Amores propios
La necesidad de amarme a mí misma
Creo que es casi imposible explicar qué es el amor propio sin un ejemplo concreto de lo que eso significa para mí. Incluso porque no creo que el amor propio pueda definirse por lo que dice el diccionario, ya que tiene tantos significados diferentes: lo que es propio de la forma en que me quiero es sólo mío, mientras que la forma como te queres es propiamente tuya. Por eso sólo puedo visualizar esta palabra-concepto en plural. Esta es la única manera de representar todo el amor propio que existe ahí fuera.
En mi caso, parte de mi amor propio es hacer las cosas que me gustan. Pasar el tiempo leyendo un buen libro, creando otra familia disfuncional en los Sims, comiendo algo rico cuando me apetezca. Pequeños caprichos, manjares que me permito porque me hacen sonreír.
Pero no se trata sólo de regalarse cosas o momentos de disfrute. El amor propio también consiste en sentirme bien conmigo misma, en paz con cualquier decisión que haya tomado y con lo que haya tenido que dejar para tomarla. Es gustar lo que veo cuando me miro en el espejo, sin buscar ningún defecto incriminatorio. Es cuidar de mi cuerpo y de mi alma, hacer un hueco en mi día complicado para simplemente ser. Es aceptar que mis tiempos no son los mismos que los de los demás, y en lugar de compararme, debería tratarme con más empatía y respeto. Es ser paciente conmigo misma, no sólo en los momentos felices, sino también en los momentos de frustración y enojo. Es sentirse orgullosa de lo que soy, sin olvidar nunca quién fui y el viaje que me trajo hasta aquí. Significa hablar conmigo misma con la misma irreverencia y alegría que se habla con una vieja amiga, sin groserías, sin juicios. Es perdonarme a mí misma.
El amor propio aparece en forma de verbo, de sustantivo, de adjetivo. Puede ser algo tan concreto como un cono de helado (tarta de limón y Nutella, por favor) o tan etérico como la sensación de libertad. Volátil, cada persona tiene su universo particular de amor propio, una variedad que cambia con el tiempo, que muta con las experiencias que vivimos, con lo que aprendemos de nosotros mismos. El amor propio no es estático, no es uniforme. Lo único que podemos generalizar al hablar de ellos es la necesidad que tenemos todos de querernos a nosotros mismos. Tal vez, por muy diversas que sean estas experiencias de amor propio, todas acaban respondiendo a la misma necesidad de afecto y aceptación que sólo cada uno de nosotros puede darse.
Versión en portugués:
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