Candidato, tienes que tomar en serio la comunicación digital
Ningún candidato ganará las elecciones por tener una cuenta de Twitter. Como tampoco ganará por hacer un spot. Pero lo que sí puede es perder por no tener una gestión de la comunicación eficaz y acorde con las expectativas del electorado.
Comunicación y política se funden. Y en el caso particular de la campaña que tiene que emprender todo candidato, comunicar ocupa la mayor parte del tiempo, por lo que hacerlo bien es imprescindible. Un candidato que comunique de forma desacertada, está haciendo mal la mitad de su trabajo.
Comunicar bien tiene que ver con tener algo que decir y hacerlo de forma estratégica, sistemática y organizada. Identificar donde está el público objetivo y cuáles son las vías para hacerles llegar el mensaje. No dejar cabos sueltos y planificar hasta lo inesperado. Todo esto no puede realizarse si se deja a un lado una tendencia que cada vez gana más terreno: la comunicación digital como centro.
¿Por qué comunicación digital? Porque cada mañana, antes de encender la TV, las personas consumen y producen mensajes con su teléfono móvil. Porque la tecnología marca el ritmo. Primero la radio, luego la TV y ahora el Internet.
Los electores quieren hablar con los candidatos, pero a su modo
Al modo de los electores. Lo inmediato reina. Whatsapp no para, las marcas responden a sus consumidores en Twitter, los artistas mantienen el contacto con sus fans a través de Instagram, la prensa escrita hace videos para su canal de YouTube, los telenoticiarios escriben post para sus blogs. ¿Y los candidatos? Perdiendo espacio. Los ciudadanos quieren dialogar con los candidatos políticos. La avalancha de críticas y comentarios negativos no debe amedrentar a quién tiene una propuesta sólida, un discurso capaz de defender. Los electores hacen preguntas que nadie responde, escucharlos tiene que convertirse en una prioridad.
Los electores reclaman transparencia
Los canales digitales tienen un potencial enorme para mostrar a los candidatos sin poses. Una ventaja para quienes buscan validar su credibilidad, pero una molestia para aquellos que están acostumbrados a maquillarlo todo. No vale fingir: Un político que no sea transparente no puede exhibir lo contrario por el solo hecho de utilizar los canales digitales; pero uno que sí sea transparente puede demostrar como lo hace y reiterar, cuantas veces sea necesario, que no tiene nada que ocultar.
Posicionar el mensaje sin intermediarios
La prensa -la no seria- puede tergiversar un declaración para hacer más vistosa una primera plana. No tomar en cuenta el contexto por cuestiones de forma. Ignorar o dar poca importancia a un evento que la dirección de campaña considere relevante. Es por esto que para posicionar el propio mensaje, la buena gestión de la comunicación digital debe ser una prioridad. Gracias a que en Internet todo se mide, en la mayoría de los casos es posible saber a cuántas personas se está alcanzando y recibir retroalimentación sobre la valoración. Números, no suposiciones, que ayudan a ajustar y mejorar, para alcanzar objetivos concretos.
Es un error asumir la comunicación tradicional y la comunicación digital por separado. El enfoque debe ser integral y complementario. Aunque el fundamento sigue siendo el mismo, internet influye significativamente en todos: emisor, mensaje y receptor.
