, qué tipo de mensaje nos quiere transmitir… pero no lo comprendo, o sí lo comprendo, es una locura propia de una obra de juventud, el manuscrito de un joven autor con ínfulas d’enfant terrible de la literatura española.

Lo que está claro es que Vila-matas quiere huir del realismo español imperante de las novelas que pululaban en aquellos días en la piel de toro. No quiere ser Cela, desde luego. Quiere ser un escritor francés, tal vez maldito, sobretodo de culto. Necesariamente marginal. Pero la novela es un sopor; he estado haciendo esfuerzos para acabarla, y porqué no decirlo, “disfrutándola” entre bostezos al mostrar los errores y horrores de un escritor que después se convertiría en uno de los grandes. Pero la verdad, si yo hubiera conocido a Vila-matas con esta novela, no le hubiera leído nunca más. Así que huid de Al sur de los párpados, rechazadla; no os perdéis nada, si acaso un galimatías pretencioso que lejos está de los sublimes galimatías pretenciosos que posteriormente tuviera a bien escribir Vila-matas, como los bartlebys, montanos o pasaventos, que tan profundamente calan en la memoria de sus lectores.

Al sur de los párpados es una novela de transición que no debiera haber salido del gabinete del escritor. Un ejercicio de estilo, como ya dije al principio, un divertimento que debiera haberse quedado en el cajón. Tal vez hoy día podría haberlo reescrito su autor y hacerla más legible, definiendo mejor a los personajes, en particular a esa Eva que de vez en cuando se intercala en el relato, o a esa Joyce, o Elena, o la madre. Todo está como desdibujado, como teñido por una neblina que nos impide ver por completo el extraño mundo que nos narra Vila-matas. Pocos personajes masculinos encontramos en la novela, a excepción de los poetas argentinos y a sí mismo, Stein, o Stan, pues no queda claro hasta bien entrada la novela el nombre real del personaje.

En conclusión, para no extenderme más, Al sur de los párpados es una mala novela. La peor de su autor, que hubiera hecho bien en quemar toda la primera edición de la misma y prohibir su inclusión en el volumen de En un lugar solitario. Nos sirve, eso sí, para evaluar el proceso de transición del autor; es decir, el proceso de convertirse en escritor, tal como nos cuenta en el prólogo del libro: el proceso de sentarse cada día y obligarse a escribir para terminar su tercera novela. Pero si lo que queréis es disfrutar con una novela de Vila-matas, leed otra cosa, tal vez su París no se acaba nunca, que se acaba de reeditar, o su Bartleby y compañía, pero jamás, jamás, leáis Al sur de los párpados. Odiaréis a Vila-matas.

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