Tiempo

Yoqsan Berumen
Zero: Antología 
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2 min readMar 16, 2014

Cuando era niño estaba obsesionado con el tiempo, recuerdo que me sentaba en la sala y me quedaba mirando el reloj de la pared, era de manecillas, dorado y con los números negros, para mí era un objeto interesante y maravilloso, pues ese pequeño objeto pegado en la pared me decía exactamente cuando empezaba mi caricatura favorita, cuando había comida en la mesa o cuando estaba a punto de llegar mi padre a casa, aun sin siquiera poder comprender correctamente lo que decía ese objeto, aun así en cierta forma lo comprendía.

La misma rutina se seguía repitiendo cada día, aunque algunas veces me parecía que avanzaba más lento que otros días, en ocasiones sentía que mi padre tardaba más en llegar de lo normal, o que cuando había caricaturas se movía más rápido, era como si algo lo moviera a su antojo.

Un día, mi curiosidad me llevo a tomar una silla, la puse frente al reloj y subí, era más grande de cerca de lo que parecía de lejos, detuve la manecilla que se movía, hubo silencio, por un momento sentí como si hubiera detenido todo el tiempo, me sentí ilusionado, hasta que escuche un grito de mi madre preguntando qué estaba haciendo, y mi ilusión paso a ser miedo. Mi madre decía que “la curiosidad mató al gato” pero yo tenía un perro por lo que no tenía de que preocuparme, así que en mi segundo intento fui más sigiloso, pero ahora en lugar de detenerlo lo moví hacia atrás, encendí el televisor y mis caricaturas no estaban; lo moví hacia adelante, corrí a la puerta, pero mi padre no llego. Decepcionado regresé a la sala, me senté en el sofá y mire aquel reloj, ese día aprendí que no importaba lo mucho que quisiera volver a vivir algo o lo mucho que quisiera que llegase algo, tenía que sentarme a esperar, el tiempo no es algo que se pueda cambiar. Volví a subir tome el reloj, se lo llevé a mi madre y le dije “esta cosa no sirve”, después de eso fui castigado por lo que me pareció una eternidad, no volví a tocar ese reloj.

Aunque en la actualidad ya no funciona, siempre que lo veo, me recuerda que debo valorar lo que me da el presente, pues por mucho que trate de escapar del tiempo, lo único de lo que soy dueño es de mis acciones del presente y que cada momento llega cuando tiene que llegar, no antes ni después.

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Yoqsan Berumen
Zero: Antología 

Estudiante de Mecatrónica del ITD/ miembro activo de la VDS/ lo imposible no es un hecho es una opinión/ escritor aficionado