Acorralada
Mi habitación daba a esa calle con eco maldito y el resto de la casa, a los pasillos y patio de la corrala. Ese sitio donde en un pasado las vecinas tendían la ropa y actualizaban sus vidas, idas y venidas y donde los hombres dejaban sus botas, llenas de barro, en los umbrales sin felpudo, dejados de la mano…