¿Qué hay detrás de las letras del Indio Solari?

Franco Agustín Carbone Costa
Aunque sea un homo sapiens
10 min readOct 17, 2021
Carlos “el Indio” Solari

Hace algunas semanas, cerveza mediante, un amigo me preguntó: “¿Che, Fran, por qué las letras del Indio le gustan a tantas personas, por qué provocan el fanatismo que provocan?”, y agregó: “¿Hay alguna explicación, digamos, teórica, que tenga que ver con la literatura o algo así?” Le expliqué que alguna vez me había detenido en este asunto, y ensayé una respuesta parcial. No obstante, le prometí que algún día pensaría el tema detenidamente y escribiría al respecto.

A continuación esbozaré algunos puntos, que presentaré a la manera de ítems, que sirven para pensar la obra del Indio Solari(1) y al mismo tiempo responden, de alguna manera, la inquietud de mi amigo. Antes de comenzar debo señalar que leerán un análisis del orden “análisis del discurso”, interesante, creo yo, pero que discrimina, necesariamente, dos factores fundamentales de la lírica de Solari: 1) que sus poesías son expresadas en voz alta de una manera determinada y no de otra; 2) que poseen una melodía.

1) La ambigüedad y el “efecto Forer”

Que el horóscopo de Aries y el de Leo apliquen a una persona de Géminis o Tauro (o de cualquier otro signo zodiacal) bien se explica por lo que en psicología y lingüística se llama “efecto Forer”: un individuo X se identifica con un texto Y porque este texto Y habla de cualquier individuo (tanto de X como de Z…) Es decir, un texto lo suficientemente general será fácilmente interpretado como personal. Con otras palabras, el horóscopo de Leo que leo en la revista de los domingos se parece a mi vida porque se parece a la vida de todos. La demostración experimental de este fenómeno lingüístico que realizó Bernard Forer lleva el nombre “The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility” y la pueden encontrar sin dificultad en Internet.

Por otro lado, algo ambiguo es algo susceptible a diferentes interpretaciones. Por supuesto, ambos recursos retóricos se complementan: si yo escribo un texto susceptible a diferentes interpretaciones hay más posibilidades que diferentes individuos se identifiquen con él. De este modo, quien conoce el mundo de las drogas de los 80s encontrará en los siguientes versos una alusión a la anfetamina (?), quien quiera puede encontrar aquí una escena cotidiana de amor, otro puede hallar una escena entre dos amantes, incluso, tal vez alguien tome literal el valor de “Dios” y encuentre en esta una poesía narrativa con un creyente incurable como voz lírica:

Siempre tengo a mi lado a mi Dios/Así me das más/Un susurro muy especial/Así me das más/Motor-psico: el mercado de todo amor/Lo que debes cómo puedes quedártelo. (Motor-psico, Oktubre, 1986)

Del mismo modo, habrá quien lea aquí la descripción de una coyuntura política, quien lea la confesión de un asesinato, quien lea una violación sexual, etcétera:

Dije que el lobo estaba sordo/Que no escuchaba más/Entre tanto montaje sonso/Tanta infidelidad/¡Maté… y maté… y maté! (“El lobo caído”, Lobo suelto, cordero atado, 1993)

Las letras del Indio Solari son una invitación a la interpretación, amén de que venga el Indio y nos diga: “Aquí dije tal cosa y esta frase es una metáfora de tal situación”. Pues, poco importa qué quiso expresar el poeta; lo que importa es la materialidad, el poema en sí mismo, y es la falta de referentes claros lo que propicia el “efecto Forer” (que la letra hable de aquello que yo quiero que hable). Veremos un buen ejemplo de esto en el siguiente apartado.

2) La falta de referencias directas

Si Alex Lora escribiera una canción acerca de la muerte de Pablo Escobar (tal vez halla escrito una, no lo sé), no sería raro encontrar en ella algunas de estas palabras: “Colombia”, “cocaína”, “droga”, “pueblo”, “Pablo Escobar”, “blanca”, “dinero”, “millones”, “Cali”, “mafioso”, “contrabandista”, etcétera. El Indio Solari, en cambio, escribió “Me matan Limón!”(2). Es cierto que allí podemos encontrar algunas referencias históricas: el guardaespaldas de Escobar, apodado “Limón”; el pueblo que llorará la muerte de Escobar: “nuestros pobres que sangran por las tejas como vos, Limón”; los estilos musicales populares de Colombia: “cumbias y merengues crueles, otra vez”; el lugar donde sucedió el asesinato de Escobar: “por los techos viene el bloque”; pero, se advertirá (en contraposición con las palabras antes mencionadas) que las referencias no son directas; pues, la poesía de Solari no determina, sugiere; Solari no presenta el poema como una entidad de significado completa y auto-suficiente, cosa que sí sucedería si los referentes fueran inapelables (“Colombia”, “Pablo Escobar”, “cocaína”, etcétera); la poesía de Solari es parcial, será el lector (el escucha) quien complete el significado de esta.

Esto, a su vez, dota al poema de cierta atemporalidad. Dentro de algunos años, cuando ya nadie sepa quién fue Pablo Escobar, esta canción seguirá vigente, acaso resignificada. En cambio, la imaginaria compuesta por Álex Lora tendría, únicamente, un valor historiográfico(3). Vienen a mi cabeza dos canciones de Dylan para ejemplificar esto: Hurricane (la historia de Rubin Carter) y Times they are a changin. ¿Dígame usted, cuál de las dos tiene (o tendrá dentro de algunos años) un valor netamente historiográfico?

3) Atmósfera onírica

Las características mencionadas provocan (y se presentan en) una atmósfera onírica, donde una situación no tiene por qué tener una relación directa o clara con la siguiente. Allí, en la búsqueda de una explicación racional (como lo hacemos con los sueños), construimos significado.

Hay muchas canciones que se ajustan a esto que menciono: “El lobo caído”, “Espejismo”, “Es hora de levantarse, querido”, “La pequeña novia del carioca”, “Perdiendo el tiempo”, entre otras. Tal vez recuerden que algunas de las aquí mencionadas, incluso, hacen referencia al acto de soñar de manera explícita.

Cierro este apartado con un fragmento de “Jijiji” (uno de los estribillos más populares del rock argentino, dicho sea de paso) que declara de manera directa la atmósfera onírica que envuelve a la narrativa del poema:

No lo soñé/Se enderezó y brindó a tu suerte/No lo soñé/Y se ofreció mejor que nunca/No mires, por favor, y no prendas la luz/La imagen te desfiguró. (“Jijiji”, Oktubre, 1986)

4) Las máximas o leyes universales

Una máxima es una expresión con ambición de universalidad. Dos máximas famosas, a modo de ejemplo: “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”, Mahatma Ganhi; “El sabio no dice nunca lo que piensa, pero piensa todo lo que dice”, Aristóteles; etcétera. En cualquiera caso, una máxima es una aseveración que pretende ser verdadera en cualquier tiempo y en cualquier espacio; he ahí su carácter de universalidad. Aristóteles nos dice en la frase citada que no importa en qué momento de la historia viva ese sabio o en qué lugar del mundo, importa que, por ser sabio, pensará todo lo que dice.

Es muy sencillo reconocer las máximas en la lírica de Solari (y esto lo digo con una sonrisa, porque parece un chiste o una reducción): son las frases dignas de ser tatuadas o graffiteadas en las paredes. Quiero decir, sería muy raro que alguien se tatuara esta frase aislada: “Fue unos meses a Caseros y su Strato roja hizo el torbellino que hoy suena en la radio”; pues, tiene un contenido narrativo, episódico. En cambio, sí podría aparecer en alguna pared “Las minitas aman los payasos y la pasta de campeón” (ambos fragmentos de “El pibe de los astilleros”, en La mosca y la sopa, 1991). Las “minitas” son como los “sabios” de Aristóteles, lo que se predica de ellas es presentado como una verdad que no está anclada a un tiempo y a un espacio. La poesía de Solari abunda en máximas con pretensión de universalidad, en frases que trascienden lo episódico y que muchas veces funcionan como un corolario o como una tesis del poema (cuando esto sucede, la narración del poema cumple el rol de “ejemplo que confirma la tesis”). Algunas frases de este tipo, que, como dijimos, pueden ser leídas y tomadas como verdad en cualquier tiempo y espacio: “Si el perro es manso, come la bazofia y no dice nada” (“Cruz diablo!”, Luzbelito, 1994); “El futuro llegó hace rato” (“Todo un palo”, Un baión para el ojo idiota, 1987); “Violencia es mentir” (“Nuestro amo juega al esclavo”, Bang! Bang! Estás liquidado, 1989); “Vivir solo cuesta vida” (“Ropa sucia”, Bang! Bang! Estás liquidado, 1989); “Las despedidas son de esos dolores dulces” (“Gualicho”, Último bondi a finisterre, 1998); “El lujo es vulgaridad” (“Un poco de amor francés”, La mosca y la sopa, 1991); “Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir” (“Espejismo”, Lobo suelto, cordero atado, 1993); “Los genios son buenos servidores y malos amos” (“Mi genio amor”, canción inédita); “El mejor testigo se puede contradecir” (“Ladrón de mi cerebro”, Lobo suelto, cordero atado, 1993); “La más hermosa niña del mundo puede dar sólo lo que tiene para dar” (“Música para pastillas”, Oktubre, 1986); “El que abandona no tiene premio” (“Sorpresa de Shangai”, Lobo suelto, cordero atado, 1993); entre muchas otras.

Deseo cerrar este apartado con mis preferidas, por una simple ambigüedad gramatical: “A los ciegos no le gustan los sordos y un corazón no se endurece porque sí” (“La hija del fletero”, Lobo suelto, cordero atado, 1993). La ambigüedad está en que al oír esta frase (y no leerla) no sabemos si antes de la “y” hay una coma o no. Si no la hay (elijo creer esta opción), la “y” funciona como un nexo coordinante entre las dos máximas y las pone en un mismo valor jerárquico; es decir, solo se relacionan entre sí por el hecho de ser máximas. En cambio, si hay una coma antes de la “y”, hay implícita una relación causa-consecuencia entre una afirmación y la otra: un corazón no se endurece porque sí porque a los ciegos no le gustan los sordos. ¿Qué opción les gusta más a ustedes?

5) Los símbolos de Peirce

Un ícono es aquello que guarda semejanza con aquello que representa; es decir, si yo digo “mesa” y hago referencia a una mesa, en tanto superficie plana elevada, “mesa” funcionó como un ícono. Un índice, en cambio, es algo que hace referencia a algo que no está presente de manera directa; por ejemplo, si digo que alguien “sonríe”, en cierto contexto, puedo estar diciendo que está enamorado. Un símbolo relaciona una imagen visual (o psíquica) con una idea compleja (concepto), y esta relación es un acuerdo colectivo; por ejemplo, las notas musicales, la balanza que representa la justicia, la palabra “matrimonio” son símbolos. Todo esto lo pensó y desarrolló con profundidad el filósofo Charles Anders Peirce, uno de los padres de la semiótica (Vitale, 2010).

Si yo escribo en un poema la palabra “perro”, es probable que el lector en primera instancia piense en un perro, mamífero que ladra y tiene cola (ícono). Si utilizo la misma palabra dos veces en diferentes poemas, esta funcionará como un llamado de atención para el lector y su significado, que trascenderá lo literal, será definido a partir del contexto (índice). Pero si utilizo esta palabra con frecuencia en diferentes poemas (cada vez en un contexto lingüístico diferente), esta palabra representará un concepto, es decir, se convertirá en un símbolo, en una idea singular, propia de la estética del poeta, con la pretensión de ser una convención (dentro del mundo de esta estética)(4).

Comparto algunas palabras de la poesía de Solari que se convierten en símbolo a partir de la reiteración en diferentes contextos: “perro”, “Shangai”, “lobo”, “diablo”, “infierno”, “tesoro”, “ángel”, “fuego”, entre otras. Y cito el uso de “perro”, acaso el símbolo más frecuente: “Yo no sé si a tu perro le gusta bailar a lo bobo” (“Mi perro dinamita”, La mosca y la sopa, 1991); “Tu perro un perro cruel con la costumbre de no contentarse con los restos” (“Vencedores vencidos”, Un baión para el ojo idiota, 1987); “Mi «perro Bobby» es un servicio de amor” (“De esos polvos, futuros lodos”, canción inédita); y la ya citada “Si el perro es manso, come la bazofia y no dice nada” (“Cruz diablo!”, Luzbelito, 1994); entre otras que tal vez ustedes recuerden y ahora no vienen a mi memoria.

“Perro” significa algo en cada una de estas canciones, tal vez lo mismo; y, probablemente, en ningún caso “mamífero que ladra y mueve la cola”. Este significado, el valor de este símbolo, al final del día, lo determinará el lector.

6) Neologismos

Un neologismo es una palabra inventada, gramaticalmente posible y funcional. En la lírica de Solari hay varios ejemplos: “Semen-up”, “TV-fuhrer”, “Drogo-cop”, “Porco Rex”, “Porno-nazi”, “Crono-rock”, “Tecno-duque”, “Superlógico”, “Momo sampler”, “Motor-psico”, “Despendejados”, “Pajamagia”, etcétera. Este tipo de palabras (construidas a partir de un mecanismo de composición) portan dos características: 1) son susceptibles de portar diferentes significados, porque no existen en el acervo social de palabras, por lo cual no portan un significado previo; 2) son muy fáciles de recordar, justamente porque al no ser nunca antes escuchadas provocan una impresión en el lector/oyente.

Conclusión

Antes que nada, como quien responde a una pregunta antes de que se la hagan, quiero señalar que el Indio Solari no necesita conocer los términos de cada una de las características discursivas que hemos relevado aquí, del mismo modo que un futbolista no necesita saber de física para impactar un balón y clavarlo en el ángulo. Por otro lado, este trabajo en absoluto agota el análisis posible de la obra de este poeta.

Con todo, espero que estas líneas hayan servido para echar alguna luz, no sobre las letras del Indio, sino sobre lo que producen estas letras, por qué es fácil sentirse identificado con ellas (ambigüedad y “efecto Forer”), por qué pueden significar algo para mí y otra cosa distinta para otra persona y ambas posibilidades ser válidas (ambigüedad, atmósfera onírica y símbolos), por qué son recordables (máximas, neologismos y “efecto Forer”), por qué alguien querría pintarlas en una pared (máximas y “efecto Forer”), por qué trascienden en el tiempo (máximas y falta de referentes directos). A la vez, creo que lo aquí señalado también puede ser útil para pensar la poesía de otros artistas.

Le diré a mi amigo que cumplí, y que me debe una cerveza.

F.C. Octubre 2021

Para citar este artículo:

Carbone Costa, F. A. (17 de octubre de 2021) ¿Qué hay detrás de las letras del Indio Solari?. Aunque sea un Homo Sapiens. Disponible en: https://medium.com/@facarbonecosta/qu%C3%A9-hay-detr%C3%A1s-de-las-letras-del-indio-solari-4ce521efcc71

Notas

  1. Carlos “el Indio” Solari es el músico argentino más convocante de todos los tiempos. Entre 1976 y 2001 lideró junto a Eduardo “Skay” Beilinson la banda Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Todas las canciones aquí citadas corresponden a este período.
  2. Así es como figura el título en la caratula del disco Luzbelito. Es destacable, más allá de que no hay signo de apertura de la exclamación (mero detalle), que “Limón” no posee la coma propia de los vocativos.
  3. El ejemplo de Álex Lora es absolutamente didáctico. De ninguna manera desestimo su poesía.
  4. No faltará el fundamentalista de Peirce que diga que he desformado sus ideas en conveniencia de mi exposición. Tal vez sea verdad. Aún así, este parafraseo de la semiótica de Pierce ha sido provechoso para pensar el recurso lírico que señalo.

Bibliografía

Forer, B. R. (1949). “The fallacy of personal validation: a classroom demonstration of gullibility”. En The Journal of Abnormal and Social Psychology, 44(1), 118–123

Vitale, A. (2010). El estudio de los signos. Peirce y Saussure. Buenos Aires: EUDEBA

--

--

Franco Agustín Carbone Costa
Aunque sea un homo sapiens

Soy profesor de Lengua y Literatura, escribo reseñas y ensayos literarios y doy cursos a distancia de literatura, lingüística y composición literaria.