¿Por qué no emprender?
Si eres un emprendedor, seguramente ya te han preguntado en más de una ocasión: ¿Qué te motivó a emprender?, y cómo muchas de las grandes preguntas de la vida, la respuesta no es una sola sino muchas, tantas que hacen que sea más fácil preguntar ¿Por qué no?
Las primeras aprensiones
La vida de un emprendedor no es fácil. Las dosis de estrés se acumulan día a día, el compromiso comparado con otros trabajos tiene que ser total y en la mayoría de los casos sé es el responsable total del éxito o fracaso del emprendimiento, afectando a todo aquel que decida sumarse.
Con lo anterior en mente ¿Por qué alguien en su sano juicio decidiría emprender? Pues porque para un emprendedor, el estrés es su combustible: Aventurarse cada día en desafíos que te obligan a aprender, a explorar, a exigirte más a ti mismo es una forma de vida, o quizás como una droga que te hace sentir muy bien y que es muy difícil de dejar. Para muchos emprendedores ésta es la única forma de vivir que le acomoda o que conocen.
Las ganancias son más altas que los costos
Por supuesto, no todo es estrés y sufrimiento. La idea de ver crecer a tu negocio, de recibir a clientes agradecidos por el trabajo realizado, se suma a la idea de construir un equipo de confianza que también se va a desarrollando y aprendiendo; transformándose así en órganos vitales de una misma empresa. Todo lo que, sin duda, muchos emprendedores pueden coincidir que es una de las experiencias más satisfactorias de la vida.
Nada bueno sale de la zona de confort
Finalmente, uno de los factores más importante es imaginar y comparar la vida de emprendedor con la de aquel quien no emprende. Las diferencias saltan a la vista. Sin duda la segunda opción sería más tranquila, menos arriesgada. Pero la alternativa de lograr algo que trascienda, que crezca hasta cobrar “vida propia” es una ambición a la cual es difícil decirle que no.
