Nadie sabe con certeza qué ocurre en el interior de un agujero negro
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Detrás de mi máscara con forma de sonrisa hay un pozo de resentimiento. Es invisible, pero puedo sentir su energía, su densidad. No me pongo la máscara a propósito, no quiero engañar a nadie. Pero siento la necesidad de ocultar este agujero infinito de dolor y resentimiento que, aunque invisible, corre el riesgo de succionar todo lo que me rodea. Se me hace fácil fingir que está todo bien, el famoso “fake it until you make it”. Tengo miedo de mostrar mi vulnerabilidad, de que mi molestia sea inconveniente.
Entonces, la máscara hace su trabajo con excelencia. Y como está hecho con mi propia cara, nadie se da cuenta de que es falsa. Sólo yo sé que esta sonrisa de comercial no es real. Siento la boca abierta en media luna, la mejilla estirada, el aire frío golpeando el nervio expuesto del diente, la fuerza para mantener la cara en esa posición. Un movimiento artificial, totalmente distinto de lo que siento cuando sonrío de verdad.
Y cómo quiero sonreír de verdad…
Sentir que la sonrisa fluye libremente, reír incluso. Deseo tanto ser esa persona. Pero por más que intente hacer realidad este deseo, el pozo sin fondo sigue interponiéndose en mis planes. No recuerdo cuándo empezó a formarse, no recuerdo los primeros días del pozo, cuando miraba dentro y aún podía ver el fondo. Todavía podía estar de pie.
No, cuando fui a darme cuenta de lo que ocurría, el agujero oscuro y silencioso ya había crecido hasta alcanzar grandes proporciones. Creo que se alimentaba de pequeñas frustraciones, momentos de tristeza o decepción. En aquel momento parecían tontas, sin importancia. Iban a pasar.
Pero no fue así.
La fusión de la rabia, el miedo, el cansancio y la desesperación, todas esas emociones que sentía a cuenta gotas y guardaba sin darme cuenta acabaron generando este fucking agujero negro. Su órbita tiene fuerza, quiere arrastrar mi falsa sonrisa, desintegrar la máscara, consumirlo todo hasta que se consuma en su totalidad y deje de existir. O tal vez quiera llevarnos a otro tiempo y espacio para quedarnos allí, lejos de todo lo que me provoca estos mini dolores que tiendo a acumular. No sé.
Nadie sabe con certeza qué ocurre en el interior de un agujero negro.
En fin, ¡una batalla intergaláctica aquí en este cuerpito! A veces finjo que no sé que la única heroína que puede salvarme de la (auto)destrucción soy yo misma y sigo empujando la situación. ¿No pasará de verdad? ¿No dicen que el tiempo cura todo? ¿No es así? Otras veces, decido afrontar el desafío y guiar a mis tropas hacia la victoria. Escribo, voy a terapia, me desahogo. El pozo se retrae un poco y gano esperanza. Sigo adelante. Otros días, parece que la sombra de este enemigo duplica de tamaño y pienso que nada saldrá bien.
Un ir y venir, una dualidad agotadora, pero nada nuevo bajo el sol. Ser humana es mantener el equilibrio sobre el filo de un cuchillo e intentar no cortarse demasiado.
Muchas metáforas en este texto, ¡por favor! ¿Por qué tantas? Pero no pasa nada, el ejercicio de hoy era dar rienda suelta a esos sentimientos locos y dramáticos, dejarlos ser como son. Mientras escribía, dejaba aparecer mi verdadero rostro, sin una sonrisa falsa que lo disimulara. ¿Podrían ser las metáforas una especie de sonrisa textual? ¿Palabras para suavizar el agujero en mi pecho?
Tal vez sería mucho más fácil decir simplemente que me siento mal y que desearía no sentirme así. Tal vez tenga que enfrentarme al agujero negro, aceptar que existe y que la vida continúa. Sin fingir, sin insistir en que todo irá bien. Sólo existir, sólo seguir caminando, viviendo, intentando.
No sé. Pero hay muchas cosas que no sabemos con certeza. Esta es una más.
Y ya está.
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