La feria

¿Qué era lo que necesitaba comprar?

Regiane Folter
Yo, Regie

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Photo by Tadeu Jnr on Unsplash

Me paseo por los puestos de comida, flores, verduras, ropa usada. Es una feria al aire libre, pero no siento frío, a pesar de ser julio. El exceso de gente, ruidos y voces me genera calor. Camino sin prisa y sin rumbo. La calle es larga y sé que la feria la recorre entera, aunque nunca he llegado hasta el final. Siempre me canso antes. ¿Quizás hoy sea el día? ¿De seguir recto, tranquila, serena, y ver cómo acaba la confusión de la feria?

Yo creo que sí. Porque estoy aquí con una misión: sé que necesito algo, pero no recuerdo qué es, así que examino detenidamente cada artículo de cada puesto, intentando recordar. ¿Conoces esa sensación de que tenes algo en la punta de la lengua? En lo más profundo de mi cerebro siento esa necesidad latente, vislumbro ese algo que sabía que encontraría allí, pero no consigo recordar exactamente qué era. Por más que piense, no consigo sacarlo de la niebla. Así que sigo caminando. Si es importante, lo recordaré.

Hay todo tipo de vendedores y cosas que se venden. Están los típicos puestos de alimentos, con llamativas frutas y verduras; hay vendedores de queso, carne, embutidos. Incluso hay gente que vende material de limpieza, comida para mascotas, cosas para el hogar. Y, por supuesto, muchos puestos de flores que dan color y aroma a la feria.

También hay algunos puestos curiosos en esta feria que parece eterna. En uno de ellos, un hombre barbudo y con cara de buena persona vende monedas antiguas de colección. En otro, una mujer muy mística vende pociones que curan todo tipo de dolores, incluido el de los corazones rotos. En otra parte encuentro libros usados, montones y más montones de obras polvorientas, desde grandes clásicos hasta fanzines hechos a mano.

Veo de todo y sigo sin encontrar lo que buscaba. Tengo ganas de comprar muchas cosas, pero sé que cargada de bolsas no podré caminar mucho más. He perdido la cuenta de las cuadras que he caminado y sé que nunca he estado en esta parte de la ciudad. A medida que caminaba, la calle se volvió más rústica y algunos agujeros en el suelo casi me hacen perder el equilibrio; las casas alrededor de la feria parecen cada vez más viejas y casi no se ven edificios como los que había al principio del camino. Aparte de eso, todo sigue igual. El bullicio llena mis oídos y mis ojos, y el delicioso calor sigue firme y fuerte. Y sigo caminando.

Atenta a los puestos que me rodean, no noto nada más que cambie en el paisaje: el número de personas que hacen sus compras también disminuye. Son pocos los valientes que se aventuran hasta el final de la feria.

Miro atentamente un pequeño puesto que vende cosas para el celular y, cuando miro a un lado, ¿qué onda? ¿Dónde está el siguiente puesto? No veo otro puesto, ni más gente, ni más cosas… La feria termina de repente, sin avisar. Miro a los lados, sin creerme que de repente lo que era dulce se haya acabado. Miro hacia atrás y veo el camino andado, la feria que sigue viva y en movimiento detrás de mí. Miro el reloj y calculo los minutos que he pasado en ese perezoso paseo. Y entonces miro hacia delante, más allá de la feria, y veo el mar.

No sabía que la feria terminaba justo frente a la rambla, tan cerca de ese inmenso azul que, en un día soleado como hoy, parece aún más brillante y hermoso. Sonrío, satisfecha. Aquel era realmente el premio al final del arco iris. Cruzo la avenida y me siento en uno de los bancos frente al mar. Miro, miro, miro todo. Igual que quería radiografiar cada objeto de la caótica feria, ahora quiero absorber todo lo que pueda de ese paisaje tan preciosa. Me duelen las piernas, mi cuerpo se queja de todo el movimiento para llegar hasta allí, pero mi corazón está feliz.

Entonces, de repente, me doy cuenta de que esto es lo que estaba buscando. No el mar, ni la feria, ni la carretera que me conectaba de segunda a primera; no, lo que buscaba era esa sensación de pura satisfacción. Plenitud por el mero hecho de estar ahí y ser quien soy.

¿Quién iba a pensar que eso sería gratis?

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Regiane Folter
Yo, Regie

Escrevi "AmoreZ", "Mulheres que não eram somente vítimas", e outras histórias aqui 💜 Compre meus livros: https://www.regianefolter.com/livros