Hora Prima

Diana Rogovsky
4 min readJan 20, 2018

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Su propuesta -que trajo a La Convi, la convivencia-residencia para artistas que hicimos en enero de 2018- era la de cantar un mantra colectivo justo antes del amanecer. Acompañar la salida del sol. Nos contó que esa mañana lo había hecho y que eso te daba energía para todo el día.

Entonces, lo primero que hicimos fueron unos ejercicios preparatorios para aflojar y percibir el aparato fonador, las cuerdas vocales, el cuerpo y la respiración, la conexión con los demás y probamos en rueda esa idea, esa construcción conjunta posible de diferentes maneras.

Había que despertarse a las 5 y 20, ir a la esquina norte del terreno y cantar con quienes estuvieran allí hasta que aparecía el sol. El campo es dorado y mágico a esa hora. El rocío empapa el pasto, los pájaros están muy activos, la luz va inundando todo antes de que finalmente el sol se muestre por completo, enorme, volviendo a las flores silvestres violetas y amarillas, los fardos secos del terreno de al lado, los árboles algo maravilloso. La mañana que fui, los perros se ubicaron al lado nuestro y se quedaron, serenos. Luego en la larga mañana pude encarar tareas pendientes y absorber toda esa luminiscencia y esa vibración para el hacer. Ese día tuve ganas de cantar todo el día, a tal punto que esa misma noche, guitarras de por medio, disfruté mucho cuando se armó lo que luego alguien de La Convi dio en llamar “covers de ahora y de siempre”.

Foto de Verónica Pastuszuk. ¿Ocaso o amanecer?

No reiteré la experiencia a lo largo de la semana porque nos acostábamos tarde con mucho para sentir, pensar y elaborar y me quedaba durmiendo, pero cada mañana entre nosotros/as nos preguntábamos:

-¿Fuiste a cantar?

Algunos asentían y ahí brotaba la sonrisa cómplice, la actitud de ahora nos entendemos mejor.

Al finalizar la semana todos habíamos pasado por el canto.

Otras cosas que hizo Nahuel fueron: soldar con níquel una plaqueta para luces para el taller de René, reparar con René la conexión de Edelap, la prestadora de electricidad de la ciudad, antes de que vinieran ya que el corte de energía llevaba unas 10 horas y cuando no tenemos luz, nos quedamos sin agua porque usamos bomba. También con René reparó la lámpara del comedor y luego dejó conectada en un toma, dos: una del dormitorio y la del living.

Como la garrafa no tenía presión suficiente porque ya estaba casi terminada y además yo hacía años que no lo usaba, no pudimos prender el horno para el pan que hacía en la temprana mañana los dos primeros días, así que hizo unas hogazas, con técnicas que fue perfeccionando en la Essen redonda que me recordaron un cuadro de Breughel.

Paellera Essen
“La boda campesina”

También demostró que no sólo maneja técnicas culinarias si no que conoce cómo presentar un plato. De hecho, cuando luego discutíamos acerca del nombre que este proyecto de residencia iba a tener, porque eso surgió sobre la marcha, una de las posibilidades fue la “copa de arroz”. Fue un punto alto de nuestra experiencia.

Lista por Verónica Pastuszuk
¡A la mesa!

Permanentemente estaba dibujando, también encuadernó y les enseño a otros a hacerlo. Un hombre multiartista, Nahuel.

Foto de Verónica Pastuszuk

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Diana Rogovsky

¡Hola! Soy artista, gestora, docente. Me gusta compartir los conocimientos, recibirlos de otras personas. Por eso estoy acá: danza, escritura, música, teorías.