Breve diario de vacaciones
Hoy reinicio mi rutina después de tres semanas de viaje y estoy feliz. Me refiero a esa felicidad tranquila, segura y suave. He vuelto a casa y estoy en paz. Me deja contenta poder tomar mi té en la mañana y leer algo diver antes de empezar a trabajar.
Siento el olor floral del jabón en el aire, ya que ayer lavé la ropa y aún se está secando en el tendedero. Porque ayer fue el día previo al inicio, el día de preparar, de organizar todo para empezar bien hoy. Así lavé la ropa, barrí la casa, deshice la valija, fui al mercado a comprar provisiones, anoté las tareas de la semana en la agenda. Y descansé. Después de tantos viajes, tantas idas y vueltas, Brasil y Argentina, fiestas y salidas, parece que volví de vacaciones más cansada que cuando me fui. Así que dormir la siesta ayer, así como acostarme temprano, fueron decisiones clave para despertar hoy de mejor humor y con menos ojeras.
Hoy vuelvo al mundo real y para ello necesito seguir reorganizando la rutina. Tengo una cantidad perversa de emails del trabajo para leer, además de algunas reuniones para saber qué pasó en estas últimas semanas sin mí. Tengo que conseguir las llaves extra que distribuí entre mis amigos que vinieron a cuidar al gato. Tengo facturas que pagar y decisiones que tomar, todo lo que dejé en stand by mientras no estaba en casa reaparece en el horizonte. Vuelvo a empezar la rutina y, con ella, todas las actividades que hacen que mi rutina sea tan mía, tan dinámica y colorida.
Me encanta la rutina, el día a día, la prisa que me lleva a nuevos lugares y a gente interesante. Pero he aprendido que también me encanta salir de ella, desconectar, olvidarme del teléfono y simplemente vivir cada día con el objetivo de disfrutar. Estas vacaciones se trataron de eso, de estar más desconectada, de probar cosas nuevas, de recorrer caminos externos e internos que en la prisa diaria muchas veces no me permito recorrer.
Para tener un registro más preciso de la experiencia de las vacaciones y de las cosas deliciosas que viví, juro que intenté empezar un diario. Pero, como siempre me pasa cuando este tema, fracasé. ¡Qué curioso, para alguien que ama las rutinas, la frecuencia de escribir en un diario simplemente no funciona para mí! Ni yo me puedo compreender…
Bueno, si tuviera que resumir la experiencia de las vacaciones en este 2022, creo que las cosas más importantes serían estas:
- Ir a la casa de mi infancia es la forma más eficaz de relajarse que conozco. Allí en Caraguá, entre el sabor del aire del mar y el calor constante, el tiempo parece ir más despacio, los músculos se aflojan, el sol quema incluso en los días nublados y el ánimo tiende a ser más dulce.
- No es fácil para mí sentarme sin hacer nada. Puede que no tenga un trabajo oficial, pero siempre acabo llenando mis vacaciones con multitud de actividades, por miedo a no disfrutar del tiempo libre como es debido. Todavía estoy aprendiendo la importancia de simplemente existir, sin planes ni objetivos.
- São Paulo, te quiero con todo mi corazón. Más aún porque es el hogar de algunas de las personas más importantes de mi vida.
- Los mejores viajes tienen que ver más con las personas que nos acompañan que con el destino en sí. Esta vez visité una nueva ciudad, San Martín de los Andes en la Patagonia, Argentina, y estos días fueron tan especiales por la loca y maravillosa compañía de amigas y de mi pareja.
Reflexiones, conclusiones y declaraciones de amor. Estos son los puntos más importantes de mi diminuto diario de vacaciones. Y también algunas fotos, porque una imagen dice más que mil palabras y gracias a Dios (y al celu) tengo muchos registros visuales de estas andanzas:
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