Soy artista
Me considero más o menos artista
Es decir, escribo. Sé que la literatura es un tipo de arte, incluso clasificada como el quinto arte clásico según algunos. Sin embargo, no puedo evitar pensar que los verdaderos artistas son los que saben cantar, tocar un instrumento, pintar. Cosas que son, digamos, más vistosas, ¿quizás? Que llaman la atención de forma más proactiva, mientras que un texto o un libro son mucho más sutiles. Creo que asocio mejor habilidades como el dibujo o la capacidad de generar sonidos melodiosos con la idea de ser artista. No sé, así es como funciona mi cabeza.
Así que si sólo se pudiera considerar artista a un músico o a un pintor basándome en mi suposición, me quedaría fuera de la lista. No sé cantar (sólo en la ducha), nunca he tenido la persistencia de aprender un instrumento musical, y definitivamente no sé dibujar ni pintar. Y eso que lo he intentado. Hace unos años asistí a cursos de lettering porque pensé que era una buena manera de combinar mi pasión por las palabras y un secreto deseo de ser ilustradora. Me divertí mucho en esas clases. Jugué con pinturas, lápices de colores y ceras para crear palabras embellecidas. Palabras que al mismo tiempo comunican y son lindas.
Pero aunque hiciera cursos, no se me dio bien el lettering. Es una actividad que requiere mucha precisión y yo no soy muy de líneas rectas y trazos perfectos. No soy tan estable. De todos modos, fue bonito mientras duró y, aunque ya no practico el lettering, creo que influyó en mi visión conservadora de lo que significa ser artista.
En las clases que tomé, todos los miembros del grupo éramos muy diversos. Éramos comunicadores, abogadas, científicas, contables, etc. Personas de distintas procedencias y conocimientos que se reunían en ese momento para aprender algo nuevo o perfeccionar un rasgo que ya traían consigo, pero que a menudo no habían tenido ocasión de utilizar. Diferentes edades, diferentes trabajos, pero un único deseo de colorear y dar salida a lo que sentían a través del arte.
Durante las conversaciones y los intercambios, aprendí muchas cosas interesantes sobre las técnicas del lettering y sus diferentes herramientas. Pero lo más importante que me llevé después de estos encuentros fue poder visualizar a cada una de las personas allí presentes como artistas. No porque supieran pintar o porque fueran supercreativos, sino porque tenían algo que compartir con el mundo y querían encontrar la mejor manera de expresarse.
Sigo guardando mis “mejores” piezas de lettering en una carpeta aquí en casa. A veces, cuando me siento nostálgica o insegura, les echo un vistazo. Es agradable ver esos colores brillantes y sentir la textura de las acuarelas bajo mis dedos. Me ayuda a recordar en qué me inspiré para crear cada obra y siempre tenía algo que ver con la escritura.
Escribir es la actividad que más me gusta hacer, en la que más me encuentro. A través de ella, siento que puedo transmitir al mundo exterior todo lo que sucede dentro de mí. Cuando escribo, me entiendo mejor y puedo conectar con lo que existe más allá de mis límites. En definitiva, es mi herramienta, es la técnica que he ido desarrollando durante tantos años. Es mi arte; es lo que me impulsa a seguir adelante y a decir, con todas las letras, que soy artista. Aunque sea tímida, aunque a veces lo dude, aunque tenga miedo.
Respiro hondo y digo “soy escritora”.
