¿Por qué no se logra acabar con el acoso escolar?

Carmen Alemany Panadero
9 min readFeb 21, 2020

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Imagen: Shutterstock

El acoso escolar continúa siendo un importante problema en los centros educativos, tanto por su frecuencia e intensidad, como por las graves consecuencias que puede tener para los niños y niñas afectados. Según datos de la Fundación ANAR, en 2018 la cifra de niños acosados ascendió a 2,3 niños por clase. En 2017 fueron 2,7 niños por clase. Según esta estadística, en la práctica totalidad de los centros educativos habría algún caso de acoso (o varios). El cyberbullying representa ya uno de cada cuatro casos. Redes sociales como Instagram, plataformas como Youtube o chats instantáneos como Whatsapp pueden permitir la difusión de todo tipo de mensajes y vídeos crueles o denigrantes. El acoso escolar es un problema grave que puede causar importantes secuelas en los menores afectados, llegando en algunos casos al suicidio de la víctima.

Numerosas familias han llegado al extremo de denunciar a los colegios por las presuntas negligencias o deficiencias en su actuación ante el acoso. Esto ha llevado a muchos casos judicializarse. Una familia de Huelva denunció en 2019 al Colegio San Vicente de Paúl, después de tener que cambiar a su hijo de centro tras 4 años de acoso. En Madrid, una familia denunció en dos ocasiones al Instituto Juan de Villanueva por agresiones y amenazas de muerte a sus dos hijos. El centro no había activado el protocolo de acoso escolar. Dos alumnos se suicidaron en el Instituto Ciudad de Jaen de Madrid, tras haber sufrido bullying y no encontrar otra salida. Los padres habían denunciado al instituto, pero el abuso continuó. Hace dos meses, una madre de Sant Joan d’Alacant denunció al colegio Carmelitas por no intervenir ante el acoso escolar que sufría su hijo, después de tres años sufriendo agresiones. Y en el IES Mutxamel un alumno ha intentado suicidarse recientemente por la misma causa. ¿Por qué se llega a estos extremos? ¿Por qué no se actúa desde los centros educativos? ¿O quizá sí se actúa pero no de forma adecuada? ¿Por qué tantas familias se ven abocadas a denunciar los casos?

Las causas que dificultan la intervención en los centros educativos

Después de hablar con varios docentes de centros de Educación Secundaria y de investigar sobre el tema en publicaciones especializadas, creo que hay unas cuantas razones que están impidiendo o dificultando la intervención de los centros educativos en casos de bullying.

- Falta de recursos: Los recortes en educación han llevado a una situación de escasez de recursos en el día a día de colegios e institutos. Las ratios son excesivas, los profesores se encuentran saturados, los orientadores están desbordados y quemados. La sociedad actual también es tremendamente dinámica y compleja, lo que también afecta a la conducta de los niños y adolescentes y al clima de los centros educativos, que se vuelve también más complicado. Los recursos destinados a la intervención en los problemas de convivencia son insuficientes para abordar dichos problemas.

- Falta de formación específica: Recientemente, en relación con un caso de acoso escolar en 4ºESO, la tutora de la menor afectada me confesó que ellos no son profesionales de la psicología y no saben cómo intervenir con ciertas cuestiones. Ella misma reconoció su falta de formación específica. En otros casos, se han detectado también problemas en la gestión realizada por el Departamento de Orientación, lo cual indica algo más grave: los orientadores tampoco tienen siempre la formación necesaria. Hay orientadores que son psicólogos, pero no todos lo son. Y no todos tienen formación especializada en acoso escolar o en mediación educativa.

- Falta de enfoque integral: En algunos institutos se dedican a “apagar fuegos”. Intervienen sobre la parte pero no sobre el todo. Por ejemplo: se actúa sobre una pelea que tiene lugar a la salida del instituto, pero no sobre la situación de acoso escolar que ha causado la pelea. Un mismo caso de acoso puede contener muchos elementos: difusión de rumores falsos, cyberbullying, acoso callejero, acoso telefónico, burlas y acoso verbal y psicológico, y además, la pelea física.

- Temor de los profesionales: En la mayoría de las comunidades autónomas existen protocolos específicos de acoso escolar. Es el caso de la Comunidad de Madrid, que cuenta con un protocolo de acoso escolar que debe ser activado por los centros educativos cuando se detecta un caso. Sin embargo, esto no siempre se hace. Las causas pueden ser varias: la obligación de notificar el caso a la Inspección Educativa si se activa el protocolo, el temor a ver su actuación fiscalizada y supervisada por la Inspección, el no querer “complicarse la vida”, dar explicaciones o rellenar papeles, el miedo a tener que enfrentarse a los padres de los agresores (que suelen defender a sus vástagos), o el miedo a que reconocer el acoso genere obligaciones al centro que no puedan o no sepan cumplir.

- La reacción de algunas familias: Los padres de los niños que perpetran el acoso escolar suelen defender a sus hijos/as, negar el acoso, alegar que son cosas de niños, quitarle importancia o en el peor de los casos, enfadarse y mostrarse agresivos ante el personal docente o amenazar con una denuncia si hay sanciones disciplinarias. Esto puede desincentivar a los jefes de estudios y orientadores a la hora de activar el protocolo de acoso escolar.

- Dificultad para recabar pruebas: Sobre todo en caso de acoso de origen verbal. Es más fácil probar el cyberbullying guardando las capturas de pantalla, o el abuso físico con un parte de lesiones, pero resulta más complicado recabar pruebas de los insultos o las amenazas verbales.

Numerosos niños, niñas y adolescentes sufren acoso escolar en nuestros colegios e institutos. Muchos de ellos lo sufren en silencio, sin atreverse a contárselo a sus padres, por miedo o por vergüenza. Otros logran pedir ayuda, pero a menudo se encuentran con barreras en los propios centros educativos. Cualquier niño puede ser víctima de acoso escolar, pero son particularmente vulnerables los menores que padecen algún tipo de trastorno (de aprendizaje, de conducta, del neurodesarrollo, psicológico, emocional) o aquellos niños y niñas que simplemente son percibidos como diferentes por sus iguales. El joven que no es popular, que no viste a la moda, que no es percibido como cool o el que tiene déficit de atención, Asperger o un trastorno de lenguaje corre un riesgo superior de ser marginado o acosado.

Recientemente hablaba sobre este tema con un tutor de aula de un instituto madrileño, que me comentó que les había preguntado a sus alumnos sobre las razones de que un alumno fuese más popular que otro. Y los alumnos dieron respuestas como que el chico/a popular “viste mejor” o “lleva el pelo más bonito”. Se trata de un instituto donde se han realizado talleres y charlas sobre acoso escolar, sobre convivencia, respeto y tolerancia, sobre violencia de género, donde se celebra el Día de la Paz y el Día de la Mujer, donde se forma en igualdad y en valores. Pero la percepción de los adolescentes sobre la valía o la popularidad sigue siendo la misma. Y en este centro ha habido problemas de acoso escolar.

Propuestas de intervención sobre el acoso escolar

Muchos profesionales del Trabajo Social han insistido en la importancia de que se incorporen trabajadores sociales a la plantilla de colegios e institutos, no únicamente con una presencia mínima en los EOEP, sino incorporando estos profesionales a los centros educativos. Esto contribuiría a liberar a los docentes y orientadores de una importante carga, ya que muchas veces no tienen recursos ni formación específica para intervenir adecuadamente en todos los casos. Mi propuesta es la creación de Equipos Psicosociales en los centros educativos, que cuenten con trabajadores sociales además de psicólogos. Estos equipos permitirían intervenir en todos aquellos casos que presenten problemática sociofamiliar, psicológica, emocional o social, así como la creación de equipos interdisciplinares entre trabajadores sociales, psicólogos y orientadores.

Algunos de los programas y métodos a los que se puede recurrir hoy para la intervención en acoso escolar son los siguientes:

- El Programa TEI: o Programa de Tutoría entre Iguales, se trata de un programa creado por Andrés González Bellido (profesor y catedrático de Orientación Educativa, vicepresidente de ACO y un referente en materia de acoso escolar), que busca mejorar la convivencia en los centros educativos y mejorar la gestión de lso conflictos. Se basa en la tutorización emocional entre iguales, basándose en valores como el respeto, la empatía y el compromiso. Los alumnos de 3º serían tutores de los de 1º, siempre tomando como referente a alumnos de más edad, en todos los ciclos y etapas. Este enfoque contribuye a mejorar la conducta de los menores, ya que suelen tener más en cuenta a sus iguales de más edad que a profesores o maestros.

- El método KiVa: Fue desarrollado en Finlandia, donde se aplica en el 90% de las escuelas. Este programa redujo la incidencia de acoso en un 79%. El método abarca varios aspectos: la actuación sobre los “testigos mudos” para que no se abstengan de intervenir en apoyo de la víctima, y para que no refuercen al agresor. Asimismo, fomenta la educación en valores como la empatía y el respeto, sensibilización sobre el bullying, y un buzón virtual para denunciar casos.

- El Programa Olweus: Se desarrolla en Noruega tras el suicidio de tres adolescentes por acoso escolar. En las escuelas donde se aplica, se realiza un evento público para sensibilizar al alumnado sobre el bullying y sus consecuencias. En este evento participan alumnos, familias y maestros/as. En la escuela se establecen 4 reglas: 1) no acosar a otros, 2) ayudar a los estudiantes que son acosados, 3) integrar a los compañeros que están fuera del grupo, 4) Si conocemos un caso de acoso, comunicarlo a un adulto. El programa recoge reuniones periódicas en el aula para debatir y comentar sobre el acoso y los posibles casos de riesgo en la escuela. Asimismo, se nombra un comité que supervisa y controla el desarrollo del programa.

- Talleres y charlas de especialistas: La Policía Nacional imparte charlas en los centros educativos para concienciar sobre la gravedad de las conductas de acoso y sus consecuencias, no solo a nivel emocional sino penal. También psicólogos y educadores sociales o trabajadores sociales imparten talleres y charlas sobre bullying en las aulas. La educación en valores como la diversidad, el respeto, la convivencia y el buen trato es esencial en la lucha contra el acoso.

- Acción Antirrumores: Especialmente necesaria cuando se interviene en casos de acoso con componente racista o con prejuicios arraigados sobre un colectivo. Se puede emplear también cuando corren rumores falsos sobre un alumno o grupo de alumnos. En este modelo de intervención, se pregunta al alumno sobre sus fuentes de información y se cuestiona si esas fuentes son realmente fiables, proporcionando al mismo tiempo información objetiva y real sobre los hechos, y haciendo ver a los alumnos que no siempre los rumores se corresponden con la realidad. Los estereotipos y rumores pueden adquirir mucha fuerza, y sin embargo, no coincidir con la realidad. Se trata de proporcionar al alumno una visión más ajustada a la realidad y una mirada crítica sobre las fuentes de información.

La mediación: cuándo sí y cuándo no.

En caso de acoso escolar, el uso de la mediación es controvertido. Si bien existen profesionales y autores que defienden que se puede emplear (en algunos casos y en etapas iniciales del acoso), en general en etapas más avanzadas está contraindicado. Para que un caso sea mediable tienen que cumplirse unos requisitos y adoptarse algunas precauciones:

- Aceptación: Ambas partes tienen que estar dispuestas y aceptar la mediación expresamente. No se puede llevar a cabo un proceso de mediación si una de las partes no quiere participar.

- Imparcialidad: La persona mediadora tiene que ser imparcial y no tener ideas preconcebidas hacia ninguna de las partes (en caso de mediación entre iguales, tener la precaución de que el compañero mediador NO sea amigo o enemigo de una de las partes en conflicto).

- Equilibrio de fuerzas: No debe haber un fuerte desequilibrio de poder entre una y otra parte. La mediación no es adecuada cuando se trata de muchos individuos contra uno, ni de personas que ejercen violencia frente al que ha sufrido la violencia, ni tampoco puede hacerse cuando una de las partes tiene un pánico insuperable a la otra parte. Hay que tener precaución aquí con los temas de popularidad y jerarquía social entre iguales, nos puede parece que dos alumnos “son iguales” y para ellos no ser así (la jerarquía social para ellos es muy real). En ese caso, el alumno con menos popularidad o con un puesto inferior en la jerarquía social, está en desventaja.

- Psicopatología: Es importante tener precaución en los casos en los que una de las partes tenga una psicopatología. No es una contraindicación absoluta, pero se debe obrar con precaución, recabar previamente la conformidad de las partes y asegurarse de que la persona afectada no siente miedo o ansiedad ante la mediación, para asegurarse de que no se desencadene una crisis.

  • Bullying: En caso de acoso escolar, rara vez se cumple el tercer punto: equilibrio de fuerzas. La persona que viene sufriendo bullying desde hace tiempo, suele estar asustada, debilitada, con la autoestima afectada y en ocasiones psicológicamente destruida. El agresor puede sentirse fuerte y valiente frente a su víctima. Al no haber equilibrio de poder, no es un caso mediable.
Infografía: Elaboración propia

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Carmen Alemany Panadero

Trabajadora social en Servicios Sociales. Graduada en Trabajo Social. Licenciada en Periodismo. Opiniones propias.