Un día cualquiera, hace no más de tres años, alguien decidió incomodar a la cuadra del 3500. Al salir de su casa, los vecinos de la calle Álvarez Thomas encuentran, escrito sobre piedra, lo que acabaría siendo la condena existencial de cinco distinguidas familias del lugar.
Familia 1 → Ese mismo día, la esposa de Roberto decide, por primera vez en veinte años , revisarle el celular a su marido. El destino era inevitable. Con el aparato entre sus manos, la esposa de Roberto sabía que algo encontraría. La pregunta era: ¿Qué?
¨Estás enfermo Roberto. ¿Qué clase de persona puede tener el teléfono lleno de videos y fotos tan repugnantes?. Estás enfermo Roberto.¨
Un par de horas después, Roberto salía por última vez de su departamento en condición de marido. En la esquina de la piedra marcada, paró un taxi y se alejó.
Familia 2 → La esposa de Guillermo, en cambio, tenía total conocimiento de las prácticas inmorales, pre y post matrimoniales que con frecuencia su marido ejercía. Amantes. Guillermo comulga con la infidelidad, de la misma forma y con la misma facilidad que su esposa lo hace con el perdón. Esa era la rutina del matrimonio, al menos hasta el día que encuentran, escrito sobre piedra, lo que acabaría siendo la condena existencial de un confuso y destrozado nido de amor.
¨¿Duele? No te entiendo Guillermo. Hace tanto que no jugamos a esto. ¿Qué es lo que querés? ¿Querés que te suelte?¨
Un par de horas después, Guillermo salía por última vez de su departamento en condición de marido. En la esquina de la piedra marcada, la ambulancia prendió la sirena y se alejó.
Familia 3 → Irresponsable, la esposa de Tomás dejó que la ira se sentara a la mesa y rompiera, de un simple tirón, toda la vajilla familiar que alguna vez, tiempo atrás, perteneció a su mamá.
¨No te vayas Tomás.¨
Fue culpa, del simple hecho de pensar, en la mera posibilidad, aterradora, de terminar sola y enferma. Condena existencial que, un par de horas después, haría que Tomás salga por última vez de su departamento en condición de marido. En la esquina de la piedra marcada, puso en marcha su auto y se alejó.
Familia 4 → A la esposa de Nicolás le gustaba cuestionar. Con notable frecuencia solía exprimir la verdad hasta verla sangrar.
¨¿Dónde estabas Nicolás?¨
Hasta ese día, invariablemente, la rutina era beber para olvidar. El orden preciso: gritar, lastimar, beber y olvidar. Sin nada para tomar, un par de horas después, Nicolás salía por última vez de su departamento en condición de marido. En la esquina de la piedra marcada, abrió la botella y se alejó.
Familia 5 → La condena existencial de cinco familias distinguidas del lugar, llegaría a su final, posándose angustiosa, en la mirada desorientada de la esposa de Germán.
¨Te vas. Andate y no vuelvas más.¨
Un par de horas después Germán salía por última vez de su departamento en condición de marido. En la esquina de la piedra marcada, se arrepintió y con los ojos brillantes, se alejó.
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