HISTORIA DE VIDA| Patricio Dillon, un desaparecido que vive

Ema Gimenez
7 min readSep 28, 2016

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notable momento ,la inmensidad del mapa resalta la figura de Patricio, marcando un recorrido y rumbo político.

Contar la historia de un desaparecido por el terrorismo de Estado es atreverse a tensionar la supuesta racionalidad periodística de sólo tomar los hechos a partir de la precisión exacta de las cosas, con la propia cosmovisión de la historia que amalgama los sentimientos más profundos de los ojos de quien lee y quien escribe. Así cada fotografía, cada entrevista y momentos de la investigación de esa persona, que desde lo físico está desaparecida y es un vació en un lugar de la meza de casa y en los corazones de muchos, se transforma y termina en una parte de la existencia de quien se atreve a narrar, porque remueve cada nudo del sentido común y nos deja la impresión viva de la historia.

Ésta es la historia de Jorge Patricio Dillon, que recobró un nuevo sentido a partir del documental periodístico transmedia MEMORIASRN realizado por las y los estudiantes de Periodismo Digital,- materia de la carrera de Comunicación que se dicta en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales — UNCO-, con el propósito de contribuir a la memoria colectiva tras el 40 aniversario del golpe cívico-militar y eclesiástico del 76`y dar testimonio de la represión en la provincia de Río Negro.

En la cuidad de Fiske Menuco (General Roca), como en cualquier lugar del país, se despliegan banderas que honran la memoria de los desaparecidos, en las movilizaciones por los derechos humanos, uno de ellos se volvió en un emblema de la localidad y de parte de la militancia política que vivió esos años, en un pueblo que recibió su tajada en la oscuridad del terrorismo de Estado.

Una estampa resquebrajada y curtida por el viento de los años, un rostro con los ojos atrincherados en una mirada penetrante y una joven orquestación del contorno con la inscripción en una bandera fue pintada con el nombre de “Patricio Dillon, vive”. Un ritual de recuerdos, memoria e ideología.

¿Quién fue?¿Quién es? Fue la inconsciente reacción de la pregunta y supimos muy por encima que fue un joven militante del peronismo de la ciudad, un desaparecido que figura en la lista de los 30.000, un silencio del aparato represivo de la dictadura militar que debemos liberar constantemente.

Luego, averiguando un poco más, descubrimos que su vida está rodeada de muchas historias para contar, vestidas de destinas formas y través de múltiples formatos. Era un “personaje conocido” por lo que dejó como semilla cultural y política. Repasar la historia de Patricio desde su infancia, adolescencia y juventud militante hasta su secuestro y desaparición debía ser nuestro objetivo principal para el documental transmedia.

Patricio y la levadura de la masa

Patricio afuera de su casa

Jorge Patricio Dillon nació el 13 de Octubre de 1953, pertenecía a la “clase media”, era de uno de esos barrios donde conviven profesionales de la labor pública y pequeños comerciantes, precisamente en la esquina Italia y Tres Arroyos — (hoy Secretaria de Derechos Humanos de la provincia, delegación General Roca)- vivía Patricio con su madre, Sara Gigena Dillon, quien lo crió junto a Coca Gigena, tía materna. Su padre falleció cuando éste era apenas un chiquilín de tres años.

De estudios primarios y secundarios en el colegio religioso “Domingo Savio”, el cristianismo funcionó en su entorno como cuna social, en la capilla del barrio que frecuentaba y en las filas de los “Boy Scouts”.

La literatura fue parte de su estante cotidiano, ya que su madre le inculcó el buen hábito de la lectura. Tal vez fue ésa una de las razones la que despertó desde temprano una sensibilidad social para con su pueblo, trabajando con las parroquias del lugar en intensas tareas barriales.

Poro no todo quedó allí, encaminado su juventud quiso llevar sus ansias de transformación social a un nivel más profundo, decidió apropiarse del acontecer político de su país en un contexto de represión y democracias condicionadas.

A contracara de esto, también en los años 60’ florecieron utopías revolucionarias dentro de una enorme participación juvenil en la política, lo viejo era suplantado por lo nuevo — un arte contracultural se plasmaba en los diferentes lenguajes del mundo moderno y movimientos políticos de liberación nacional del Tercer Mundo se enfrentaban con crueles dictaduras engendradas desde los centros del poder internacional y las oligarquías locales -, y Argentina era una pieza clave en ese mapa geopolítco.

En la cuidad de Dillon los acontecimientos del “Rocazo” fueron el estallido local de estas controversias históricas, cuando buena parte de la cuidad valletana levantó la frente y salio a la calle entre el 3 y el 20 de julio de 1972. El hecho puntual que calentó la olla fue la decisión tomada el 30 de junio de 1972 por el general Roberto Requeijo que gobernaba la provincia como interventor federal desde el 69', cuando Onganía lo dispuso en ese mando, de crear el Juzgado Número 6 de Cipolletti, desmembrando la Segunda Circunscripción Judicial que tenía su sede en Roca. El pueblo lo entendió como un pisoteo a su soberanía y sobre la espalda del intendente de la ciudad Fermín Oreja cayo todo el peso de las protestas, quien no soporto y renunció.

La movilización popular unificó a los distintos sectores sociales y económicos y políticos en contra del gobierno militar de la provincia, cuando asociaciones profesionales, grupos tradicionales y organizaciones de la militancia política, de lo más heterogénea identidad de la cuidad armaron un gobierno municipal provisional a través de una asamblea popular, era el hastió que provocaba el autoritarismo lo que expresaron esas jornadas de la mas genuina expresividad política. En esos días de junio, la cuidad ardía, era una de las tantas puebladas argentinas de los 70'.

Hubo ademas un segundo Rocazo, ya el 6 de marzo de 1973, cerca de las elecciones libres nacionales luego de 17 años, para impedir que el mismo gobernador Requeijo se presente con su partido, Partido Provincial Rionegrino.

El Rocazo era un peligro más que florecía en una apasionada y convulsionada realidad política nacional, con una fuerte organización de los movimientos obreros y escalada represiva del gobierno de Lanusse que se veía cada vez más encerrado en su propio laberinto.

Fue ese el contexto que vivió en su creciente participación política el joven Patricio, el que lo invitó a convertirse en un militante político dentro del movimiento peronista, levantando junto a sus compañeros y compañeras los primeros centros de alfabetización a principios de los años 70, cuando comenzó a formar parte de la Juventud Peronista -regional séptima — que incluía todo el Alto Valle de Río Negro y Neuquén.

Cientos de recuerdos y emociones reaparecen en cada una de las personas que lo conocieron y supieron compartir momentos con él, momentos que atesoran, en lo más profundo de su memoria. Su tía materna Coca lo recuerda como “fanático de Los Beatles, los fideos caseros, la literatura, la fotografía y la guitarra”.

“Un joven alto y apuesto” así lo describe Patricia Laría, compañera de militancia estudiantil, poseedor de una sonrisa cautivadora que junto con su voz prominente complementaban su personalidad fuerte.

Su gran compañero de militancia y amigo, Benedicto Bravo (sobreviviente de La Escuelita, víctima en el primer juicio y testigo en el segundo) lo describe como “un gran líder natural con un fuerte concepto ideológico, un intelectual y artista que hacía de su música una forma de expresar la injusticia social”, “el más grande intelectual que conocí” fueron las palabras del “Bene”, Patricio convertía en lector de literatura latinoamericana a quien conocía, era parte de “la levadura de la masa”, es decir aquellos y aquellas que el sistema consideraba peligrosos porque educaban con el ejemplo y tenía una visión de la realidad que atentaba contra los intereses de los poderosos.

El viaje a Buenos Aires

Luego de protagonizar un fuerte rol dentro del movimiento estudiantil en la lucha para que la naciente Universidad del Comahue tenga una locación en la ciudad, decidió irse a Buenos Aires para iniciar sus estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Fue en la gran ciudad cuando se incorporó en la Juventud Universitaria Peronista y comenzó una vinculación más estrecha con Montoneros, militando finalmente en esa organización político-militar.

Cuando se da el golpe de Estado, ya estaba en la última etapa de sus estudios, pleno 1976, entró a trabajar en el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Hay que destacar que luego de su desaparición, el Banco reconocio que Patricio fue desvinculado de la empresa por “desaparición forzada de persona”, formalizando que Patricio, junto a otros 27 desaparecidos, fueron arrancados del Banco por el terrorismo de Estado.

Ese jovencito de espalda grande, sonrisa segura, convincente mirada y una aptitud constante de búsqueda intelectual, política y artística, fue parte de una generación que llevaba consigo los estigmas de un pasado político que transportaban abuelos, madres y padres, encarcelados, torturados, proscriptos y fusilados.

Su cuerpo portaba un destino impreso, sin caer en idealismos ni estimaciones, pareciera haber construido con esas pequeñas partículas inmensas de entrega que marcaron su personalidad, Patricio Dillon en su ser individual y colectivo, lograba encender todos los destellos de un tiempo donde las grandes ideas enardecieron a toda una juventud marcada a fuego por utopías que se hacían reales. Al descubrir su historia, las dimensiones de lo sucedido, lo macabro y despiadado de la dictadura se convierten en las señales precisas del plan de exterminio político perpetrado.

acaso la fotografía mas precisa de los rasgos faciales de Patricio

El joven roquense, Patricio Dillon fue secuestrado el 20 de enero de 1977 con tan solo 23 años en un bar cercano a la facultad donde cursaba las últimas materias de Licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Fue visto por última vez en el “Club Atlético”, ex campo de tortura y exterminio de Capital Federal. Su vida es el relato de una búsqueda de libertad, utopía desangrada que hoy vive en las palabras de esta crónica.

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Ema Gimenez

Estudiante de Comunicación Social- periodismo popular- amante de la música (@emagim886 )