Para leer: “La enfermedad de escribir” 📚
Cartas de un autor atormentado
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No me gusta el cliché del escritor atormentado que vive en constante soledad y desesperación, encontrando en las palabras su única salida para sentir un poco de alivio. No creo que esa sea la única forma de vivir la escritura, aunque sea una de las más retratadas en películas y otras obras. Pero entiendo que esa visión del escritor sufridor existe porque hubo (y seguramente aún hay) escritores así. Uno de ellos fue Charles Bukowski.
Lo conocía de nombre, pero aún no había leído nada suyo. Hasta que vi “La enfermedad de escribir” en una vitrina. En la carátula, una máquina de escribir en llamas. Ya dije que soy de juzgar los libros por la portada y, una vez más, no me equivoqué. Compré el libro, lo leí y ahora vengo a recomendarlo.
“Sí, acabé ‘Hollywood’. Estoy contento con el resultado. (…) Me gusta tanto como cualquiera de mis libros. Pero, claro, un escritor es el peor juez de su propio trabajo. Me lo pasé bien, fue un elixir, un tónico, porque había muchas cosas que me corroían y la máquina de escribir era mi mejor válvula de escape, me permitía pasar de la oscuridad de mierda más absoluta a una penumbra más soportable, aunque estaba escribiendo una historia terrorífica. A veces, cuando parece que no hay esperanza, todo encaja a la perfección.
Prefiero mil veces escribir cuando me siento feliz y lo hago cuando tengo la suerte de sentirme así. No creo que el dolor sirva de inspiración artística. Hay demasiado dolor. Podemos vivir perfectamente sin él. Si nos deja, claro”.
En la solapa del libro, en una pequeña bio del autor, confirmo lo que ya sospechaba: “Charles Bukowski (1920–1994) fue el último escritor ‘maldito’ de la literatura estadounidense”. Sentí curiosidad, pero decidí no buscarlo en Google. Dejaría que el libro me llevara por la vida del escritor para ver si realmente era maldita.
“La enfermedad de escribir” es un libro de no ficción, creado a partir de cartas que el escritor intercambiaba con amigos, editores, otros autores, etc. Entre 1945 y 1993 conocemos la visión de Bukowski sobre la vida y la escritura a partir de las ideas que intercambiaba con sus afectos, o ni tan afectos así. En un mundo anterior a Internet, Bukowski era prolífico en su comunicación y escribía a personas que admiraba, a revistas que publicaban sus historias, al editor que lo acompañaría durante casi toda su carrera y a muchos otros personajes. Al comienzo de cada carta, el libro explica brevemente quién era el destinatario y su relación con el autor.
En este libro encontré el cliché en carne y hueso: un hombre atormentado por sus pensamientos extravagantes, en constante conflicto con sus vínculos, viviendo en situaciones precarias, a veces miserables. Durante muchos años, Bukowski no sabía si sobreviviría hasta su próximo pago. Sus días estaban llenos de alcohol, dudas existenciales y momentos de inspiración en los que podía pasar horas y horas dibujando o escribiendo. Su repertorio es extenso e incluye poemas, cuentos, relatos biográficos y novelas.
Pero él no tenía una rutina de escritura, sino todo lo contrario: podía pasar días sin tocar la máquina de escribir, hasta que de repente le entraba una urgencia y creaba veinte textos de una sola vez, que enviaba inmediatamente a alguna revista literaria sin guardar ninguna copia para si. En las cartas descubrí cómo el autor perdía muchos de sus textos en esos envíos masivos y, a veces, incluso intentaba recuperar algunos escribiendo a las revistas para pedir que le devolvieran sus relatos.
Las cartas de “La enfermedad de escribir” son interesantes porque son reales. Bukowski habla abiertamente de su trabajo, se critica a sí mismo, se compara con otros autores, duda de sí mismo para luego vanagloriarse cuando una revista importante aceptaba publicar uno de sus textos. A veces escribe mal o se confunde con las palabras, ya que en una carta personal no le preocupaba ser coherente ni perfecto. En realidad, es ahí donde vemos quién es en realidad, un hombre lleno de contradicciones que tuvo varios trabajos y solo comenzó a dedicarse a la escritura como profesión después de los 35 años. Porque, al fin y al cabo, esa es la conclusión de Bukowski: escribir es lo único que sabe hacer. No podía escapar de su destino.
Al terminar la lectura, comprendo por qué Charles Bukowski y otros autores ‘malditos’ están tan representados en nuestros medios de comunicación. Hay algo atractivo en esa vida desgobernada por la tristeza y la escritura. Aunque yo no soy así y no conozco directamente a ningún escritor o escritora con esas características, puedo sentir el atractivo. Aunque no quiero ser así, puedo ver el aura que desprenden autores como Bukowski y a veces me pregunto, ¿será que los grandes solo se hicieron grandes por ese inmenso sufrimiento?
No sé responder a esa pregunta y creo que prefiero ni saber la respuesta. Solo sé que con Bukowski ocurrió algo muy curioso: descubrí su vida y su mente antes de conocer su obra. Dudo que él imaginara que algún día la gente se interesaría por leer sus cartas; o tal vez sí, tal vez pensara que era tan genial que incluso sus conversaciones íntimas debían ser leídas. Porque si hay algo que podemos aprender de malditos como Charles Bukowski es que incluso en la mierda hay que creer en uno mismo.
Conocés libros de Bukowski para recomendar? Avisame!
Lectura actual
Hoy en día estoy casi a la mitad de “Either/Or”, de Elif Batuman. Este libro es la continuación de “The Idiot”, que leí y no me gustó mucho. Pero decidí dar una oportunidad al segundo libro para ver si la protagonista entra en razón.
Este texto es una traducción de mi newsletter “Histórias que abraçam”.
