Combatir la ira con el llanto

Escribiendo y leyendo sobre emociones intensas y mujeres que hacen cosas bonitas 👀

Regiane Folter
Yo, Regie

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Photo by Kayla Farmer on Unsplash

Ayer estaba muy enojada. Pero muchísimo. El motivo? Tengo un problema con mi banco y no puedo usar mi tarjeta de crédito. No, no es nada tan grave. Pero no puedo evitar indignarme ante la aparente dificultad de resolver un problema tan simple. Además, aceptar que hay cosas que ocurren fuera de mi control nunca ha sido mi fuerte.

Aunque este texto no es sobre la incompetencia de los bancos ni de otras cosas que me irritan.

Quiero hablar de cómo siento esa rabia y de lo que hago para disiparla.

En primer lugar, cuando surge la ira, es silenciosa. Siento que crece dentro de mí, me comprime los órganos, me hace un nudo en el estómago. La angustia se extiende y con ella llegan las náuseas, los dolores de cabeza y la dificultad para respirar. Por fuera, sin embargo, sigo como siempre. Quizá un poco más roja, los ojos un poco más abiertos. Pero el cambio externo es casi imperceptible; la verdadera revolución se produce en mi interior.

El malestar de la rabia es gigante. Mi cerebro sólo puede pensar en lo que ha provocado tal emoción y todo mi cuerpo está tenso, en alerta. Mientras pienso en el problema y le doy mil vueltas en mi cabeza, la irritación se hace más fuerte. Reproduzco el motivo del enojo una y otra vez y esto es combustible para que la indignación expanda su fuerza cada vez más.

No logro simplemente relajarme y dejar que la ira desaparezca. Incluso con un efecto tan negativo en mí, acabo volviéndome adicta a ella. Algo me empuja a seguir pensando y enojándome y haciendome daño. Me aferro a esta rabia con todas mis fuerzas, dejo que me consuma. Parece mucho más poderosa que yo.

Hasta que, de repente, exploto. Algo detona en mi interior y tanto sentimiento acumulado se convierte en llanto. Supongo que mi cuerpo no puede soportar tal angustia y encuentra la manera de expulsarla. Son sólo cinco minutos de lágrimas, pero al final me siento aliviada. Vacía de esa sensación tan opresiva. El calor ha desaparecido, al igual que la presión interna. Puedo volver a respirar profundamente.

La ira llegó, hizo un pequeño espectáculo, y se fue.

Llorar es un santo remedio. Al menos para mí es la mejor herramienta que tengo para afrontar estas situaciones. Llorar actúa como una especie de filtro, una desintoxicación, un antídoto que elimina de mí lo que no me hace bien y deja espacio para que las cosas se asienten de nuevo. Termino con la cara aún más roja que antes, pero por fin puedo sonreír.

Por hoy, se acabó.

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Regiane Folter
Yo, Regie

Escrevi "AmoreZ", "Mulheres que não eram somente vítimas", e outras histórias aqui 💜 Compre meus livros: https://www.regianefolter.com/livros